UN MEXICO INDEFENSO Y UNA ULTRADERECHA AL ATAQUE

Dar marcha atrás o deslindarse

Por María Teresa Jardí
viernes, 13 de julio de 2007

Lo primero que pensé, al escuchar la primera noticia del estallido de los ductos de Pemex en el panista estado de Guanajuato, fue en las venidas de Aznar a asesorar al PAN que usurpa el gobierno federal.

Y seguí pensando en la ETA, tan útil para los falangistas, y volví a pensar en las venidas de Aznar a asesorar a Fecal, a Espino y a Mouriño, sale más barato cuando las asesorías se dan por docena.

Y pensé que no tardaría en rasgarse las vestiduras la telecracia diciendo que era un atentado guerrillero, pidiendo mano dura, por supuesto. Y justificando el Ejército en la calle, borradas la muerte "por gastritis" de la señora Ascensio y la emboscada de la familia, niños y maestras del CONAFE incluidas.

Y pensé que era una crónica anunciada que el usurpador fecalista iba a usar o a inventarse a un grupo guerrillero para justificar la venta de Pemex a empresas extranjeras y pensé que, como salta a la vista, es capaz de cualquier exceso --bastan como una prueba más las fotografías de FeCal, fotos con Marín y con Ulises Ruiz-- y que echaba mano del escandaloso hecho, que es siempre el estallamiento de bombas, para generar el miedo necesario para suplir en la opinión pública el escándalo de sus nexos con el chino, que sirven de entretenimiento, por estos días, a los lectores de prensa y a los que ven noticieros por la tele, a lo largo y ancho del planeta.

Después del segundo atentado y de la reivindicación que se decía existía por parte del EPR, dudé un poco al leer las ocho columnas de La Jornada y me convencí de que tenía razón al abrir a sus caricaturistas. Dude más al leer el comunicado publicado en el POR ESTO! y más aún al preguntar a algunos periodistas.

Son inaceptables los desaparecidos políticos y lo son "los levantados" que también son desaparecidos y entre los que a lo mejor también hay desaparecidos políticos. Nadie tiene derecho a desaparecer a una persona como si no hubiera existido.

Los cadáveres permiten elaborar los duelos. El desaparecido genera la angustia permanente de saberle torturado. No hay crimen más atroz que ese.

Pero la historia ha demostrado, cada vez que se ha intentado, de mil maneras, que no son justificables los actos de terrorismo ni siquiera para combatir el terrorismo de Estado, que, sí, que es el que hoy impera en México de manera brutal desde la "toma de posesión" del usurpador panista de derecha extrema.

Terrorismo de estado son los desaparecidos aunque se les llame levantados. Y terrorismo de estado son las ejecuciones cotidianas. Y terrorismo de estado es la impunidad garantizada por el usurpador desde las instituciones acabadas para beneficio de unas cuantas familias políticas y empresariales mafiosas que se reparten el país como botín de piratas.

Terrorismo de estado es propiciar un fraude por el instituto electoral y legalizarlo por medio de los tribunales y terrorismo de estado es regalar el sindicato de educación como pago a una cacique contra la que penden incluso sospechas de homicidio.

Terrorismo de estado es la llegada de sicarios contratados por el gobierno para asesinar al director de un diario.

Sí, terrorismo de estado es lo que tenemos hoy en el México gobernado por la derecha que usurpa el poder que no ganó en las urnas.
Pero eso no convierte en aceptable el sumarse a hacer el trabajo sucio que necesita --y sólo favorece-- la derecha para generar mayor violencia sobre la sociedad indefensa.

Como la ETA, la guerrilla mexicana sólo le sirve hoy a la derecha. Están a tiempo de reconsiderar su lucha, si es el caso y si no lo es deben de inmediato deslindarse.

Muchos estamos horrorizados con el país que vemos gobernado por pederastas y ahogado por la corrupción que ha destruido el entramado ético de las instituciones. Muchos pensamos que hay que denunciar y que procurar ser cada uno mejor persona, procurando rescatar los valores y luchando porque vuelvan a imperar los principios. Muchos estamos convencidos de que no vale la pena negociar con quiénes usurpan y muchos no creemos más en las elecciones a la mexicana y no vamos a seguir siendo parte de esa farsa.

Pero nada justifica el hacerle el trabajo sucio a la derecha justificando la represión en marcha.

No se equivoquen. Los millones que reconocemos a AMLO como el único Presidente legítimo de México no vamos a justificar la violencia, aunque no venga del usurpador, porque a la única que sirve la violencia es a la derecha usurpadora hoy.

Están a tiempo de reflexionar y dar marcha atrás en lo inaceptable, si los atentados fueron llevados adelante por grupos guerrilleros y si no lo fueron deben de inmediato deslindarse.