Calderón contra Macedo... y contra todos
La inseguridad desbordada
El territorio y la nación son espacio y víctima de una guerra desigual, ya que los sicarios (de sicarius: asesinos, en el Derecho penal de Teodoro Mommsen) son pandillas armadas hasta los dientes y sobrados de recursos económicos y redes de complicidad, frente a los leales soldados (mas no los traidores que han desertado para irse con el enemigo) que apenas tienen, con su miedo natural a la condición humana, su valor para enfrentarse a las mafias del narcotráfico y la narcopolítica (gobernadores y presidentes municipales coludidos que los protegen a cambio de millonarios sobornos).
Tal vez fue precipitada la orden de Calderón para que los militares asumieran funciones de la policía, que por corrupta en su mayoría, junto con los sexenios de De la Madrid a Fox, favorecieron que los capos establecieran sus cotos de caza.
En ese despliegue militar no han faltado los errores y excesos contra la población civil, que los medios de comunicación informan y critican, lo cual ha molestado a Calderón quien desesperado repartió, entre su convocatoria a los ciudadanos para colaborar en una acción para la cual estamos presos del pánico e indefensos, una serie de acusaciones, ataques e imputaciones a las instituciones, sin medir las consecuencias. Se fue encima de la libertad de prensa.
Calderón cuestionó al Congreso y no sin motivos contra los jueces. Y si bien hizo un ajuste de cuentas con el foxismo, a sus filtradores se les pasó la mano enviando mensajes cobardes contra el ex procurador Rafael Macedo de la Concha, cuando éste en el renglón de combate al narcotráfico, cumplió con su deber de militar y servidor público.
Ya el columnista Ricardo Alemán (El Universal, 15/V/08), ante el galimatías de las diatribas presidenciales, cuestionó al inquilino de Los Pinos, sobre sus embestidas contra la prensa e insinuaciones de que información y críticas sería “una estrategia compartida” para sembrar el terror a la par de la criminalidad. El señor Calderón con su “¡ya basta!” cubrió sus ataques contra los periodistas, ocultó el nombre de Fox a quien debió mencionar directamente como responsable del actual desbordamiento de la inseguridad y permitió filtraciones, con todo el tufo de venganza personal, como el mensaje contra Macedo de la Concha y la vil amenaza a los ciudadanos.
El señor Calderón, como dice Ricardo Alemán, necesita que su vocero, Max Cortázar, en lugar de Josefina Vázquez Mota, se ponga las pilas y aclare si el “señor presidente” estaba en sus cabales cuando arremetió contra todos.
El territorio y la nación son espacio y víctima de una guerra desigual, ya que los sicarios (de sicarius: asesinos, en el Derecho penal de Teodoro Mommsen) son pandillas armadas hasta los dientes y sobrados de recursos económicos y redes de complicidad, frente a los leales soldados (mas no los traidores que han desertado para irse con el enemigo) que apenas tienen, con su miedo natural a la condición humana, su valor para enfrentarse a las mafias del narcotráfico y la narcopolítica (gobernadores y presidentes municipales coludidos que los protegen a cambio de millonarios sobornos).
Tal vez fue precipitada la orden de Calderón para que los militares asumieran funciones de la policía, que por corrupta en su mayoría, junto con los sexenios de De la Madrid a Fox, favorecieron que los capos establecieran sus cotos de caza.
En ese despliegue militar no han faltado los errores y excesos contra la población civil, que los medios de comunicación informan y critican, lo cual ha molestado a Calderón quien desesperado repartió, entre su convocatoria a los ciudadanos para colaborar en una acción para la cual estamos presos del pánico e indefensos, una serie de acusaciones, ataques e imputaciones a las instituciones, sin medir las consecuencias. Se fue encima de la libertad de prensa.
Calderón cuestionó al Congreso y no sin motivos contra los jueces. Y si bien hizo un ajuste de cuentas con el foxismo, a sus filtradores se les pasó la mano enviando mensajes cobardes contra el ex procurador Rafael Macedo de la Concha, cuando éste en el renglón de combate al narcotráfico, cumplió con su deber de militar y servidor público.
Ya el columnista Ricardo Alemán (El Universal, 15/V/08), ante el galimatías de las diatribas presidenciales, cuestionó al inquilino de Los Pinos, sobre sus embestidas contra la prensa e insinuaciones de que información y críticas sería “una estrategia compartida” para sembrar el terror a la par de la criminalidad. El señor Calderón con su “¡ya basta!” cubrió sus ataques contra los periodistas, ocultó el nombre de Fox a quien debió mencionar directamente como responsable del actual desbordamiento de la inseguridad y permitió filtraciones, con todo el tufo de venganza personal, como el mensaje contra Macedo de la Concha y la vil amenaza a los ciudadanos.
El señor Calderón, como dice Ricardo Alemán, necesita que su vocero, Max Cortázar, en lugar de Josefina Vázquez Mota, se ponga las pilas y aclare si el “señor presidente” estaba en sus cabales cuando arremetió contra todos.