CONJETURAS
Alvaro Cepeda Neri
Sabihondo y con aires de superioridad, el ex presidente del tramposo Trife, José Fernando Ojesto Martínez Porcayo, con título de chicanero y artimañas del apenas alfabetizado, tronó contra los ciudadanos que fueron a las urnas en la pasada y dudosa elección presidencial. La hizo de abogado del IFE, que con el Trife y la Suprema Corte, legalizaron el amañado conteo de votos para abortar el proceso y colgarle al de la victoria pírrica el escapulario de la ilegitimidad.
Creyente, buscapecadores a los que echó la culpa por no creer, cada vez con más pruebas, en las instituciones electorales (ver La guerra sucia de 2006. Los medios y los jueces, de Genaro Villamil y Julio Scherer Ibarra, editorial Grijalbo). Pero para Ojesto “si alguien está bajo sospecha es la calidad cultural del pueblo de México... no sabe leer, no sabe escribir y menos sumar... No sabemos leer ni contar, pero tampoco tenemos idea de lo que es la democracia”, declaró a Alonso Urrutia (La Jornada, 21/VI/07).
Amnésico, el “cultísimo”, ¿magistrado?, olvidó que los consejeros del IFE encabezados por el “docto” Ugalde contaron los votos. El Trife, con Ojesto al frente y para “taparle el ojo al macho”, revisó unos cuantos paquetes. Y la Corte, al mando de Azuela, se negó a investigar las violaciones al voto.
Todos se pusieron al servicio de la oligarquía foxista y la plutocracia empresarial dirigida por Televisa, quienes sabiendo contar y sumar también restaron para favorecer a quien con ellos se opuso a realizar un nuevo conteo, porque sabían que estaban mintiendo.
Como un chicanero, pisoteando licenciatura, doctorado y maestría, en derecho y administración pública, Ojesto justificó lo que no puede probar, pues ya les anda por incinerar los votos, para que no quede huella del fraude. Pero, si hubieran querido despejar las dudas y atender el derecho de petición, como clamor de al menos 14 millones de ciudadanos, habrían llevado a cabo otro conteo, ellos que presumen de saber contar, leer y hasta tener idea de la democracia.
Fue una complicidad de Ugalde, Ojesto, Azuela y Fox. Y con chicaneras y aceitadas millonarias birlaron la voluntad de la mayoría democrática, apuntalando a la autocracia panista.
Ojo, pues, con Ojesto, maniobrero de la legalidad que, con el IFE, Trife y los once ministros viven en la impunidad, porque no hay un tribunal constitucional para resolver la inconstitucionalidad de las resoluciones que tienen como guía el principio de que “todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”.