CALLAN A "LA CHACHALACA", PERO…
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¡POR FIN, LE pusieron un "estate quieto"! Lo asilenciaron. Desde ya, la mordaza cubre su enorme boca y una especie de abrelatas de sardinas importadas mantiene fija y enrollada su lengua larga. Vicente Fox, dice él mismo --¿famosas últimas palabras?--, ya no va a hablar de política… y como ex Presidente acatará así una de las reglas no escritas del viejo sistema inventado por el PRI: el pasado no debe ensombrecer al presente.
Díscolos y envidiosos, en una reunión de altos vuelos celebrada la semana anterior quienes lo han mandado a callar –a cambio de inmunidades e impunidades-- regatean a la mayoría de los mexicanos la que ha sido una de sus más gratas distracciones en los últimos tiempos.
Y ahora sí, viene lo bueno. Porque ya sin Fox farfullando incoherencias –pero disfrutando de sus riquezas mal habidas--, la atención del respetable habrá de centrarse en temas torales que, debo confesarlo, a este escribidor también le resultan harto emocionantes y, ¿por qué no?, hasta divertidas.
Sí, que ya no nos distraiga Fox. El papel de "bufón de la Corte" está vacante. Y épocas estas que son de desempleo –no se ría si le recuerdo que este es, precisamente, "el sexenio del empleo"--, son varios quienes apuntan a ocupar la plaza.
Está ahí, en primerísimo lugar, Santiago Creel, a quien por muchas razones podría apodársele "el payasito de la tele". Chapeteado y con sonrisa pintada sobre la mueca del dolor que le produce el haber sido ridiculizado en público nue-va-men-te. Aunque hay que reconocerle que, en sus propios términos, "como hombrecito" traga amargo. ¡Lástima del traje de charro! Se ríe, se lleva y se aguanta los mandarriazos que, prosopopéyico y petulante, le arrima el dirigente formal de su partido, Germán Martínez, por instrucciones del primer panista del país.
Más discreta, como no queriendo acaparar reflectores –la verdad es que los iluminadores no la siguen--, también aparece en busca de la posición la señora Beatriz Paredes, una de cuyas últimas intervenciones aún mantiene desternillados a quienes la escucharon: que en las negociaciones del PRI con el gobierno del señor Calderón, los líderes de las fracciones parlamentarias del tricolor, Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, habrán de seguir sus instrucciones. Mueve a carcajadas, sí, pero no cubre los requisitos ni llena los zapatos que obligadamente abandonó Vicente Fox.
Duelo de aspirantes, también, en el sector de las finanzas públicas donde sus principales actores, Guillermo Ortiz y Agustín Carstens, despliegan sus mejores oficios para convencernos cada cual de sus versiones sobre la crisis que ya está encima. Mueven a risa, pero no conmueven.
Ternura, más que hilaridad, es la que despliega el candidato de los hombres y mujeres del campo: el secretario de Agricultura Alberto Cárdenas, cuando incansable repite que "no se va, no se va, no se va", cuando ya "está ido".
Muchos candidatos, sí. Ninguno como Vicente Fox. Así que, por favor, ¡regrésenos a "La Chachalaca"!
¡POR FIN, LE pusieron un "estate quieto"! Lo asilenciaron. Desde ya, la mordaza cubre su enorme boca y una especie de abrelatas de sardinas importadas mantiene fija y enrollada su lengua larga. Vicente Fox, dice él mismo --¿famosas últimas palabras?--, ya no va a hablar de política… y como ex Presidente acatará así una de las reglas no escritas del viejo sistema inventado por el PRI: el pasado no debe ensombrecer al presente.
Díscolos y envidiosos, en una reunión de altos vuelos celebrada la semana anterior quienes lo han mandado a callar –a cambio de inmunidades e impunidades-- regatean a la mayoría de los mexicanos la que ha sido una de sus más gratas distracciones en los últimos tiempos.
Y ahora sí, viene lo bueno. Porque ya sin Fox farfullando incoherencias –pero disfrutando de sus riquezas mal habidas--, la atención del respetable habrá de centrarse en temas torales que, debo confesarlo, a este escribidor también le resultan harto emocionantes y, ¿por qué no?, hasta divertidas.
Sí, que ya no nos distraiga Fox. El papel de "bufón de la Corte" está vacante. Y épocas estas que son de desempleo –no se ría si le recuerdo que este es, precisamente, "el sexenio del empleo"--, son varios quienes apuntan a ocupar la plaza.
Está ahí, en primerísimo lugar, Santiago Creel, a quien por muchas razones podría apodársele "el payasito de la tele". Chapeteado y con sonrisa pintada sobre la mueca del dolor que le produce el haber sido ridiculizado en público nue-va-men-te. Aunque hay que reconocerle que, en sus propios términos, "como hombrecito" traga amargo. ¡Lástima del traje de charro! Se ríe, se lleva y se aguanta los mandarriazos que, prosopopéyico y petulante, le arrima el dirigente formal de su partido, Germán Martínez, por instrucciones del primer panista del país.
Más discreta, como no queriendo acaparar reflectores –la verdad es que los iluminadores no la siguen--, también aparece en busca de la posición la señora Beatriz Paredes, una de cuyas últimas intervenciones aún mantiene desternillados a quienes la escucharon: que en las negociaciones del PRI con el gobierno del señor Calderón, los líderes de las fracciones parlamentarias del tricolor, Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, habrán de seguir sus instrucciones. Mueve a carcajadas, sí, pero no cubre los requisitos ni llena los zapatos que obligadamente abandonó Vicente Fox.
Duelo de aspirantes, también, en el sector de las finanzas públicas donde sus principales actores, Guillermo Ortiz y Agustín Carstens, despliegan sus mejores oficios para convencernos cada cual de sus versiones sobre la crisis que ya está encima. Mueven a risa, pero no conmueven.
Ternura, más que hilaridad, es la que despliega el candidato de los hombres y mujeres del campo: el secretario de Agricultura Alberto Cárdenas, cuando incansable repite que "no se va, no se va, no se va", cuando ya "está ido".
Muchos candidatos, sí. Ninguno como Vicente Fox. Así que, por favor, ¡regrésenos a "La Chachalaca"!