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martes, 15 de enero de 2008

La pugna Oliva-Calderón

Contralínea Guanajuato

La batalla por la dirigencia nacional del PAN tiene enfrentados a miembros de El Yunque y calderonistas, mientras que el gobierno ultraconservador de Manuel Oliva arremete contra la prensa y persuade a los representantes federales

Los delegados federales en Guanajuato se convirtieron en la manzana de la discordia entre el presidente Felipe Calderón y el gobernador Juan Manuel Oliva Ramírez, de cara a los comicios panistas para nomrbar al nuevo Consejo Político que se encargará de elegir al nuevo dirigente nacional en marzo del 2008.

Panistas, opositores a la corriente llamada de ultraderecha que pidieron omitir sus nombres, afirman que siempre fueron evidentes las diferencias entre Calderón y Oliva, especialmente cuando el primero se convirtió en dirigente nacional y el segundo en líder estatal del partido.

Los militantes aseguran que “nunca se llevaron bien”. Una vez electos presidente de México y gobernador de Guanajuato, respectivamente, se inició el estira y afloja entre los dos poderes para designar a los funcionarios federales.

“Calderón elaboró una lista de quiénes serian inhabilitados durante su mandato; todos los señalados formaron parte del equipo de Vicente Fox, incluso la encomienda fue no recontratarlos, sobre todo a los allegados a Ramón Muñoz”, aseguran los militantes.

También Oliva Ramírez – que apoya al actual dirigente nacional Manuel Espino- tenía su propia agenda, quería que los delegados federales fueran funcionarios afines a su gobierno y al proyecto ultraconservador de El Yunque, corriente al interior del PAN con la que se identifica al gobernador guanajuatense.

“La lógica finalmente se impuso – alegan - y llegaron como representantes federales los calderonistas, quienes trabajarían con miras a la elección de consejeros este 2 y 3 de junio a favor del presidente de la República”.

De la lista de Oliva quedaron pocos, incluso el gobernador no estuvo de acuerdo con la designación de Justino Arriaga como representante de la Sedesol en la entidad, por pertenecer al bloque opositor.

Las controversias entre la dirigencia de Acción Nacional y la presidencia de la República llegaron a la entidad y se hicieron públicas las disputas por la integración del Consejo Político entre calderonistas y los seguidores del presidente del PAN, Manuel Espino.

Embates de la ultraderecha

La batalla soterrada entre Oliva y Calderón alcanzó un punto álgido cuando, el segundo de abordo de Oliva, Gerardo Mosqueda Martínez, secretario de Gobierno, llamó a los apoderados federales y encargados de despacho a reunirse. En la presentación del Plan de Gobierno 2006-2012, les pidió sumarse al proyecto del gobierno estatal y afirmó: “Queremos aliados de primera y nos interesa tratarlos como funcionarios de primera”.

Además les dijo que si alguien quería jugar por su cuenta estaba en libertad de hacerlo, “pero no nos interesa armar rompecabezas”. Y dejó en claro que gracias a los votos de Oliva, Felipe Calderón había ganado la presidencia. Para muchos el acento lo puso cuando mencionó que Juan Manuel Oliva podría haber ganado la elección con 700 mil votos menos y no así Calderón.

“Yo sé que tienen un patrón, pero yo quiero que vean por Guanajuato porque ver por Guanajuato es ver por México”, expresó Mosqueda.

Aunque el secretario desmintió sus declaraciones, tanto políticos, analistas y columnistas comentaron que éste fue un claro mensaje de Mosqueda Martínez para cobrarle los votos al primer mandatario y evidenciar una ruptura entre el sector político del PAN estatal y el gobierno federal.

Fue entonces que el funcionario insultó a los directores del diario AM de León y Correo, medios que cubrieron la reunión del funcionario con los delegados federales. El secretario de Gobierno los describió como “faunos que padecen de esquizofrenia y se relacionan de manera distorsionada con la realidad”.

“A Enrique Gómez – prosiguió el secretario– le pega de modo catatónico, es decir, como que ‘se apendeja’ y a Arnoldo Cuellar le pega de modo frenético, es decir, se aloca, entonces escriben pendejada tras pendejada hasta agotar la plana”.

También calificó la labor de los periodistas como del siglo pasado y a ellos como explotadores laborales y extorsionadores.

“Cuando dos faunos como los que ya mencioné insisten en modificar la realidad, tendrán a un amigo secretario general de Gobierno que se empeñará en echarles una manita para regresarlos a la realidad y eso es lo que he intentado hacer hasta el día de hoy”, reiteró.

A Mosqueda Martínez se le relaciona como uno de los ideólogos y jefes de El Yunque y se le involucra en el asesinato de dos jóvenes en 1975. Fue coordinador general de las delegaciones de la Secretaría del Trabajo con Carlos Abascal y nombró como delegado en Coahuila a Pedro Camarillo Adame, actualmente prófugo por su presunta responsabilidad en el incidente de Pasta de Conchos, donde murieron 65 mineros.

El pacto

Para limar asperezas el gobernador Oliva visitó a Calderón en Los Pinos en días pasados. Además de solicitar recursos extraordinarios para concretar obras en educación, empleo y agua, Oliva convino con el presidente que bajarían el tono de sus declaraciones y trabajarían con miras a la elección de consejeros que se encargarán de designar al nuevo presidente de Acción Nacional.

El senador Ricardo Torres Origel salió a la defensiva y negó que existiera fractura: “No hay ni siquiera una ruptura de orden personal, las declaraciones no fueron oportunas porque la secretaría de gobierno no tiene ni la atribución ni la facultad legal para imponerse frente a los representantes del poder federal”.

Torres Origel subrayó que “el presidente Calderón ganó por el trabajo en todo el país, al que nos sumamos 32 coordinadores estatales. Por supuesto que la contribución y el esfuerzo que hizo el gobernador Oliva para que ganara Felipe Calderón fue importante, pero también la ciudadanía y el partido hicieron un gran esfuerzo. No se puede atribuir a una sola persona”.

No obstante la avenencia entre el gobernador estatal y el presidente de la República, los panistas entrevistados confirmaron que gente del ala ultraconservadora, de Nuevo León llegarían a Guanajuato para hacer contrapeso a los candidatos calderonistas. “Pues –dijeron– no les gustan las ideas liberales de Felipe Calderón”.