Poco que esperar

Ricardo Andrade Jardí
martes, 22 de mayo de 2007

Seis años después de que el feudo priísta perdiera el gobierno de Yucatán, nuevamente se anuncia su victoria contundente contra el candidato del partido que un sexenio atrás los expulsara de la administración del Estado.

Al PAN le faltó voluntad de cambio, pero sobre todo, le faltó una verdadera vocación democrática, una mínima visión social y un equipo de trabajo que no destacara por servir exclusivamente a sus ambiciosos intereses, llegaron al poder como castigo contra años y años de priísmo, y en tan sólo unos meses se habían convertido en todo aquello contra lo que habían luchado, y contra lo que la ciudadanía después de años de sumisión, finalmente, había decidido votar.

Rápidamente su tecnócrata gobierno se manchó de mierda y se hundieron en los entrampados y fangosos terrenos de la impunidad y la corrupción. Al PAN le faltó un poco de todo para ser gobierno, pero le sobró cinismo para minimizar los escándalos que desde el inicio marcaron el fin de su derrota, su inmoralidad y doble discurso los empujó a perder el rumbo de aquellos ideales que suponían moralmente suyos. La protección a pederastas, los hermanos incómodos, la tolerancia y protección al narcotráfico, los nexos con los empresarios más viles y delincuenciales del país, el abuso de poder, la persecución de medios libres y libres pensadores, el despojo de tierras ejidales, los desvíos de fondos, los programas sociales utilizados para comprar el voto, la difamación, la cerrazón, la ignorancia y la mediocridad, fueron algunos de los factores por los cuales los ciudadanos yucatecos decidieron retirarles el apoyo. Nunca en seis años se preocuparon, de verdad, por el sentir de la gente, un gobernador manipulable incapaz de articular un discurso medianamente claro, que fungió siempre a favor o, mejor dicho, como pelele de sus amigos y nunca a favor de sus gobernados, son el costoso precio de la derrota de Xavier Abreu, que en todo momento intento defender al actual gobernador sin darse cuenta que ese, junto con la campaña de odio, sería el principal motivo de su actual derrota. Y del regreso del PRI, una elección entre lo peor de lo peor. Bien dice la Rayuela del periódico La Jornada algo así como: "unos y otros dirán que ganaron, pero el verdadero perdedor es México". No le falta razón al comentario, todo lo contrario.

Nada nos indica que Ivonne será diferente de como lo fueron sus antecesores priístas, nada nos indica que habrá en realidad un cambio de rumbo, de una política económica que privilegia el saqueo de los menos sobre el patrimonio de los más. Un ejemplo claro lo vimos con el silencio de Ivonne, durante la campaña, con relación a los jóvenes y estudiantes presos políticos de la represión del 13 de marzo, quizás lo único, menos malo, de esta "alternancia" entre las fracciones del PRIAN, es el relevo de funcionarios que no han hecho sino robar del erario público todo lo que han podido, sin el menor empacho. Seguramente vendrán otros iguales, pero los de hoy tendrán que empacar sus cosas.

Mérida es, sin duda, un caso aparte. En esta ciudad se arraigan los imaginarios más conservadores del país, fundidos en la doble moral de una sociedad profundamente enajenada y terriblemente manipulable, una sociedad apática que es incapaz de ver más allá de sus narices y particulares intereses y, aún así, hay que destacar que la votación es cerrada entre los dos candidatos punteros a la alcaldía de la capital yucateca.

Poco hay que esperar de esta alternancia, pero si se pretende lograr un verdadero cambio, la aún no oficial ganadora Ivonne Ortega tendría que empezar por ofrecernos a todos los yucatecos una ejemplar auditoría a la muy cuestionada administración del "Alto Vacío" y a sus dependencias, garantizando que toda irregularidad será sancionada y en su caso castigada, sólo así se fincarán las bases para construir un gobierno ético y honesto, cuando los servidores públicos apelen a su vocación de servicio... y no al manto de la impunidad corrupta que cobija a nuestra indigna e inmoral clase política.