El nuevo presidente .... Fuera populismo del poder
Raúl Sinobas Solís
Tiene razón el presidente Felipe Calderón cuando afirma que la tragedia tabasqueña no tiene colores ni filiaciones partidistas. No es la hora de buscar quién la hizo o quién la paga, sino de sumar esfuerzos para sacar del agua a ese bello y rico estado de nuestro país, pero sobre todo para que los tabasqueños salgan adelante lo antes posible.
Pero falta a la verdad cuando recurre al más rampante y vulgar populismo y se mete a la desgracia para repartir litros de leche o unas botellas de agua con una expresiva y alegre sonrisa Colgate. Las cámaras de televisión, que todo lo pueden hacer ver bello, simplemente lo mostraron como anfitrión de fiesta regalando bolos.
Por eso, y por segundo trimestre consecutivo, su popularidad cayó y no sólo eso, sino que se incrementó la cantidad de mexicanos que reprueban su forma de gobernar.
Sus asesores deben replantear la estrategia mediática presidencial y revertir esa percepción negativa que hay por la situación económica que padece la mayoría de la sociedad.
La gravísima situación que sufren cientos de miles de tabasqueños, apaciguó los ánimos por la anterior tragedia en las plataformas petroleras, pero es un frente al que se le debe dar puntual solución, deslindar responsabilidades y sancionar a los responsables.
El presidente Calderón debe aceptar que la luna de miel con los ciudadanos que vieron como positivo su triunfo ya terminó y, por ello, seguirá cargando por unos meses más la opinión negativa de muchos mexicanos que cada semana llena el tanque de gasolina de su vehículo.
Los mexicanos de hoy no quieren ver a Andrés Manuel López Obrador, a Roberto Madrazo ni a Felipe Calderón haciendo campaña en Tabasco. Exigen que los dos primeros se mantengan al margen y ayuden en lo individual, y que el jefe del Poder Ejecutivo federal, más que apelar a la generosidad de los mexicanos, ponga toda la fuerza del Estado al servicio de ese estado de la federación, para que vuelva a la normalidad.
El Presidente de la República tiene que tomar el mando en Tabasco, porque así se lo pidió y suplicó el gobernador Andrés Granier. Y puede visitar esa entidad e incluso permanecer ahí el tiempo que sea necesario, pero sin restringir un sólo minuto el espacio aéreo. Puede y debe ir a los albergues para dar ánimo a los afectados, pero sin las cámaras de televisión. Pero sobre todo, tiene que ser, como depositario del erario público, quien garantice que haya todo lo necesario para que la tragedia no dure un minuto más.
Tiene razón el presidente Felipe Calderón cuando afirma que la tragedia tabasqueña no tiene colores ni filiaciones partidistas. No es la hora de buscar quién la hizo o quién la paga, sino de sumar esfuerzos para sacar del agua a ese bello y rico estado de nuestro país, pero sobre todo para que los tabasqueños salgan adelante lo antes posible.
Pero falta a la verdad cuando recurre al más rampante y vulgar populismo y se mete a la desgracia para repartir litros de leche o unas botellas de agua con una expresiva y alegre sonrisa Colgate. Las cámaras de televisión, que todo lo pueden hacer ver bello, simplemente lo mostraron como anfitrión de fiesta regalando bolos.
Por eso, y por segundo trimestre consecutivo, su popularidad cayó y no sólo eso, sino que se incrementó la cantidad de mexicanos que reprueban su forma de gobernar.
Sus asesores deben replantear la estrategia mediática presidencial y revertir esa percepción negativa que hay por la situación económica que padece la mayoría de la sociedad.
La gravísima situación que sufren cientos de miles de tabasqueños, apaciguó los ánimos por la anterior tragedia en las plataformas petroleras, pero es un frente al que se le debe dar puntual solución, deslindar responsabilidades y sancionar a los responsables.
El presidente Calderón debe aceptar que la luna de miel con los ciudadanos que vieron como positivo su triunfo ya terminó y, por ello, seguirá cargando por unos meses más la opinión negativa de muchos mexicanos que cada semana llena el tanque de gasolina de su vehículo.
Los mexicanos de hoy no quieren ver a Andrés Manuel López Obrador, a Roberto Madrazo ni a Felipe Calderón haciendo campaña en Tabasco. Exigen que los dos primeros se mantengan al margen y ayuden en lo individual, y que el jefe del Poder Ejecutivo federal, más que apelar a la generosidad de los mexicanos, ponga toda la fuerza del Estado al servicio de ese estado de la federación, para que vuelva a la normalidad.
El Presidente de la República tiene que tomar el mando en Tabasco, porque así se lo pidió y suplicó el gobernador Andrés Granier. Y puede visitar esa entidad e incluso permanecer ahí el tiempo que sea necesario, pero sin restringir un sólo minuto el espacio aéreo. Puede y debe ir a los albergues para dar ánimo a los afectados, pero sin las cámaras de televisión. Pero sobre todo, tiene que ser, como depositario del erario público, quien garantice que haya todo lo necesario para que la tragedia no dure un minuto más.