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jueves, 14 de junio de 2007

FeCAL HA HECHO DE LAS INSTITUCIONES GUBERNAMENTALES UN NIDO DE LADRONES CORRUPTOS

María Teresa Jardí
jueves, 14 de junio de 2007


La Corte y sus mentiras


El diario La Jornada publicó, el lunes, que la Corte había discutido con Calderón el sentido de la resolución sobre el recurso de inconstitucionalidad de la inmoral, también, Ley Televisa, que como regalo de fin del ladrón sexenio foxista y comienzo de la usurpación fecalista nos dieron a los mexicanos todos los partidos políticos sin distinción de ideologías.

La Corte desmintió la aseveración el mismo día y La Jornada la sostuvo al siguiente, porque la dio con fuentes internas de la propia instancia cabeza del poder impartidor de injusticia que fueron de nuevo consultadas y se mantuvieron en su dicho con la absoluta certeza que sólo da el saber que se tiene la razón.

Pero la Corte se quiso pasar de lista usando, para mentir, a los medios. Y el tiro le salió por la culata cuando hasta López Doriga se negó a hacerle el trabajo de desmentir a La Jornada publicando en su columna del Milenio ayer que: "(.) la Corte envió un comunicado de prensa el mismo lunes, contradiciendo a La Jornada, en una actitud que altera la ética de las relaciones de ese Poder Judicial con los medios.

Y la altera porque el boletín que titularon "Desmiente categóricamente la SCJN que haya habido injerencias en sus decisiones", debería haber sido una carta aclaratoria directamente a La Jornada, que era a quien buscaba desmentir, y no un comunicado para que los demás medios le hicieran su trabajo (.)".

Tan desprestigiada se sabe la Suprema Corte de Justicia, como el usurpador abucheado ampliamente dentro y fuera del Palacio de las Bellas Artes a través de su virrey Mouriño, de quien se cuenta como chiste en los cafés, a propósito del decomiso de actas falsas en Santo Domingo en el D.F., que apareció la suya al lado de la de Ahumada, y, como lo sabe Ugalde, el presidente del Instituto del Fraude Electoral, como llama, certeramente al IFE Julio Hernández y como se conoce en el Distrito Federal por todo hijo de vecino.

Hace unos días en un puestito que vende tamales comenté que era increíble que el usurpador no hubiera al menos acordado con el también delincuente Ugalde la renuncia a su cargo de presidente del Instituto Federal Electoral y la vendedora me corrigió de inmediato, haciéndome ver que tenía toda la lógica la situación en tratándose del Instituto del Fraude Electoral de México.

Queda claro, pues, el desarme ético de las instituciones mexicanas, para el conjunto de la sociedad mexicana.

Un amigo me decía que un tercio --la derecha-- apoyó la llegada de Calderón diciendo que iba a convertirse en un Hugo Chávez. Pobres ingenuos equivocados.

Que otro tercio de la población lo sabe usurpador pero decidió legitimarlo. Esos son traidores y no le sirven a Calderón porque los traidores, ya se sabe, que cambian de camiseta en cuanto ya no los beneficia lo que deciden apoyar a costa de traicionar a la verdad. Y que el otro tercio somos aquellos para los que siempre va a ser solamente un usurpador Fecal.

No soy historiadora pero me queda claro que sin el apoyo del primer y segundo tercio, que también debieron existir aunque de diferente manera, Victoriano Huerta no habría sido el usurpador que fue y que el tiempo acaba por poner las cosas en su lugar.

Fox sigue impune, pero hasta sus más ardientes vasallos se refieren hoy a él como el ladrón que es. Y Fox sabe que ante el descrédito irreversible del usurpador corre el riesgo de que Fecal se vuelva contra él. Y más tarde o más temprano así va tener que ser, porque no es controlable la violencia sin revertir la corrupción que la derecha tecnócrata logró convertir en genética.

No es ni siquiera un problema de ideología el macro problema que México enfrenta. El problema es de corrupción desmedida, le decía yo a mi amigo, que le apostó a que no llegara AMLO, por razones plenamente justificables, pero quien se equivocó al
apostar por la llegada de Calderón sin prever las consecuencias del fraude electoral y de la usurpación.

Un amigo, con un cargo público importante, de primer nivel, que hoy está tan alarmado que daría lo que fuera por poder dar marcha atrás en el reloj de los errores políticos. Lástima que no se pueda.

Para los ciudadanos la pregunta es: ¿cómo volver a construir su andamiaje ético sin la participación de los partidos políticos que se corrompieron también hasta la médula? Y en encontrar la respuesta estoy convencida de que nos jugamos el futuro, lamentable o promisorio, de México.