Por Alfredo Velarde
A punto de que México cumpla un año del fraude electoral que el pasado 2 de julio del 2006 impuso a Felipe Calderón en la silla presidencial , dándole así la espalda a todo elemental régimen republicano, constitucional y democrático en lo que queda de nación , el dibujo general de su gobierno espurio empieza a resaltar que todo lo que ha emprendido su ilegítima “gestión” para imponer una gobernabilidad ultraderechista a espaldas del consenso social de que adolece, parece de antemano concebido maquiavélicamente para apuntalar su impune imposición , merced al ajuste de todas sus inocultables características autoritarias .
A contrapelo de todo el hilo argumental que los politólogos demoliberales de la derecha institucional tanto propalan, en el sentido de que desde la asunción del poder, el año 2000, por parte del régimen de alternancia conservador que representaba Vicente Fox , y hasta nuestros días, el país venía viviendo una presunta “transición democrática” que no aparece por ningún lado, la realidad esencial del proceso mexicano está demostrando que todo lo que hoy ocurre, en toda su excepcional gravedad, resulta abismalmente distinto y diametralmente opuesto a tales visiones interesadamente subjetivas y reaccionarias, que han negado el fraude o tratado de tapar la creciente represión.
El calderonato golpista , por sus hechos objetivos, en sentido contrario a los análisis de los oficiosos politólogos conservadores , está acentuando su vocación autoritaria y está terminando por hacer del remedo de gobierno sólo formalmente hablando “democrático” , nunca realmente, una recrudecida repetición fársica de la nefasta y contraproducente experiencia trágica que el foxismo dejó en México con sus latrocinios : un país arrodillado a la dinámica constitutiva imperial; a su entreguismo globalista eufórico; a todas sus falencias histórico y estructurales, además de económico-políticas; y que Calderón agrava militarizando al país ; criminalizando la protesta social ; golpeando al salario; violentando las garantías constitucionales; liquidando la seguridad social, como en el caso de la contrarreforma a la Ley del ISSSTE ; y ahora, imponiendo una dizque “reforma fiscal” profundamente regresiva y oligárquica, que no alcanza, ni siquiera, el estatuto de una “miscelánea fiscal” medianamente coherente y que como “novedad” presenta, en la alianza de las bancadas del PAN, con el PRI, en el Congreso de la Unión , la imposición de contribuciones hacendarias a la informalidad laboral , que el propio neoliberalismo fabricó, sin siquiera otorgar la obligatoriedad al Estado de ofrecer a cambio, justamente, la seguridad social que hoy está evaporando en todas partes.
Y estos hechos, precisamente, son los que nos conducen a preguntarnos si la dirección en que caminan los destinos del país, en la coyuntura actual, no están anticipando un derrotero que se orienta, firmemente, “Hacia el 18 Brumario de Felipe Calderón” , según el título que encabeza la presente nota e inspirado en esa sensacional obra del análisis histórico-concreto sistemática que Carlos Marx bautizó como El 18 Brumario de Luis Bonaparte . Quien conoce la obra que Marx terminó de escribir en marzo de 1852, publicada el mismo año en la revista neoyorkina “Die Revolution” , sabe bien que se refiere al estudio de la revolución francesa de 1848-1855 , ensayo en donde el filósofo y economista-político alemán, además de desarrollar un estudio concreto de su enfoque materialista histórico y probar la capacidad interpretativa de su teoría sobre la lucha de clases para la revolución proletaria , le permitió postular su doctrina del Estado y de la cual concluye la necesidad de que el proletariado , para triunfar en la revolución, “tiene que destruir la máquina del Estado burgués” . En el estudio marxista, se describen los históricos “acontecimientos del 18 Brumario” sucedidos durante el octavo año de la República , tras la revolución burguesa francesa del 9 de noviembre de 1779, cuando Napoleón I dio un golpe de Estado , impuso un régimen imperial y una dictadura militar , cuyas características dominantes correspondieron, típicamente, a una patrón de conducta política autoritario que los estudiosos, después, habrían de denominar como “cesarismo” . Así, el 2 de diciembre de 1852, emulando a Napoleón I , su sobrino Luis Bonaparte , más tarde conocido como Napoleón III , repitió trágicamente una caricaturesca y abominable imitación de la tragedia histórica que habían vivido por igual Francia y Europa , bajo la férula de su tío . De ese texto proviene, precisamente, la célebre e irónica sentencia marxista, según la cual “la historia se repite dos veces: una como tragedia y otra como farsa”. En 1851, Luis Bonaparte no hizo sino repetir imitativamente las linduras de su tío . Pero como farsa : un golpe de Estado y el restablecimiento de una dictadura militar , sólo para concretar la abrogación de la república y emprender la imposición de un régimen imperial que terminaría proclamándolo Napoleón III, auténtico “héroe de opereta” con resultados históricos, como se sabe, tremendamente funestos.
Hoy, cuando las castrenses tentaciones “cesaristas” del impuesto “presidente” de facto Calderón están a la orden del día (¿quién no recuerda sus primeras exposiciones públicas con el ejército vistiendo ropas de alto grado militar que lo hicieron lucir patético?), es preciso que la sociedad se organice en defensa de sus más irrenunciables derechos: humanos, sociales, gremiales salariales, culturales, sexuales ecológicos, etc., pero también radicalmente políticos y revolucionarios, sabiendo que nadie hará por la sociedad, lo que la sociedad y sus trabajadores no hagan por sí mismos, a fin de evitar la consumación fársica última de la tragedia que Fox había realizado y que Calderón persigue repetir como el líder de opereta de un dogma brutalmente salvaje y desfasado, como el neoliberal. Evitar que Calderón consume su propio “18 Brumario” contra México, a toda costa, podría marcar el inicio de una nueva acumulación de fuerzas opositoras y una correlación distinta para las luchas resistentes , la ingobernabilidad y la organización del contrapoder popular autónomo que en la sociedad grita por surgir alternativamente.
jueves, 28 de junio de 2007
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