México S.A.
* Mucha defensa del rey, pero ni hablar de la intentona golpista contra Venezuela
Carlos Fernández-Vega
A principios del 2007 que se extingue, el precio promedio de la mezcla mexicana de exportación reportaba una tendencia descendente que provocó manifestaciones de histeria en no pocas cabezas visibles del circuito gubernamental-empresarial, las cuales reaccionaron como suelen hacerlo en estos casos: de forma acelerada y con el recorte presupuestal a punto, porque el oro negro (aún) nacional estaba por abajo del promedio anual estimado en los criterios generales de política económica (42.5 dólares).
En ese histérico arranque, el circuito reclamaba agriamente “la irresponsable decisión” de los diputados federales de aprobar un precio promedio por barril exportable “exageradamente alto” para 2007, es decir, 42.8 dólares (ligeramente por arriba del fijado en los criterios generales), por lo que se alistaban al recorte presupuestal y exigían las cabezas de algunos inquilinos de San Lázaro.
En efecto, a mediados de enero pasado dicho barril reportó una cotización cercana a 40 dólares, pero ese precio, de ninguna manera, representaba el promedio citado. A partir de entonces, la mezcla de exportación reporta alza constante, al grado que 11 meses después de aquella histérica reacción, el oro negro (aún) nacional que se vende en el mercado internacional se cotiza casi al doble de lo fijado en los referidos criterios.
Lo cierto, sin embargo, es que en el transcurso de 2007 las señales de alerta se encendieron en una sola ocasión: el 18 de enero, cuando el barril mexicano rozó los 40 dólares. Después de eso, la recuperación fue lenta pero sostenida, para después reportar, un día sí y otro también, récord tras récord, de acuerdo con la tendencia internacional, hasta superar los 80 dólares en estos días y aproximarse al doble del precio que aquellos “irresponsables” diputados fijaron de forma “exageradamente alta” para el presente año. No hay que olvidar que este tipo de pataletas se registraron en el sexenio del “cambio”, a pesar de que en ese periodo la cotización del crudo mexicano en los mercados internacionales alcanzó niveles históricos y los ingresos extraordinarios también, generando excedentes igual de históricos que de fantasmales, porque a estas alturas nadie sabe, bien a bien, dónde quedaron.
En enero de 2007, el promedio de la mezcla mexicana fue de 44.4 dólares por barril; en marzo se elevó a 50.47 dólares; ya en junio alcanzó los 59.99 dólares, en septiembre 66.18 dólares y en octubre 72.89. Para noviembre se estima que el promedio supere los 80 dólares. Para 2008, los diputados federales fijaron en 49 dólares el precio promedio del barril mexicano de exportación. Si bien la plataforma de exportación se ha reducido marginalmente, el continuo incremento de los precios internacionales a lo largo del año prácticamente resarce el efecto financiero de tal recorte, lo que se compara favorablemente con el raquítico comportamiento de la economía nacional.
No es secreto que desde que el régimen salinista decretó la “despetrolización” de las finanzas públicas, éstas dependen cada vez en mayor medida de los ingresos petroleros, de tal suerte que el precio de la mezcla mexicana de exportación es factor fundamental para mantener el barco medianamente a flote, a pesar del capitán y los marineros.
Nada mal le ha ido al “nuevo” gobierno mexicano (“cambio” con “continuidad”) en materia de precios de la mezcla mexicana de exportación: salvo el “susto” que se llevó el de las ideas cortas y la lengua larga al arranque de su sexenio (con los consecuentes recortes presupuestales): en 2001 el barril promedió 18.61 dólares; un año después, se incrementó a 21.52, y en 2003 llegó a 24.78 dólares. En la segunda mitad del sexenio el perfil mejoró: en 2004 se elevó a 31.05 dólares; en 2005 a 42.71, y el cierre, 2006, a 53.04 dólares. El presente año pinta, hasta ahora, como el mejor, con un promedio cercano a 70 dólares.
El petróleo, pues, se mantiene como tabla de salvación. Sólo queda que los mexicanos sepan en qué se gastan los ingresos.
Las rebanadas del pastel
Los lectores monárquicos se han enojao, y sacan a relucir su compendio de clichés: A) “desacuerdo absoluto con el contenido de su artículo (México SA de ayer), porque si en España hay rey es porque el pueblo lo refrendó en las elecciones constituyentes de 1978, en nuestra verdadera democracia. Mire dentro de su país, que extermina a la minoría indígena y donde sus gobernantes roban sin cesar (N. de la R.: herencia de la conquista española), sean del color que sean” (Salvador Martín, salvadormart@gmail.com)... B) “si quieres ver a un faschista, sólo mira un espejo (Roberto Infante, infante_roberto@hotmail.com)... Y C) “´la mejor cara de una democracia no es precisamente una monarquía´ es una afirmación un poco ligera, ¿no les parece? Les recuerdo que la monarquía ha sido elegida por los españoles. Dieron su sí en la Constitución de 1978. Es tan democrático como cualquier otro sistema (¿el franquismo, por ejemplo?), y lo es porque lo ha querido la inmensa mayoría de los españoles. Parece mentira que haya que recordar algo tan obvio. No sé si es ignorancia y radicalismo de corte izquierdista. Lo que sí es de dudosa calidad democrática es no aceptar unas elecciones generales y formar un gobierno paralelo al margen de la ley. ¿Les suena? A Aznar lo estáis engrandeciendo con las calumnias continuas de la prensa pro-cubana, chavista, comunista, etcétera. Los progres, así os llamamos en España, no sois los más indicados para dar lecciones de democracia. Cuando se insulta es que no tenéis demasiados argumentos” (Francisco Javier González Navarro, jgn14@hotmail.com)... Pero sobre la intentona golpista en Venezuela, nada de nada.