EL ASNO CAIDO
Alberto Híjar
miércoles, 17 de octubre de 2007
El derrumbe de la estatua de siete metros de Vicente Fox en Boca del Río, Veracruz, ha sido equiparado con el del gran Sadam Hussein transmitido a todo el mundo a todo color. Esto es falso porque lo ocurrido en Bagdad fue una bravata de los invasores yanquis provistos de cables y herramientas apropiadas con la multitud participante como parte del desmadre de la guerra cuando todo se sale de madre, los ríos con los puentes y las esclusas voladas y también los ánimos. El acto fue usado como parte de la propaganda contra el dictador, a cambio de ignorar las manifestaciones a su favor.
Lo de Boca del Río tiene que ver con el hartazgo urgido de significar las cosas con criterio propio y no como las autoridades imponen. Las reatas, las cadenas de jaladores y sobre todo los gritos de aprobación, tienen que ver más bien con el derrumbe de la gran estatua de Anastasio Somoza que parecía inamovible y sin embargo cayó. La gran cabeza fue arrastrada no menos de tres kilómetros y apareció mucho después por los rumbos del Ministerio de Cultura. Fue parte orgánica de la insurrección popular que, en efecto, derrumbó la dictadura y al dictador huido a Miami por supuesto. Así como todos los buenos vamos al cielo, los tiranos van a Miami y los turistas mentales a Las Vegas y Disney World.
Más apropiadamente, tiene que ver con insurrecciones efímeras como cuando los universitarios quitaron el nombre a la avenida Casas Alemán y lo sustituyeron por el de Universidad que para el nulo asombro de las generaciones futuras a 1954, ignoran el hecho pero viajan tranquilos por su avenida. Ha habido derrumbes con insurrecciones o actos tipo comando secreto como el que puso un petardo en el pecho de la enorme estatua de Miguel Alemán, idéntico a Stalin, que por no menos de setenta años insultó a los universitarios en un lugar de mucho tránsito del campus antiguo y originario de Ciudad Universitaria. Un agujero en la enorme mole de concreto armado, permaneció hasta los setenta cuando al fin pudo ser volada la gran cabeza. En ese comando estuvo el querido profesor de artes plásticas Leonel Padilla y del anterior hasta yo resulté inculpado porque el día de la explosión transmití por Radio Universidad una conferencia sobre la prensa como parte del cincuentenario de la Revolución Mexicana. Su autor, un incipiente teatrero ahora maduro en sus puestas en escena, dedicó el último tercio de su perorata a denunciar el alemanismo corrupto como organizador del Día de la Libertad de Prensa que todavía reparte premios y cheques entre los repetidores de los boletines oficiales, no sin recibir jugosos chayotes, como se conoce en el medio a las gratificaciones por las mentiras difundidas y por las omisiones adrede. Pedro Rojas, maestro en la Facultad de Filosofía y director de Radio Universidad entre otros cargos, dio instrucciones para que yo no grabara más y me corrió culpándome de la suspensión de la señal de Radio UNAM por la Secretaría de Gobernación. Una prueba más de la existencia de Dios es que ahí paró el enredo. Volviendo al punto foxiano, seguro que hay miles y quizá millones de agraviados por el cartel Fox-Sahagún, Bribiesca que debiéramos sumarnos al derrumbe del sábado 13 para impedir que se salgan con la suya los panistas que pararon los restos de la estatua sin mano victoriosa el domingo 14 por lo que se ve, con rala asistencia.
De ser así, podría ser que ocurriera igual que con el entogado Alemán de C.U. que permaneció decenios encerrado en un cubo de lámina ocupado por los murciélagos en un acto de solidaridad simbólica muy apreciable porque a veces se aventuraban a entrar a los despachos vecinos de la Torre de Rectoría para espanto de los burócratas. En 1968, el día mismo en que fue el concurso de logotipo del Movimiento ganó la Escuela de Arquitectura con el círculo incluyente de la L de Libertades y la D de democráticas, pintores solidarios intentaron pintar sobre las láminas acanaladas con poco éxito porque no es lo mismo hacerlo en un cómodo atelier, que fajarse al aire libre y con una temblorosa escalera como la usada por Fanny Rabel que pintó lo mejor, borrado por supuesto por las brigadas grises que arrasan con todo lo que pueda ofender a las autónomas autoridades autoritarias. Todo terminó cuando en tiempos de Soberón, llegamos luego de unas vacaciones y no había huella alguna de que hubiera existido una enorme pirámide de piedra de tres metros de altura arriba de la cual estaba Alemán-Stalin con su batón. Muchos años después, en alguna barranquita del Pedregal de San Angel, apareció la gran cabeza que debiera haber quedado en algún punto para ejemplo de las generaciones universitarias tan desprovistas de memoria histórica. Algo así como el tanque quemado que alguna vez estuvo en una esquina de la explanada de la Universidad del Ecuador en Quito.
Pudiéramos convocar a un concurso conceptual como el que hiciera el CAYC, Centro de Arte y Comunicación de Buenos Aires en los setenta, cuando la dictadura militar estaba en su punto más cruel. Convocó a construir un Monumento a los Presos Políticos, llegaron decenas de proyectos con todo y ubicación en plazas y avenidas importantes y luego, esos proyectos fueron exhibidos en varios países incluido México, en el Museo de Artes y Ciencias de Ciudad Universitaria cuando todavía podían hacerse estos eventos porque había impulsores que no sólo marchábamos y gritábamos. El concurso sería para restaurar el monumento a Fox. Habrá quien proponga sustituir la mano por garra o pata de chachalaca gigante, pero habrá quien diseñe una explanada con una foto de tiburones porque al cabo está a la vera del mar veracruzano y la estatua pudiera ser cubierta de pintura, llevar botas de imitación de piel de caguama para no enojar a los ecologistas, un cinturón FOX con vidriantes o hacerlo como Santo Domingo con Martha montada en sus hombros como una gran tortura que lo soporta para dar lugar a una ingeniosa metáfora, o cubrir la estatua con noticias de prensa, fotos del ranchito de San Cristóbal, sangre de los desaparecidos, lágrimas de las familias de los presos políticos, mierda de los Bribiesca, en fin todo eso o algo para mostrar que la multitud que tiró la infamante estatua en la avenida de infamante nombre no está sola ni la cosa quedó en un incidente de primera plana. Así como H.I.J.O.S, Hijos por la identidad y la justicia contra el olvido y el silencio, ha cambiado nombres de calles sustituidos por los de desaparecidos políticos, en Boca del Río podría empezar un movimiento urbanístico de significación por el poder popular.