CONJETURAS
Por Alvaro Cepeda Neri
jueves, 21 de junio de 2007
El inquilino de Los Pinos, de aquí al 2012 (bicentenario de por medio de la Independencia y de la Revolución), no obstante su filiación religiosa, no le da por el número 10 como mandan los Diez Mandamientos. Su número cabalístico es el cinco. Sus propuestas, programas y convocatorias son de cinco puntos, temas y ofertas. Y como pasa por alto que políticamente solamente hay tiempo presente y quizá, como referencia el pasado, pero no el futuro, porque éste es una manera de escabullirse, también multiplicó 5 por 6 y proyecta al panismo presidencial para el 2030.
Calderón, pues, ha estado insistiendo en "su proyecto de país", aunque la reforma del Estado, desde el Congreso de la Unión le lleva la delantera. Ha bautizado a su programa: Visión 2030: El México que queremos. Políticamente es de largo plazo y ya, certeramente, Keynes, en memorable frase, advirtió: en el largo plazo todos estaremos muertos. Quiere el michoacano 23 años, obviamente, de panismo, para cumplir sus metas, por medio de un catálogo de reformas estructurales, la primera de las cuales, la Ley del ISSSTE, lo trae por la calle de la amargura.
En el Castillo de Chapultepec (a la derecha le fascina el recinto, por el embrujo de Maximiliano y Carlota, cuyos fantasmas rondaron hasta hace poco con la "pareja presidencial") se reunió con sus empleados de primer nivel, empresarios y parece que algunos representantes de los partidos políticos... menos Manuel Espino que camina como muerto en vida (especie de capitis deminutuo máxima o sea como decapitado por la "explosión" de la bomba yucateca).
Respirando los aires del bosque e imperiales, Calderón les recetó, no lo que debe buscarse para el presente, sino para dentro de casi un cuarto de siglo. Era para que alguien le hubiera llamado la atención y regresarlo al ahora y aquí, porque solamente tiene cinco años y medio para lograr algunos de sus fines, si es que se apura o de lo contrario, como él mismo ya lo sentenció, "el tiempo se acabó". Y es que lo que un presidente de la República no logra en el arrancón del primer año, es mucho muy difícil que lo haga después.
Sobre todo don Felipe no da muestras de crecer políticamente y de aspirar, lo logre o no, a ser un hombre de Estado durante su período. La nación, por cierto, no puede esperar, no ya 23 años, ni siquiera tres años más hundiéndose en la crisis de sus problemas de empobrecimiento masivo, desempleo cada vez mayor, pavorosa inseguridad, etc. si los calderonistas no se ensimisman en el presente y buscan soluciones de corto plazo, que la Nación se los demande en las urnas. Yucatán ha sido un aviso.