ARROZ CON HUEVO
¡Ay!, las democracias
Revista Siempre
José M. Murià
Guadalajara.- Deslumbra de tal manera el modo de vida norteamericano que nos hemos llegado a tragar la rueda de molino de que el sistema político que los rige constituye el paradigma de la democracia, cuando en realidad es de los países cuyo régimen contiene una dosis menor de ella.
En efecto, en primer lugar, habría que tener presente que este menester de la democracia no es como el embarazo. No es posible que una mujer esté un poquito embarazada y, sí, en cambio, que haya organizaciones y actitudes más democráticas unas que otras.
Lo que sucede, a veces, es que se confunde el sufragio con la democracia, cuando puede haber, como en el caso de Estados Unidos, un régimen totalitario sustentado en la periódica asistencia a las urnas de sus ciudadanos.
Se dice, sí, que debe privilegiarse la opinión de la mayoría, pero se hace caso omiso del respeto que merece la minoría. ¡Cuidado!: en México el actual gobierno llegó —aceptémoslo así, para no entrar en otros vericuetos— apoyado por más votantes que su más cercano perseguidor, pero fue un turbio medio por ciento. Resulta sumamente peligroso gobernar ahora ignorando tal situación. Como dicen los politólogos de barrio, corremos el peligro de que llegue a “voltearse el chirrión por el palito”.
En Estados Unidos las grandes corporaciones tendrán siempre la mayoría, en razón de que la parafernalia electoral dejará siempre en el camino a quienes estén en contra de ellas. La oposición nunca se verá reflejada en tal gobierno, a menos que se haga sentir por canales ajenos al propio sistema, con lo cual, de hecho, lo que se hace es precisamente alentar que se recurra a medios no democráticos para llegar a tener injerencia.
España, por caso, también cacarea mucho su democracia, mas cuentan con un aparato legal lo suficientemente eficaz como para que los indeseables puedan ser sacados del juego electoral, no vaya a ser que ganen o, al menos, logren posiciones. Se tiene a la ETA (Patria Vasca y Libertad) como el peor enemigo. No obstante los intentos de entrarle al juego democrático–electoral que han hecho los simpatizantes de esta organización, en aras de encontrar mecanismos para dejar las armas, han fracasado por causa de disposiciones “legales” de los tribunales supremos que les prohíben la participación política, con el argumento de que son simpatizantes de ETA. De esta manera, lo único que se consigue fortalecer a quienes se inclinan a favor de la línea dura y violenta.
Todos, eso sí, cacareamos nuestro sistema democrático.