La derecha ... Incompetente, facciosa y antidemocrática
Revista Siempre / Martín Esparza Flores
México está atravesando por una etapa turbia de su historia, sin solución de continuidad, sólo comparable a otras en las que la derecha, como ahora, ocupó el gobierno de la República. La mayoría de los actos gubernamentales tienen un alto contenido antidemocrático, cuando no lo son plenamente. La antidemocracia se expresa cuando desde el poder se actúa en contra de la mayoría del pueblo, generalmente en representación de intereses oligárquicos y extranjeros. La derecha mexicana ha mostrado desde sus primeros pasos la despreciable tendencia a favorecer esos intereses a costa de las mayorías nacionales.
No se pueden soslayar los procesos irrazonables y suicidas de abrir al capital internacional las industrias energéticas nacionales; tampoco la llamada reforma judicial, que daría patente de impunidad a las fuerzas represivas, remedo innecesario de la ley patriota estadunidense promulgada después de los sucesos del 11 de septiembre de 2001, que nos son ajenos.
Sin embargo, la llamada reforma laboral, en la mira desde siempre de los gobiernos neoliberales y derechistas, anticipa escenarios insostenibles para la clase trabajadora al ser privada de sus más elementales derechos, para dar satisfacción a viejas aspiraciones patronales.
Aunque los intereses patronales la mueven, la mano que impulsa la reforma laboral es la Secretaría del Trabajo y Previsión Social uno de los bastiones más obstinados de la derecha. La Secretaría llama iniciativa de los sectores a su propuesta de reforma, como si patrones y trabajadores pudieran convenir en igualdad de circunstancias su relación laboral. Por el contrario, los trabajadores tendrán que aceptar trabajo precario, mal pagado y por hora, por temporada y a prueba; el patrón no tendrá obligación de proveer capacitación y adiestramiento suficientes, pero sí podrá exigir la “multihabilidad” del trabajador para elevar la productividad y la competitividad, un absurdo que ni a Kafka se le hubiera ocurrido. Otros abusos contra los trabajadores, como la subcontratación y el outsourcing en lugar de eliminarlos, plantea regularlos legalmente para asegurar su permanencia. Más aun cuando en el país crece el desempleo, la iniciativa propone la contratación de trabajadores extranjeros, en lugar de capacitar los propios. Los sindicatos tendrían múltiples controles y vivirían al borde del precipicio.
La respuesta de los trabajadores se escuchará en las calles, donde se le repetirá a la derecha gobernante todo lo incompetente, facciosa y antidemocrática que es.
México está atravesando por una etapa turbia de su historia, sin solución de continuidad, sólo comparable a otras en las que la derecha, como ahora, ocupó el gobierno de la República. La mayoría de los actos gubernamentales tienen un alto contenido antidemocrático, cuando no lo son plenamente. La antidemocracia se expresa cuando desde el poder se actúa en contra de la mayoría del pueblo, generalmente en representación de intereses oligárquicos y extranjeros. La derecha mexicana ha mostrado desde sus primeros pasos la despreciable tendencia a favorecer esos intereses a costa de las mayorías nacionales.
No se pueden soslayar los procesos irrazonables y suicidas de abrir al capital internacional las industrias energéticas nacionales; tampoco la llamada reforma judicial, que daría patente de impunidad a las fuerzas represivas, remedo innecesario de la ley patriota estadunidense promulgada después de los sucesos del 11 de septiembre de 2001, que nos son ajenos.
Sin embargo, la llamada reforma laboral, en la mira desde siempre de los gobiernos neoliberales y derechistas, anticipa escenarios insostenibles para la clase trabajadora al ser privada de sus más elementales derechos, para dar satisfacción a viejas aspiraciones patronales.
Aunque los intereses patronales la mueven, la mano que impulsa la reforma laboral es la Secretaría del Trabajo y Previsión Social uno de los bastiones más obstinados de la derecha. La Secretaría llama iniciativa de los sectores a su propuesta de reforma, como si patrones y trabajadores pudieran convenir en igualdad de circunstancias su relación laboral. Por el contrario, los trabajadores tendrán que aceptar trabajo precario, mal pagado y por hora, por temporada y a prueba; el patrón no tendrá obligación de proveer capacitación y adiestramiento suficientes, pero sí podrá exigir la “multihabilidad” del trabajador para elevar la productividad y la competitividad, un absurdo que ni a Kafka se le hubiera ocurrido. Otros abusos contra los trabajadores, como la subcontratación y el outsourcing en lugar de eliminarlos, plantea regularlos legalmente para asegurar su permanencia. Más aun cuando en el país crece el desempleo, la iniciativa propone la contratación de trabajadores extranjeros, en lugar de capacitar los propios. Los sindicatos tendrían múltiples controles y vivirían al borde del precipicio.
La respuesta de los trabajadores se escuchará en las calles, donde se le repetirá a la derecha gobernante todo lo incompetente, facciosa y antidemocrática que es.
posted by H2AGUA at
7:59 p.m.
