Hablaba de lo que duele
Revista Siempre
Televisa y Grupo Prisa silenciaron en W Radio la voz de Carmen Aristegui, quien abordaba temas ignorados por otros conductores de medios electrónicos y hablaba “de lo que duele”. Ambas empresas quisieron modificar el modelo editorial del noticiero matutino más escuchado, a lo cual se opuso la periodista y en respuesta fue enterada el pasado viernes 4 de la no renovación de su contrato, “bajo ninguna nueva o actual circunstancia”.
El golpe de guillotina a la voz de Aristegui fue ligado al régimen del presidente Felipe Calderón porque coincidió con la llegada de Daniel Moreno a la dirección de contenidos de W Radio. Este ciudadano trabaja para Juan Ignacio Zavala, cuñado del primer mandatario.
Moreno tiene también relación con la esposa de Vicente Fox, Marta Sahagún, quien durante sus días de poder dirigió acciones desde Los Pinos para reducir espacios a columnistas de El Universal y propiciar sus renuncias. José Gutiérrez Vivó fue otra víctima de la michoacana, por no disciplinarse a sus caprichos.
Es la táctica seguida en los años del panismo: establecer acuerdos o presionar a dueños de medios para acallar a los críticos, proclamando al mismo tiempo una libertad de expresión inexistente.
Según manifestó a La Jornada el ex senador panista Javier Corral Jurado, “los españoles (de Grupo Prisa) resultaron tan miserables y cobardes como el peor de los empresarios mexicanos, y sacrificaron a Aristegui porque con su contenido editorial incomodaba al poder fáctico”.
“Eso confirma —agregó Corral— el carácter autoritario de la estructura mediática en el país y el mundo, a la que no interesan ni los comunicadores ni sus auditorios”.
Según Corral, “a Aristegui le están cobrando el haber dado espacio a quienes promovimos la acción de inconstitucionalidad contra la Ley Televisa y haber difundido la reforma electoral que quitó el negocio multimillonario a la televisión…”
Si de cobrar cuentas se trata, a la periodista también le hacen efectivas las de destacar en su programa el conflicto poselectoral del 2006 con todo y cuanto agravia al régimen actual, así como las constantes apariciones de Andrés Manuel López Obrador en W Radio, habiéndose autonombrado “presidente legítimo” y llamar “espurio” a Felipe Calderón.
En todo caso, cuanto se dijo en W Radio durante los casi cinco años del programa de Aristegui trascendió en otros medios, si bien de menor influencia, y no es motivo para limitar un “modelo editorial”, si Televisa y ciertos electrónicos se quejan de atentados a la libertad de expresión por la pérdida de spots relacionados con la política, los cuales eran verdaderas minas de oro.
Felipe Calderón acaba de concluir su primer año de gobierno y en nada le ayuda que se le llame autoritario y enemigo de una libertad fundamental, como es la de escribir y manifestarse sin cortapisas de ninguna naturaleza.
Los empresarios elitistas de México se desgañitan en críticas contra el presidente venezolano Hugo Chávez porque canceló la señal de una televisora –a todas luces reprobable- y aquí guardan silencio cuando a una periodista veraz se le coarta el trabajo de informar. Esta es la democracia mexicana.
Televisa y Grupo Prisa silenciaron en W Radio la voz de Carmen Aristegui, quien abordaba temas ignorados por otros conductores de medios electrónicos y hablaba “de lo que duele”. Ambas empresas quisieron modificar el modelo editorial del noticiero matutino más escuchado, a lo cual se opuso la periodista y en respuesta fue enterada el pasado viernes 4 de la no renovación de su contrato, “bajo ninguna nueva o actual circunstancia”.
El golpe de guillotina a la voz de Aristegui fue ligado al régimen del presidente Felipe Calderón porque coincidió con la llegada de Daniel Moreno a la dirección de contenidos de W Radio. Este ciudadano trabaja para Juan Ignacio Zavala, cuñado del primer mandatario.
Moreno tiene también relación con la esposa de Vicente Fox, Marta Sahagún, quien durante sus días de poder dirigió acciones desde Los Pinos para reducir espacios a columnistas de El Universal y propiciar sus renuncias. José Gutiérrez Vivó fue otra víctima de la michoacana, por no disciplinarse a sus caprichos.
Es la táctica seguida en los años del panismo: establecer acuerdos o presionar a dueños de medios para acallar a los críticos, proclamando al mismo tiempo una libertad de expresión inexistente.
Según manifestó a La Jornada el ex senador panista Javier Corral Jurado, “los españoles (de Grupo Prisa) resultaron tan miserables y cobardes como el peor de los empresarios mexicanos, y sacrificaron a Aristegui porque con su contenido editorial incomodaba al poder fáctico”.
“Eso confirma —agregó Corral— el carácter autoritario de la estructura mediática en el país y el mundo, a la que no interesan ni los comunicadores ni sus auditorios”.
Según Corral, “a Aristegui le están cobrando el haber dado espacio a quienes promovimos la acción de inconstitucionalidad contra la Ley Televisa y haber difundido la reforma electoral que quitó el negocio multimillonario a la televisión…”
Si de cobrar cuentas se trata, a la periodista también le hacen efectivas las de destacar en su programa el conflicto poselectoral del 2006 con todo y cuanto agravia al régimen actual, así como las constantes apariciones de Andrés Manuel López Obrador en W Radio, habiéndose autonombrado “presidente legítimo” y llamar “espurio” a Felipe Calderón.
En todo caso, cuanto se dijo en W Radio durante los casi cinco años del programa de Aristegui trascendió en otros medios, si bien de menor influencia, y no es motivo para limitar un “modelo editorial”, si Televisa y ciertos electrónicos se quejan de atentados a la libertad de expresión por la pérdida de spots relacionados con la política, los cuales eran verdaderas minas de oro.
Felipe Calderón acaba de concluir su primer año de gobierno y en nada le ayuda que se le llame autoritario y enemigo de una libertad fundamental, como es la de escribir y manifestarse sin cortapisas de ninguna naturaleza.
Los empresarios elitistas de México se desgañitan en críticas contra el presidente venezolano Hugo Chávez porque canceló la señal de una televisora –a todas luces reprobable- y aquí guardan silencio cuando a una periodista veraz se le coarta el trabajo de informar. Esta es la democracia mexicana.