Un Ratón Vaquero
* Vicente Fox es capaz de falsear la historia y alterar las fechas con tal de figurar como el único protagonista de la transición de México a la democracia, para pasar como el único hombre que expuso su vida y su integridad física en todo momento con el fin de lograr la caída de una «dictadura de 70 años
Jueves 13 de Diciembre de 2007
Es la historia de un tramposo consumado que se revela de cuerpo completo en la página 98 de su libro La revolución de la esperanza (Editorial Aguilar, México 2007). Tomaba tequila con los choferes de la Pepsi en las viejas cantinas para camioneros, hasta el amanecer. «A menudo tomaba una Coca Cola y un huevo crudo por todo desayuno, o tal vez una rápida cerveza si tenía ‘cruda’. Luego había que sentarse en el asiento delantero, tomar un picahielos y pinchar los neumáticos del camión de Pepsi que estaba atrás».
Vicente Fox define aquello: «Era la guerra». «Como hacer que las últimas y pocas botellas de Pepsi que había en el refrigerador se les cayeran de las manos mientras reabastecían sus tiendas, destrozándolas silenciosamente en el piso del refrigerador», o decirle al tendero que «la Pepsi era una mierda y nadie la compraba, que los obreros se orinaban sobre ella en la planta, lo que haría que sus hijitos se enfermaran del estómago». Con esos métodos abrió mercado para la marca refresquera para la que trabajaba.
Orgulloso de su raigambre gringa, el hombre que tuvo en sus manos los destinos de México del 2000 al 2006, se muestra tal como es al hablar del episodio de la Revolución Mexicana que vivieron sus ancestros en 1916 en el rancho San Cristóbal, Guanajuato, frente a quienes él ubica como villistas: «La bandera que mi padre había izado como desafío a los bandidos, para celebrar el 4 de julio».
-¿Qué dice?, preguntó Joseph, quien no entendía el idioma español ni la insolencia de aquellos bandidos que habían invadido su hogar. «¡Este es territorio norteamericano!, gritó mi abuelo». Más adelante señala: «No debemos temer a la invasión cultural, sino recibirla con los brazos abiertos. Algo podemos aprender».
Sólo que los villistas fueron derrotados en 1915 en Celaya por Obregón y para 1916 ni rastro de ellos quedaba en el Bajío guanajuatense, puesto que los pocos sobrevivientes se habían replegado a Chihuahua.
Fox es tan ignorante que al hacer un recuento de la historia habla del «guerrillero-bandido del norte Pancho Villa, o del demócrata hacendado-espiritista Francisco I. Madero, del general rebelde Venustiano Carranza […] pero en realidad eran hombres hambrientos, desempleados y alcohólicos, desposeídos y desarraigados. Forajidos».
Vale enfatizar el desprecio por quien públicamente ostentó como su «héroe» personal, Madero, y por quienes exaltó en las ceremonias del 20 de noviembre durante su gobierno. Habría que aclararle que Carranza no fue nunca militar, mucho menos general rebelde, sino un civil que siendo gobernador de Coahuila enarbolando la bandera del respeto a la Constitución se levantó contra la dictadura del asesino y usurpador de la Presidencia de la República, Victoriano Huerta.
Fox incurre en otra imprecisión al hablar, a propósito de sus ancestros, de su abuela Elena Pont, hija de un soldado francés de los ejércitos de Napoleón III. Aunque los franceses desembarcaron a fines de 1861 y la batalla de Puebla ocurrió el 5 de mayo de 1862, Fox anota: «El 18 de mayo de 1864 los franceses habían desembarcado un ejército invasor en Veracruz».
Uno de los grandes dolores que aquejan al ex presidente de México es que el presidente Lázaro Cárdenas haya emprendido un acto de justicia social con la reforma agraria, para él todo se resume en que su familia fue despojada de cuatro mil hectáreas: «Cárdenas impuso la reforma agraria del ejido y envió invasores armados a arrancar San Cristóbal a la familia Fox […] los federales reclutaron a campesinos sin tierras de otros estados, desde ebrios rufianes hasta verdaderos menesterosos, y los enviaron a asaltar las huertas de granjas como San Cristóbal».
Fox es capaz de falsear la historia y alterar las fechas con tal de figurar como el único protagonista de la transición de México a la democracia, para pasar como el único hombre que expuso su vida y su integridad física en todo momento con el fin de lograr la caída de una «dictadura de 70 años», de tal manera que confunde a Emilio Azcárraga Vidaurreta con su hijo Emilio Azcárraga Milmo, y llama al primero El Tigre y poco le importa que Televisa haya nacido en 1972, él la ubica en los 60 cuando lo que existía era Telesistema Mexicano.
Poco le importa alterar las fechas con tal de verse como protagonista, así afirma que el PAN ganó su primera gubernatura en 1992, cuando él era candidato en Guanajuato, su partido ganó Baja California aunque a él le haya tocado perder.
Aunque la realidad fue que Ernesto Rufo ganó en 1989 y él contendió contra el PRI en 1991.
Pero igual de largo se va al hablar de su segundo intento, mezcla los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, a quienes ubica como reformadores del PRI y de quienes expresa que si a ellos siendo parte del sistema les tocó, se pregunta qué le hubiera pasado a él que en ese momento nuevamente disputaba la gubernatura de Guanajuato, con la rebelión zapatista -que a su decir estalló a fines de 1994- aunque Fox fue candidato en 1995, pese a ello dice que le ganó a Salinas, pese a que para ese tiempo éste estaba ya en el exilio y poco pesaba en el panorama político nacional.
Fox dice que cuando se reunió con Bush en el rancho San Cristóbal le dijo: «Necesitas una reforma de la energía para abrir tus mercados a la inversión privada» y acepta que, ante los obstáculos que encontró en el Congreso de la Unión, se fue por la libre con los llamados contratos de servicios múltiples, que de facto metieron la inversión privada en el sector energético del país.
Por último señala que su máximo deseo fue siempre ser un vaquero y que sus ídolos fueron John Wayne y los héroes de los westerns de Hollywood.
Jueves 13 de Diciembre de 2007
Es la historia de un tramposo consumado que se revela de cuerpo completo en la página 98 de su libro La revolución de la esperanza (Editorial Aguilar, México 2007). Tomaba tequila con los choferes de la Pepsi en las viejas cantinas para camioneros, hasta el amanecer. «A menudo tomaba una Coca Cola y un huevo crudo por todo desayuno, o tal vez una rápida cerveza si tenía ‘cruda’. Luego había que sentarse en el asiento delantero, tomar un picahielos y pinchar los neumáticos del camión de Pepsi que estaba atrás».
Vicente Fox define aquello: «Era la guerra». «Como hacer que las últimas y pocas botellas de Pepsi que había en el refrigerador se les cayeran de las manos mientras reabastecían sus tiendas, destrozándolas silenciosamente en el piso del refrigerador», o decirle al tendero que «la Pepsi era una mierda y nadie la compraba, que los obreros se orinaban sobre ella en la planta, lo que haría que sus hijitos se enfermaran del estómago». Con esos métodos abrió mercado para la marca refresquera para la que trabajaba.
Orgulloso de su raigambre gringa, el hombre que tuvo en sus manos los destinos de México del 2000 al 2006, se muestra tal como es al hablar del episodio de la Revolución Mexicana que vivieron sus ancestros en 1916 en el rancho San Cristóbal, Guanajuato, frente a quienes él ubica como villistas: «La bandera que mi padre había izado como desafío a los bandidos, para celebrar el 4 de julio».
-¿Qué dice?, preguntó Joseph, quien no entendía el idioma español ni la insolencia de aquellos bandidos que habían invadido su hogar. «¡Este es territorio norteamericano!, gritó mi abuelo». Más adelante señala: «No debemos temer a la invasión cultural, sino recibirla con los brazos abiertos. Algo podemos aprender».
Sólo que los villistas fueron derrotados en 1915 en Celaya por Obregón y para 1916 ni rastro de ellos quedaba en el Bajío guanajuatense, puesto que los pocos sobrevivientes se habían replegado a Chihuahua.
Fox es tan ignorante que al hacer un recuento de la historia habla del «guerrillero-bandido del norte Pancho Villa, o del demócrata hacendado-espiritista Francisco I. Madero, del general rebelde Venustiano Carranza […] pero en realidad eran hombres hambrientos, desempleados y alcohólicos, desposeídos y desarraigados. Forajidos».
Vale enfatizar el desprecio por quien públicamente ostentó como su «héroe» personal, Madero, y por quienes exaltó en las ceremonias del 20 de noviembre durante su gobierno. Habría que aclararle que Carranza no fue nunca militar, mucho menos general rebelde, sino un civil que siendo gobernador de Coahuila enarbolando la bandera del respeto a la Constitución se levantó contra la dictadura del asesino y usurpador de la Presidencia de la República, Victoriano Huerta.
Fox incurre en otra imprecisión al hablar, a propósito de sus ancestros, de su abuela Elena Pont, hija de un soldado francés de los ejércitos de Napoleón III. Aunque los franceses desembarcaron a fines de 1861 y la batalla de Puebla ocurrió el 5 de mayo de 1862, Fox anota: «El 18 de mayo de 1864 los franceses habían desembarcado un ejército invasor en Veracruz».
Uno de los grandes dolores que aquejan al ex presidente de México es que el presidente Lázaro Cárdenas haya emprendido un acto de justicia social con la reforma agraria, para él todo se resume en que su familia fue despojada de cuatro mil hectáreas: «Cárdenas impuso la reforma agraria del ejido y envió invasores armados a arrancar San Cristóbal a la familia Fox […] los federales reclutaron a campesinos sin tierras de otros estados, desde ebrios rufianes hasta verdaderos menesterosos, y los enviaron a asaltar las huertas de granjas como San Cristóbal».
Fox es capaz de falsear la historia y alterar las fechas con tal de figurar como el único protagonista de la transición de México a la democracia, para pasar como el único hombre que expuso su vida y su integridad física en todo momento con el fin de lograr la caída de una «dictadura de 70 años», de tal manera que confunde a Emilio Azcárraga Vidaurreta con su hijo Emilio Azcárraga Milmo, y llama al primero El Tigre y poco le importa que Televisa haya nacido en 1972, él la ubica en los 60 cuando lo que existía era Telesistema Mexicano.
Poco le importa alterar las fechas con tal de verse como protagonista, así afirma que el PAN ganó su primera gubernatura en 1992, cuando él era candidato en Guanajuato, su partido ganó Baja California aunque a él le haya tocado perder.
Aunque la realidad fue que Ernesto Rufo ganó en 1989 y él contendió contra el PRI en 1991.
Pero igual de largo se va al hablar de su segundo intento, mezcla los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, a quienes ubica como reformadores del PRI y de quienes expresa que si a ellos siendo parte del sistema les tocó, se pregunta qué le hubiera pasado a él que en ese momento nuevamente disputaba la gubernatura de Guanajuato, con la rebelión zapatista -que a su decir estalló a fines de 1994- aunque Fox fue candidato en 1995, pese a ello dice que le ganó a Salinas, pese a que para ese tiempo éste estaba ya en el exilio y poco pesaba en el panorama político nacional.
Fox dice que cuando se reunió con Bush en el rancho San Cristóbal le dijo: «Necesitas una reforma de la energía para abrir tus mercados a la inversión privada» y acepta que, ante los obstáculos que encontró en el Congreso de la Unión, se fue por la libre con los llamados contratos de servicios múltiples, que de facto metieron la inversión privada en el sector energético del país.
Por último señala que su máximo deseo fue siempre ser un vaquero y que sus ídolos fueron John Wayne y los héroes de los westerns de Hollywood.