El IFE: La joya sin corona
jenaro villamil
México, D.F., 12 de diciembre (apro).- Entrampados en las negociaciones, los partidos en la Cámara de Diputados acabarán confirmando lo que durante todos estos meses negaron: que la recomposición del Instituto Federal Electoral (IFE) será un asunto de cuotas partidistas y no de capacidades, prestigios o consensos.
De entrada, el relevo escalonado de los consejeros del IFE se planteó mal y parece que se resolverá peor. Todo el interés de los grupos políticos en las negociaciones se ha concentrado en quién sustituirá al consejero- presidente Luis Carlos Ugalde y no en el perfil necesario para el relevo escalonado de los tres consejeros, incluyendo a Ugalde.
El exconsejero electoral, Mauricio Merino, apoyado presuntamente por el PAN y Los Pinos, lo definió muy bien en su comparecencia: él compite no por ser un consejero más, sino el presidente del IFE. Este candado inicial ha roto las negociaciones con el PRI, que no ha expresado claramente quién es su candidato para la presidencia del Consejo –se mencionan desde Lorenzo Córdova hasta el exdirector ejecutivo del servicio profesional, Marco Antonio Baños--, y con el PRD que apoyaba como un solo bloque al ministro Genaro Góngora Pimentel, expresidente de la Suprema Corte.
La división generada en la fracción del PRD por la oposición de Andrés Manuel López Obrador a la reforma del Cofipe, puede colocar al PRD en la misma situación que en octubre de 2003: la automarginación.
A estas alturas, no se sabe a ciencia cierta quiénes son los otros dos consejeros que saldrán en este primer “escalonamiento”, ni cuáles serán las consideraciones que llevarán a los legisladores a definir por qué ellos son peores que los otros seis consejeros que se quedarán.
Se mencionan insistentemente los nombres de la consejera Alejandra Latapí y de Rodrigo Morales. En este segundo caso, porque él mismo puso por delante su renuncia. Sin embargo, hay una fuerte presión para incluir en la lista de los tres primeros consejeros a Marco Antonio Gómez Alcántar, quien llegó en octubre de 2003 como una “cuota” del Partido Verde.
Otras versiones señalan que el PAN puso como condición que ninguno de “sus” consejeros sea removido. Esto implicará que ni Arturo Sánchez ni Rodrigo Morales ni Andrés Albo salgan en este primer escalonamiento.
Entre los 39 finalistas, de la lista inicial de 493 inscritos, deberá salir también el nombramiento de los dos consejeros. El criterio no está claro en este terreno. Los legisladores definieron un primer método basado en las calificaciones. Si así fuera, los tres promedios más altos son el ex embajador Jorge Eduardo Navarrete; el expresidente del IEDF, Javier Santiago, y el académico Lorenzo Córdova.
Sin embargo, el criterio de la más alta calificación fue alterado por los propios diputados. Para que sus candidatos de “cuota” entraran, abrieron la lista, y entre los nombres más mencionados, se encuentran el de Irma Sandoval, académica de la UNAM, especializada en transparencia electoral, quien llegó con un fuerte apoyo de organizaciones ciudadanas, al igual que el consejero electoral del IFE en Puebla, Alfredo Figueroa, cuyo prestigio entre las redes ciudadanas dedicadas a la observación electoral es muy superior al de los candidatos de “cuota” partidista.
Otros nombres son los del académico del CIDE, Benito Nacif, y del comentarista Ezra Shabot, presuntamente apoyados por el PAN, así como el del exconsejero Virgilio Rivera, el politólogo del ITAM; José Fernández Santillán, el exconsejero del IEDF; Leonardo Valdés, y hasta la exfiscal especial para delitos electorales, María de los Angeles Fromow, cuyo nombre ha sido abiertamente vetado por el PRD.
El último round de esta negociación que ha exhibido tropiezos, vilezas y bajas pasiones políticas –como la que provocó la airada renuncia de María Marván, expresidenta del IFAI, a pesar de contar con el apoyo del PAN y del PRI-- se definirá en los próximos días.
Sin embargo, para los que han observado el texto de la reforma al Cofipe, la verdadera joya de la corona no será un cargo en el Consejo General del IFE, sino la nueva figura de contralor del Instituto, con amplios poderes de administración y sanción de los recursos públicos. Y ahí sí la cuota parece ya reservada para el grupo político impulsor de esta reforma electoral en la Cámara de Diputados y en el Senado. El futuro y poderoso contralor podría ser Marco Antonio Baños, la carta más fuerte del beltronismo.
México, D.F., 12 de diciembre (apro).- Entrampados en las negociaciones, los partidos en la Cámara de Diputados acabarán confirmando lo que durante todos estos meses negaron: que la recomposición del Instituto Federal Electoral (IFE) será un asunto de cuotas partidistas y no de capacidades, prestigios o consensos.
De entrada, el relevo escalonado de los consejeros del IFE se planteó mal y parece que se resolverá peor. Todo el interés de los grupos políticos en las negociaciones se ha concentrado en quién sustituirá al consejero- presidente Luis Carlos Ugalde y no en el perfil necesario para el relevo escalonado de los tres consejeros, incluyendo a Ugalde.
El exconsejero electoral, Mauricio Merino, apoyado presuntamente por el PAN y Los Pinos, lo definió muy bien en su comparecencia: él compite no por ser un consejero más, sino el presidente del IFE. Este candado inicial ha roto las negociaciones con el PRI, que no ha expresado claramente quién es su candidato para la presidencia del Consejo –se mencionan desde Lorenzo Córdova hasta el exdirector ejecutivo del servicio profesional, Marco Antonio Baños--, y con el PRD que apoyaba como un solo bloque al ministro Genaro Góngora Pimentel, expresidente de la Suprema Corte.
La división generada en la fracción del PRD por la oposición de Andrés Manuel López Obrador a la reforma del Cofipe, puede colocar al PRD en la misma situación que en octubre de 2003: la automarginación.
A estas alturas, no se sabe a ciencia cierta quiénes son los otros dos consejeros que saldrán en este primer “escalonamiento”, ni cuáles serán las consideraciones que llevarán a los legisladores a definir por qué ellos son peores que los otros seis consejeros que se quedarán.
Se mencionan insistentemente los nombres de la consejera Alejandra Latapí y de Rodrigo Morales. En este segundo caso, porque él mismo puso por delante su renuncia. Sin embargo, hay una fuerte presión para incluir en la lista de los tres primeros consejeros a Marco Antonio Gómez Alcántar, quien llegó en octubre de 2003 como una “cuota” del Partido Verde.
Otras versiones señalan que el PAN puso como condición que ninguno de “sus” consejeros sea removido. Esto implicará que ni Arturo Sánchez ni Rodrigo Morales ni Andrés Albo salgan en este primer escalonamiento.
Entre los 39 finalistas, de la lista inicial de 493 inscritos, deberá salir también el nombramiento de los dos consejeros. El criterio no está claro en este terreno. Los legisladores definieron un primer método basado en las calificaciones. Si así fuera, los tres promedios más altos son el ex embajador Jorge Eduardo Navarrete; el expresidente del IEDF, Javier Santiago, y el académico Lorenzo Córdova.
Sin embargo, el criterio de la más alta calificación fue alterado por los propios diputados. Para que sus candidatos de “cuota” entraran, abrieron la lista, y entre los nombres más mencionados, se encuentran el de Irma Sandoval, académica de la UNAM, especializada en transparencia electoral, quien llegó con un fuerte apoyo de organizaciones ciudadanas, al igual que el consejero electoral del IFE en Puebla, Alfredo Figueroa, cuyo prestigio entre las redes ciudadanas dedicadas a la observación electoral es muy superior al de los candidatos de “cuota” partidista.
Otros nombres son los del académico del CIDE, Benito Nacif, y del comentarista Ezra Shabot, presuntamente apoyados por el PAN, así como el del exconsejero Virgilio Rivera, el politólogo del ITAM; José Fernández Santillán, el exconsejero del IEDF; Leonardo Valdés, y hasta la exfiscal especial para delitos electorales, María de los Angeles Fromow, cuyo nombre ha sido abiertamente vetado por el PRD.
El último round de esta negociación que ha exhibido tropiezos, vilezas y bajas pasiones políticas –como la que provocó la airada renuncia de María Marván, expresidenta del IFAI, a pesar de contar con el apoyo del PAN y del PRI-- se definirá en los próximos días.
Sin embargo, para los que han observado el texto de la reforma al Cofipe, la verdadera joya de la corona no será un cargo en el Consejo General del IFE, sino la nueva figura de contralor del Instituto, con amplios poderes de administración y sanción de los recursos públicos. Y ahí sí la cuota parece ya reservada para el grupo político impulsor de esta reforma electoral en la Cámara de Diputados y en el Senado. El futuro y poderoso contralor podría ser Marco Antonio Baños, la carta más fuerte del beltronismo.