Iniciativa Mérida Oro por espejitos
Revista Siempre
En marzo del 2007, esto es hace más de un año, los presidentes de México y Estados Unidos establecieron como prioridad ampliar la cooperación bilateral para alcanzar objetivos cruciales en contra del narcotráfico, creando una cooperación multianual por el equivalente mil 400 millones de dólares para el desarrollo de una estrategia conjunta.
La meta es alcanzar la máxima eficacia en la lucha contra las organizaciones criminales, así como detener el narcotráfico, incluyendo el de precursores químicos, el tráfico de armas, las actividades financieras ilícitas, el tráfico de divisas y el tráfico de personas.
La iniciativa se complementará con a) el reforzamiento de la procuración de justicia en México y de Estados Unidos, y b) ampliar la cooperación bilateral dirigida a la amenaza de la delincuencia trasnacional.
El gobierno de los Estados Unidos solicitó a su Congreso 500 millones de dólares para el año fiscal 2008 (que ya va a la mitad) como primera parte de la solicitud multianual mil 400 millones de dólares. No sin azoro hemos visto la oposición del Congreso a la Iniciativa de Mérida, en lo general, y al momento de aprobar los 500 millones para este año, la Cámara de Representantes los redujo a 400 y la de Senadores a 350. ¡Vaya elegante regateo!
No creamos con ingenuidad que estas cantidades nos van a ser entregadas en efectivo, si no que lo van a ser en equipo, generalmente de desecho para ellos, tecnologías ya desarrolladas y a las que pondrán el precio que les convenga y personal, que con el mote de asesores, infiltrarán en nuestras organizaciones. No desestimar que ellos se amparan en que por ley tienen la obligación/facultad de conocer y vigilar la transparencia en el manejo de esos medios, que para nosotros es simple y llanamente una injerencia, que podemos adelantar, se convertirá en intrusión que debiera ser inaceptable.
Veamos: según un decreto presidencial del 3 de julio de 1992, se fijan las reglas de número (36), permanencia, condiciones y limitaciones de actuación de los agentes de la DEA en México. El procurador de Estados Unidos, William Barr, calificó de “inflexibles y paralizantes” las nuevas reglas. Tal decreto ha sido totalmente violado y olvidado ya que la propia Secretaría de Relaciones Exteriores hace algunas semanas declaró que en México habría sólo 260 agentes de dicha organización, los que actúan donde, cuando y como quieren, frecuentemente violando las leyes mexicanas, como es la portación y uso de armas, la contratación de infiltrados, el pago a policías mexicanos por información, la compra de información a pequeños traficantes o a soplones, etcétera.
¿Será que México es un país tan pobre y sin reservas internacionales que hoy rondan en los 90 mil millones de dólares, que tenga que intercambiar la soberanía, respeto a la ley, libertad de decisión y libertad de acción de su gobierno por 350 millones de dólares?
Creo firmemente que muchos mexicanos, dedicados a muchas disciplinas: los medios, los académicos, pero más que nada el propio gobierno, debieran hacer una reflexión de fondo sobre los alcances de lo que se está comprometiendo. Una vez más, oro por espejitos.
En marzo del 2007, esto es hace más de un año, los presidentes de México y Estados Unidos establecieron como prioridad ampliar la cooperación bilateral para alcanzar objetivos cruciales en contra del narcotráfico, creando una cooperación multianual por el equivalente mil 400 millones de dólares para el desarrollo de una estrategia conjunta.
La meta es alcanzar la máxima eficacia en la lucha contra las organizaciones criminales, así como detener el narcotráfico, incluyendo el de precursores químicos, el tráfico de armas, las actividades financieras ilícitas, el tráfico de divisas y el tráfico de personas.
La iniciativa se complementará con a) el reforzamiento de la procuración de justicia en México y de Estados Unidos, y b) ampliar la cooperación bilateral dirigida a la amenaza de la delincuencia trasnacional.
El gobierno de los Estados Unidos solicitó a su Congreso 500 millones de dólares para el año fiscal 2008 (que ya va a la mitad) como primera parte de la solicitud multianual mil 400 millones de dólares. No sin azoro hemos visto la oposición del Congreso a la Iniciativa de Mérida, en lo general, y al momento de aprobar los 500 millones para este año, la Cámara de Representantes los redujo a 400 y la de Senadores a 350. ¡Vaya elegante regateo!
No creamos con ingenuidad que estas cantidades nos van a ser entregadas en efectivo, si no que lo van a ser en equipo, generalmente de desecho para ellos, tecnologías ya desarrolladas y a las que pondrán el precio que les convenga y personal, que con el mote de asesores, infiltrarán en nuestras organizaciones. No desestimar que ellos se amparan en que por ley tienen la obligación/facultad de conocer y vigilar la transparencia en el manejo de esos medios, que para nosotros es simple y llanamente una injerencia, que podemos adelantar, se convertirá en intrusión que debiera ser inaceptable.
Veamos: según un decreto presidencial del 3 de julio de 1992, se fijan las reglas de número (36), permanencia, condiciones y limitaciones de actuación de los agentes de la DEA en México. El procurador de Estados Unidos, William Barr, calificó de “inflexibles y paralizantes” las nuevas reglas. Tal decreto ha sido totalmente violado y olvidado ya que la propia Secretaría de Relaciones Exteriores hace algunas semanas declaró que en México habría sólo 260 agentes de dicha organización, los que actúan donde, cuando y como quieren, frecuentemente violando las leyes mexicanas, como es la portación y uso de armas, la contratación de infiltrados, el pago a policías mexicanos por información, la compra de información a pequeños traficantes o a soplones, etcétera.
¿Será que México es un país tan pobre y sin reservas internacionales que hoy rondan en los 90 mil millones de dólares, que tenga que intercambiar la soberanía, respeto a la ley, libertad de decisión y libertad de acción de su gobierno por 350 millones de dólares?
Creo firmemente que muchos mexicanos, dedicados a muchas disciplinas: los medios, los académicos, pero más que nada el propio gobierno, debieran hacer una reflexión de fondo sobre los alcances de lo que se está comprometiendo. Una vez más, oro por espejitos.
posted by H2AGUA at
12:39 a.m.
