LAS SOSPECHAS SE AGLUTINAN
Félix Fuentes
La clave del escándalo gigante en que de pronto se vio involucrado el gobierno de Felipe Calderón radica en la procedencia de los 205 millones de dólares localizados en el domicilio del chino-mexicano Zhenli Ye Gong. Según informes de la Secretaría de Seguridad Pública y la PGR del 15 de marzo pasado, tan cuantiosa suma se derivó de “transacciones comerciales de pseudoefedrina”.
Sin embargo, los abogados de Ye Gon afirman que el efectivo guardado en la casa de Sierra Madre 515 corresponde a “fondos secretos de la campaña del Partido Acción Nacional”, los cuales fueron llevados allí de manera secreta entre mayo y septiembre del 2006.
En entrevista filmada por la agencia de noticias Associated Press, Ye Gon dijo que fue amenazado por “Javier Alarcón” —se entiende que es el hoy secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón—, a fin de aceptar la guarda de los dólares y otras cantidades en euros y pesos, o de lo contrario, “le darían cuello”.
Parece de ficción que Lozano hubiese confiado a un individuo de ascendencia extranjera bolsas con cinco millones de dólares cada una, en vez de depositarlo en el Banco de México o del Ejército y la Armada. ¿O se tuvo temor de que en esas instituciones fuesen identificados los dólares como propiedad del PAN?
Las sospechas se aglutinan por los confusos manejos oficiales. Si en verdad pertenece Ye Gon a la delincuencia organizada y por ese ilícito se le consignó, además de delitos contra la salud dándole trato de narcotraficante, sólo un juez debió decidir el destino del dinero incautado.
El gobierno calderonista dijo que dicha cantidad sería repartida entre dependencias de orden social y el mismo Presidente de la República anunció el uso de una parte para atender a menores afectados por los estupefacientes.
Nada de eso sucedió. Primero, los 205 millones de dólares fueron entregados al Banco del Ejército y hasta esta semana se supo de su envió al Bank of America estadounidense, para “ganar intereses”. O sea, el régimen de Calderón dispuso de un dinero ajeno, al no estar demostrada su procedencia.
Ye Gon contrató a un bufete de abogados de Nueva York, ciudad donde se pasea. Allá lo entrevistó Associated Press y negó dedicarse al narcotráfico. La misma agencia intentó hablar con Javier Lozano, quien se negó y ante el acoso periodístico la PGR reventó el silencio. Emitió un boletín el domingo pasado, sin mencionar al secretario del Trabajo.
La PGR dijo que los abogados del chino buscan, de manera inescrupulosa, chantajear con afirmaciones absurdas e inverosímiles, “intentando disuadir al gobierno de aplicar todo el peso de la ley a Ye Go”.
Cierto o no, los abogados neoyorquinos dirigieron, a través de la embajada de México en Washington, una carta al presidente Calderón, en la cual lo conminan a llegar a un acuerdo en “este asunto de naturaleza política tan sensible”. Según ellos, Ye Gon “sabe demasiado” porque tuvo conexiones con otros panistas. Hasta quisieron confiarle la custodia de lanzaderas portátiles de misiles.
En esta historia de corte fantástico surgió la versión de que Ye Gon reciba calidad de testigo protegido en Estados Unidos, lo cual sería nefasto para el gobierno mexicano por cuanto pueda surja sobre manejos oscuros. Lo mejor será, y pronto, que la PGR aclare si los 205 millones de dólares se debieron a la venta de drogas.