PARA EL ALCALDE DE BOCA DEL RIO ES UN HEROE PARA EL RESTO ES......
Pablo Trejo
Hace más de trece años, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el futuro que se nos presentaba era aparentemente promisorio, abarcaba cuando menos una imagen sólida de la economía, el poder adquisitivo en algo se había recuperado, la contención de la inflación y el crecimiento de las inversiones. Pero esta breve prosperidad tenía su base fundamentalmente en dos factores artificiales: la sobreestimación del valor de la moneda, esto es, que de manera artificial se mantenía el tipo de cambio peso-dólar por encima de su valor real, y en el otorgamiento de créditos a mediano y largo plazo para el consumo, créditos para automóviles, vivienda y en algunos casos para financiar la expansión de pequeñas y medianas empresas.
Como contraparte, las exportaciones se debilitaron alarmantemente; era indispensable revisar el tipo de cambio, esto significaba devaluar la moneda, pero toda vez que se acercaba el proceso electoral de 1994, el gobierno optó por mantener el espejismo de la prosperidad y posponer estas medidas hasta que la economía no aguantara más, lo cual en efecto, sucedió entre diciembre de 1994 y los primeros meses de 1995, con el famoso y conocido, error de diciembre.
La prosperidad del último trienio de Salinas, no fue otra cosa que, una expansión coyuntural del consumo, basada en el crédito bancario, cuyos efectos en el crecimiento de la producción fueron mínimos, toda vez que la apertura indiscriminada del mercado externo y la sobre valorización del tipo de cambio, hicieron que la demanda de productos se satisficiera con un crecimiento explosivo de las importaciones. El crédito bancario sólo sirvió para beneficiar a otros países, que desde entonces exportan a México artículos de consumo de dudosa calidad.
La crisis de 1994 y 1995 provocó que se registrara a partir de estos años y hasta 1996, un crecimiento cero del economía, en ese periodo quebraron cientos de pequeñas y medianas empresas, miles de deudores de la banca heredaron deudas impagables y el erario público asumió los costos de la quiebra del sistema financiero nacional que se estiman en más de 100 mil millones de dólares y que ahora todos los mexicanos seguimos pagando.
Los efectos sociales fueron más terribles, ya que en esos años se detonó el crecimiento de la delincuencia en todas sus formas y con ello, el incremento de la inseguridad pública.
Recordemos que Salinas llegó a la presidencia en medio del escándalo, de un evidente fraude electoral; que durante su gobierno se denunció la muerte de cerca de 600 opositores, la mayoría de ellos militantes del PRD, que trató de neutralizar los efectos de una larga crisis económica, que para entonces sumaba más de diez años y había acumulado cuatro severas devaluaciones, y una inflación de más de tres dígitos, por lo que el valor de la moneda se había pulverizado.
Con el fin de estabilizar la economía, continuaron los pactos con los empresarios y sindicatos para reducir la inflación, luego, se realizó la apertura continúa e indiscriminada del mercado, firmando diversos tratados de libre comercio y se sustituyó a la vieja moneda devaluada por otra. Los privilegiados hombres de negocios, que fueron cómplices de la crisis y al mismo tiempo sus únicos beneficiarios, siguen ahí atrás del poder, el PRI salió de Los Pinos, pero ellos, los dueños de los grandes capitales siguen dando órdenes, antes a Salinas, Zedillo, Fox y hoy a Calderón.
Existen muchas similitudes entre los sexenios de Salinas y Fox, no solamente en el ámbito económico, que pudiera ser el más representativo, es por ello, que lo anterior viene a colación debido a que hace un par de años, un diario de circulación nacional publicó que hay una estatua erigida en honor al ex Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, que se encuentra al resguardo de las altas murallas de los Pinos, si hubiera sido colocada en una plaza pública, con seguridad ya no estaría en pie, como sucedió el fin de semana pasado con la estatua de Vicente Fox.
Como ocurrió después del sexenio de Carlos Salinas, los mexicanos nos sentimos ofendidos por los actos de corrupción y de impunidad que ahora salen a la luz pública, al igual que Salinas, Fox debería de ir pensando en el autoexilio, lo sucedido el fin de semana es el merecido final para la figura de Vicente Fox.