UNA INSTITUCION MAS QUE DESPRESTIGIA EL URSURPADOR, PRIMERO FUE EL IFF, DESPES EL TRIFE, LUEGO LA SCJN Y AHORA EL EJERCITO
Por Enrique Cisneros
Muchos analistas le advirtieron a Felipe Calderón que poner al Ejército a realizar labores de policía conduciría al desprestigio de la institución. Pues eso ya está sucediendo de manera reiterada, ya que se repiten por parte de soldados, los actos de violación, asesinatos y complicidad con el llamado crimen organizado.
Tan solo ayer se informó que e lementos del Ejército mexicano mantenían tomadas las instalaciones de aeropuerto internacional de Mexicali de esta ciudad "Rodolfo Sánchez Taboada", luego de que fueron detenidos siete soldados de la Policía Federal Preventiva (PFP) que estaban encargados de la seguridad en este lugar. Los agentes federales fueron detenidos, luego de que dejaran pasar 26 kilogramos de cocaína, la cual era transportada en una maleta por Ambrosio Gómez Martínez, originario de Tecatitlán, Jalisco. Gómez Martínez fue detenido afuera de las instalaciones del aeropuerto internacional, por militares, quienes al revisar su maleta se dieron cuenta de que traía la droga, la cual no había sido decomisada por sus colegas de gris.
Por otra parte, también ayer se informó que un juez militar de la Tercera Región Militar dictó auto de formal prisión contra 19 soldados que asesinaron a dos mujeres y tres menores de edad, luego de que sin ningún motivo les dispararon en un retén instalado en Sinaloa.
En más de una ocasión se alertó de que esto sucedería pues los soldados ni están preparados para acciones policíacas, ni son “blancas palomitas”. Por el contrario, es conocido, que desde los altos mandos hasta elementos de tropa, son cómplices de los delincuentes, sobre todo en los casos de narcotráfico, traslado ilegal de inmigrantes, prostitución y pederastía.
Se insistió en que se podía sacar al ejército a las calles pero que no se podía garantizar cuando se le pudiera regresar y mucho menos que cumpliera con las labores policiacas, por lo que se exponía la credibilidad de la institución.
Eso es lo que está aconteciendo: los jefes militares, alentados por el manejo de grandes partes partes del presupuesto, ni de chiste piensan abandonar esta tarea que no les corresponde, y su jefe, Felipe Calderón, defiende que ellos sean los que den esa lucha policial.
El resultado fue el aumento en las vejaciones de soldados hacia la población civil que se siente amenazada por “los señores de verde” y el desprestigio de la institución va en aumento.
Por otra parte, por más que se intenta convencer a la población de que la llamada guerra contra el narco se va ganando, los hechos demuestran lo contrario y desenmascaran al ejército como una estructura ineficaz que no tiene posibilidades de contener la lacra del narcotráfico.
Si tomamos en cuenta que en el fondo lo que Calderón pretende es criminalizar las protestas sociales y tener el ejército a la mano para reprimir al pueblo, va a ser difícil que la población le crea, después de que ha conducido al ejército al abismo del desprestigio.
¿Cómo creerle a los soldados si ya se les identifica como los violadores de Atenco, los asesinos de Oaxaca y los represores de varios movimientos, demás de corruptos e ineptos?