CONJETURAS
Alvaro Cepeda Neri
jueves, 18 de octubre de 2007
Necesitado de un calderonista a toda prueba, el inquilino de Los Pinos echó mano de Germán Martínez Cázares (quien busca hacer méritos para colarse a los precandidatos presidenciales, para la sucesión) con casi 20 años de panista, no tan derechoso como Manuel Espino, pero igual de entrón, para que triunfe, a como dé lugar y por todos los medios posibles e imposibles, obtenga la presidencia nacional del PAN. Los actuales dirigentes panistas: Espino y Espina hacen honor a sus apellidos: son punzantes traidores al servicio del foxismo a los que deben darles, en los términos del derecho romano: capitis deminutio máxima.
Ese principio de lo que fue el derecho positivo, en la Roma donde se consolida e inicia el florecimiento jurídico (que sistematiza metódicamente Hans Kelsen) significa, políticamente, que Espino-Espina deben desaparecer del panismo y del calderonismo. Manuel Espino, cuentan sus allegados, ha decidido refugiarse en brazos de Robinson-Bours, allá en Sonora, donde con todo y familia e intereses, el "alacrán" duranguense, decidió radicar. Espino cree que impondrá gobernador en la entidad con la complicidad de Bours.
El asunto es que con el relevo de Germán Martínez, para dar la estafeta como titular de la ineficaz, inservible y totalmente de adorno Secretaría de la Función Pública (desde el nombre es un bodrio, ya que mañosamente Fox le quitó lo de Contraloría), al que fuera subsecretario Salvador Vega Casillas, parece que se repite la vieja historia de los "peces gordos". Recordarán los lectores que durante el foxismo y ahora con el calderonismo, el sexenio empezó con que esa secretaría pescaría a los corruptos... mientras Fox, Mart(h)a y la hijastra de ésta e hija de aquél, con el encubrimiento de Carlos Rojas Magnon, le entraron a la corrupción con lo de las toallas.
Fue pura faramalla. El foxismo, como sabemos, estuvo nadando en el excremento de la corrupción. Y tan es así que ya fue pillado, por enésima vez, presumiendo ("imprudencia" dijo en complicidad la Conferencia del Episcopado del Catolicismo) de su riqueza y sus gustos, excesos por enseñarlos al estilo, como dijeron algunos diputados federales, de los narcos y de los nacos. No hubo en el sexenio pasado la pesca ni de un charal ni de un ajolote. Los "peces gordos", convertidos en tiburones, la gozan de lo lindo en el mar de la impunidad.
Así que si con el foxismo, a los pocos meses, hubo un relevo en la dependencia encargada de perseguir y sancionar a los corruptos. Lo mismo acaba de pasar con el calderonismo. Se repite la comedia con el nuevo titular: michoacano; ex priísta, luego panista y amigo de Calderón. No es abogado. Es contador. A lo mejor ni caña de pescar tiene, y fue puesto para repetir la historia de los "peces gordos". A menos que vaya en serio lo de esculcar a Fox y a la mafia de Mart(h)a. Sin embargo, el pesimismo es mayor: el presidencialismo a la mexicana es para encubrirse unos a otros. Y Calderón no se atreverá a romper ese tabú, pues lleva visos de ser un presidente más del montón.