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jueves, 21 de junio de 2007

PARA QUE EL FRAUDE NUNCA SE OLVIDE

A un año de la usurpación

PE Por Esto
jueves, 21 de junio de 2007

El próximo lunes dos de julio se cumple un año del primer atraco electoral en el México del siglo XXI. Un año de la elección presidencial más conflictiva de las últimas dos décadas. Un año del fraude electoral.

"¿Cuál fraude?", preguntan algunos. "No hubo robo de urnas, relleno de casillas o caída del sistema de cómputo. La elección fue organizada por el IFE, no por el gobierno. Todo fue transparente y legal".

Es verdad. Nada de estas prácticas dominantes del pasado vimos hace un año, porque estuvimos en presencia de un nuevo tipo de fraude electoral, una modalidad que a un año de distancia, con las evidencias recabadas hasta el momento, podemos calificar como "fraude de cuarta generación".

Una descripción de cada una de estas modalidades del fraude electoral nos ubicará con precisión en lo que ocurrió hace casi un año.

De las formas de fraude electoral entendido en su acepción de usurpación de la voluntad popular, o de acto que tiende a eludir una disposición legal en perjuicio del Estado, se puede decir que son extraordinariamente amplias, que en un extremo muy burdo y arcaico se sitúan los que se realizan de manera violenta, como el golpe de Estado, el motín, la asonada, entre otros. Estos serían los fraudes de "primera generación".

Los principales ejemplos prácticos se encuentran fundamentalmente en los primeros años de nuestra vida independiente, es decir hasta antes del ascenso de Porfirio Díaz al poder presidencial, y llegan hasta la revolución mexicana durante el primer tercio del siglo XX.

La segunda etapa del fraude electoral ya no se caracteriza por la violencia general del golpe de Estado, sino por una violencia selectiva y discriminada, que podía llevarse a cabo robándose las urnas o amenazando físicamente a los votantes. Estos vicios se denuncian en la elecciones de mediados del siglo XIX y perduran hasta muy avanzado el siglo XX, de este mismo periodo son el robo de urnas, el ratón loco, los tamales de boletas etc. Este tipo de actos es el que recoge nuestra legislación y se combate de forma cada día más efectiva por vía de las modernas instituciones electorales y, sobre todo, por una eficaz observación electoral.

Podríamos afirmar que los fraudes electorales de tercera generación tienen por característica la manipulación de los recursos públicos a favor de los intereses de un partido, tales fueron las denuncias que presentaron Porfirio Díaz y Sebastián Lerdo de Tejada contra Don Benito Juárez en las elecciones de 1871.

Esta tercera fase del fraude electoral encuentra factores políticos y sociales que son muy difíciles de detectar y valorar en cuanto su legalidad en una sociedad como la mexicana. Sin embargo, lo que es evidente es su impacto en el pensamiento de los electores, y difícilmente se pueden ubicar en el rubro de la compra de votos como tal, pues generalmente llevan etiquetas de partidas para el desarrollo social o cuestiones similares que difícilmente pueden separarse de la operación cotidiana de la administración pública, pero que por sus características específicas adquieren un sesgo político particular a favor del partido en el gobierno. Tal es el caso del gasto social con orientación electoral.

La cuarta fase de la evolución del fraude electoral se encuentra, lo mismo que la tercera, fuera del día de la jornada electoral; se realiza mediante toda una maquinación que va penetrando en forma paulatina y constante los órganos de decisión electorales para adueñarse de ellos y actuar de forma relativamente impune, en aspectos como campañas negativas, inicio anticipado de campaña, faltas constantes a regulaciones electorales y, de manera especial, mediante la judicialización de las políticas electorales, entendida como el control y dominación de los actores políticos mediante decisiones de tribunales jurisdiccionales. Una de las características del fraude electoral de cuarta generación es que se centra en el proceso, más que en el día de la jornada, y viola sistemáticamente la ley aprovechando la existencia de normas jurídicas cuya violación no está penalizada de manera expresa o es fácil de resarcir con el pago de una multa.

Ejemplo común: "¿Cuánto cuesta pasarse una luz roja? $500 pesos. Los pago y me paso el alto, porque tengo prisa". Ejemplo electoral: "¿Cuál es el castigo por recibir dinero del extranjero o sustraerlo del erario público, meterlo a la campaña y ganar un puesto de elección popular? El máximo castigo es el pago de una multa. Pues la pago con tal de ganar ese cargo, al fin que el beneficio obtenido será mayor que el castigo recibido".

Las formas en esta cuarta generación de fraudes debemos entenderlas como finas, no necesariamente se ven, aunque existan violaciones flagrantes a normas jurídicas; más bien son procesos que se desarrollan al filo de la ley, e incluso en ocasiones lo que caracteriza esta forma de engaño es una reforma legal encaminada a fortalecer a los grupos aliados al partido en el poder, en detrimento del resto de los sectores de la población.

Lo relevante de la cuestión radica en que la línea que separa lo legal de lo ilegal es tan tenue que generalmente se traspasa, y la garantía para traspasar el límite sin temor a una sanción trascendente se encuentra en la necesidad previa de seleccionar facciosamente a los integrantes de las instituciones electorales, tanto administrativas, el IFE, como jurisdiccionales, el Tribunal Electoral. Más allá del debate sobre la aplicación imparcial de las normas, lo que resulta evidente es la violación de todo tipo de principios éticos y de equidad.

Hoy es evidente que la observación electoral en el día de la jornada se hace cada día más anacrónica, sin que por ello sea innecesaria, pues sirve para contrarrestar la tentación de acudir a los fraudes electorales de segunda generación, pero es francamente inoperante en la observación del fraude electoral de tercera y cuarta generación. La observación moderna de los procesos electorales debe buscar hacer énfasis en la etapa previa a la elección, que es donde se preparan las condiciones del engaño, la participación de "dinero negro" no fiscalizado, y la etapa de la suma de votos que es donde se puede realizar la usurpación.

Para dar una explicación integral del proceso electoral del 2006, es menester entender el antecedente que llevó a la presidencia al Partido Acción Nacional en el año 2000, de esta forma se concatenarán las circunstancias y se entenderá la necesidad de la continuidad por diversas razones, todas ellas muy importantes para los grupos en el poder de la Nación (continuará).