DETRAS DE LA NOTICIA
Ricardo Rocha
Los motivos del sida
En todo el mundo hay cada vez más convencidos de que algo huele a podrido en la tesis oficial del sida. Desde el punto de vista estrictamente científico la cosa comenzó mal y sigue peor. Pero en cambio como negocio ha sido verdaderamente extraordinario.
Por eso los que mantienen la verdad oficial como acto de fe lo hacen porque se trata de una empresa muy productiva. A ellos se añaden las voces de sus recientemente reclutadas plañideras que chillan mañosamente que cualquier cuestionamiento al dogma es un exhorto a la suspensión de antirretrovirales y al uso del condón. Cuando son cosas muy distintas.
Los cuestionamientos de la llamada disidencia ponen en duda asuntos fundamentales: la existencia misma del VIH y que por tanto éste sea la causa única del sida; según los postulados de Roberto Koch, descubridor de la bacteria de la tuberculosis, a los virus como a los asesinos hay que tomarles por lo menos cuatro fotografías y no hay ninguna del VIH puro; las pruebas mismas de supuesta detección del VIH -como las de Elisa y Western-Blot- no son 100% confiables, al grado de que los paquetes de los laboratorios que las fabrican llevan una etiqueta que advierte que no pueden hacerse responsables de los resultados porque no se han validado contra aislamiento del virus.
Finalmente el gran cuestionamiento es que el actual statu quo del sida ha impedido avanzar en un conocimiento profundo que realmente determine sus causas y conduzca a una cura plena y definitiva. Por eso es que actualmente se recurre a los famosos cocteles de antirretrovirales que equivalen a cazar una liebre con un F-15. Por supuesto que mata a la liebre. La pregunta es cómo queda el bosque.
Hay además una serie de datos tan incontrovertibles como inquietantes desde el origen mismo de este fenómeno:
-La era del sida empezó oficialmente el 5 de junio de 1981 cuando el Centro para Control de enfermedades de Estados Unidos reveló cinco casos de neumonía en Los Ángeles en homosexuales activos. Por esta razón se le estigmatizó como "peste rosa". Aunque luego se sabría de otros enfermos heterosexuales que también tenían insuficiencias inmunitarias.
-Desde el principio surgieron dudas de que el sida fuera causado por un solo virus. Y se propusieron otras causales como el excesivo uso de drogas, la promiscuidad sexual de ciertos grupos de riesgo, transfusiones sanguíneas, deficiencias alimenticias y otros muchos factores estresantes que pudieran producir la quiebra del sistema inmune.
-Ante la creciente amenaza, el gobierno de Reagan lanzó una convocatoria que prometía prácticamente un filón de oro a quien descubriera una cura. Una convocatoria que casi inevitablemente favorecería el oportunismo sobre la crítica constructiva y la profundización.
-En 1984, dos científicos, Luc Montagnier de Francia (a quien he entrevistado tres veces) y Robert Gallo de los Estados Unidos (quien de última hora se rajó a una entrevista en Guadalajara hace unos días), disputaron ferozmente "el descubrimiento". Así y todo, Gallo anunció ante la Secretaria de Salud, en una rueda de prensa sin preguntas y sin el protocolo de publicación científica arbitrada previa que había hallado "la causa probable del sida".
-Desde entonces, desde hace 23 largos años la "investigación" sobre el sida no ha avanzado nada.
-En cambio, sí lo ha hecho espectacularmente el negocio de los antirretrovirales. Según estimaciones del Reuters Business Insights este año, y sólo en el mundo desarrollado, se gastarán más de 10 mil millones de dólares en ARV´s para 600 mil pacientes en beneficio de los gigantescos laboratorios transnacionales como Glaxo Smith & Kline, Abbott y Pfizer. Esto sin contar los grandes presupuestos de los gobiernos para instituciones y centros de investigación que siguen sin descubrir nada nuevo, que no sea una verdad tan cuestionable como rabiosa.
-En México se emplearán este año mil 200 millones de pesos en la lucha contra el sida, que es, según el INEGI (2003), la causa de muerte número 16 entre hombres en nuestro país (entre mujeres no figura ni entre las primeras 20). Muy poquito para investigar; al fin que ni queremos indagar el provechoso dogma de fe. Y la mayor parte para engordar las cuentas de los laboratorios. Algo huele a podrido.
En todo el mundo hay cada vez más convencidos de que algo huele a podrido en la tesis oficial del sida. Desde el punto de vista estrictamente científico la cosa comenzó mal y sigue peor. Pero en cambio como negocio ha sido verdaderamente extraordinario.
Por eso los que mantienen la verdad oficial como acto de fe lo hacen porque se trata de una empresa muy productiva. A ellos se añaden las voces de sus recientemente reclutadas plañideras que chillan mañosamente que cualquier cuestionamiento al dogma es un exhorto a la suspensión de antirretrovirales y al uso del condón. Cuando son cosas muy distintas.
Los cuestionamientos de la llamada disidencia ponen en duda asuntos fundamentales: la existencia misma del VIH y que por tanto éste sea la causa única del sida; según los postulados de Roberto Koch, descubridor de la bacteria de la tuberculosis, a los virus como a los asesinos hay que tomarles por lo menos cuatro fotografías y no hay ninguna del VIH puro; las pruebas mismas de supuesta detección del VIH -como las de Elisa y Western-Blot- no son 100% confiables, al grado de que los paquetes de los laboratorios que las fabrican llevan una etiqueta que advierte que no pueden hacerse responsables de los resultados porque no se han validado contra aislamiento del virus.
Finalmente el gran cuestionamiento es que el actual statu quo del sida ha impedido avanzar en un conocimiento profundo que realmente determine sus causas y conduzca a una cura plena y definitiva. Por eso es que actualmente se recurre a los famosos cocteles de antirretrovirales que equivalen a cazar una liebre con un F-15. Por supuesto que mata a la liebre. La pregunta es cómo queda el bosque.
Hay además una serie de datos tan incontrovertibles como inquietantes desde el origen mismo de este fenómeno:
-La era del sida empezó oficialmente el 5 de junio de 1981 cuando el Centro para Control de enfermedades de Estados Unidos reveló cinco casos de neumonía en Los Ángeles en homosexuales activos. Por esta razón se le estigmatizó como "peste rosa". Aunque luego se sabría de otros enfermos heterosexuales que también tenían insuficiencias inmunitarias.
-Desde el principio surgieron dudas de que el sida fuera causado por un solo virus. Y se propusieron otras causales como el excesivo uso de drogas, la promiscuidad sexual de ciertos grupos de riesgo, transfusiones sanguíneas, deficiencias alimenticias y otros muchos factores estresantes que pudieran producir la quiebra del sistema inmune.
-Ante la creciente amenaza, el gobierno de Reagan lanzó una convocatoria que prometía prácticamente un filón de oro a quien descubriera una cura. Una convocatoria que casi inevitablemente favorecería el oportunismo sobre la crítica constructiva y la profundización.
-En 1984, dos científicos, Luc Montagnier de Francia (a quien he entrevistado tres veces) y Robert Gallo de los Estados Unidos (quien de última hora se rajó a una entrevista en Guadalajara hace unos días), disputaron ferozmente "el descubrimiento". Así y todo, Gallo anunció ante la Secretaria de Salud, en una rueda de prensa sin preguntas y sin el protocolo de publicación científica arbitrada previa que había hallado "la causa probable del sida".
-Desde entonces, desde hace 23 largos años la "investigación" sobre el sida no ha avanzado nada.
-En cambio, sí lo ha hecho espectacularmente el negocio de los antirretrovirales. Según estimaciones del Reuters Business Insights este año, y sólo en el mundo desarrollado, se gastarán más de 10 mil millones de dólares en ARV´s para 600 mil pacientes en beneficio de los gigantescos laboratorios transnacionales como Glaxo Smith & Kline, Abbott y Pfizer. Esto sin contar los grandes presupuestos de los gobiernos para instituciones y centros de investigación que siguen sin descubrir nada nuevo, que no sea una verdad tan cuestionable como rabiosa.
-En México se emplearán este año mil 200 millones de pesos en la lucha contra el sida, que es, según el INEGI (2003), la causa de muerte número 16 entre hombres en nuestro país (entre mujeres no figura ni entre las primeras 20). Muy poquito para investigar; al fin que ni queremos indagar el provechoso dogma de fe. Y la mayor parte para engordar las cuentas de los laboratorios. Algo huele a podrido.