Traidor A La Democracia
Alvaro Delgado
MEXICO, D.F., 6 de octubre (apro).- Oculto en la cajuela del automóvil de un diputado federal, el muchacho burló la vigilancia del Estado Mayor Presidencial (EMP) y penetró, clandestinamente, a la residencia oficial de Los Pinos para manifestar su repudio al Presidente de la República y al régimen autoritario.
Junto con él, también en las cajuelas y como pasajeros de dos coches más, iban otros jóvenes que, ya dentro de Los Pinos, en el acceso que da al despacho presidencial, comenzaron su exigencia de democracia.
"Bajamos de súbito y colocamos mantas de protesta a la entrada de las puerta. Éramos unos 10 ó 12 compañeros, uno de ellos Margarita", narra el protagonista principal de este lance contra el autoritarismo. "Después de la manta, el Estado Mayor nos sitió. No nos dejó ir al baño ni a comer ni nada."
Ese muchacho, de 23 años de edad, cometió otra osadía, por la tarde del mismo día: En un foro público, sobre reforma política, evadió el tema de la deliberación, se dijo avergonzado de sentarse a la mesa con el secretario de Gobernación y le lanzó la acusación: "¡Traidor a la democracia!"
Tras tal desafío, "me sentí hostigado y amenazado por la gente de Gobernación. Fue una cosa brutal. Me sacaron del salón y cosas así".
El protagonista de ambos lances es nada menos que Felipe Calderón, a quien Andrés Gómez Emilsson, de 18 años de edad, le gritó "espurio" y Marco Virgilio Jiménez, de 24, le reprochó --también en su cara, el viernes 3-- la falta de libertad en México: "¡Cuál libertad! ¡No hay libertad!", gritó mientras era inmovilizado por elementos del EMP.
A 22 años de distancia, y cuando supuestamente tiene vigencia la democracia en México, Calderón resultó más represor y vengativo que Miguel de la Madrid y Manuel Bartlett Díaz, presidente y secretario de Gobernación, los dos funcionarios que padecieron al "insolente y majadero" panista, pero que él calificaría de "espectáculo".
Calderón cuenta el episodio de Los Pinos muy de refilón en su libro El hijo desobediente, en la parte de su noviazgo con Margarita Zavala, quien también participó en esa protesta de 1986, motivada por la negativa del gobierno a darle audiencia a Blanca Magrassi, esposa de Luis H. Alvarez, en huelga de hambre por el fraude en Chihuahua.
Curiosamente en ese volumen, el único que ha escrito en su vida, Calderón omite el señalamiento de "traidor a la democracia" a Bartlett, pero ambos episodios los narró a Carmen Aristegui para Uno de dos, el libro de la periodista en el que también habla Andrés Manuel López Obrador.
Por la forma como cuenta los detalles, para Calderón esos lances son como dos medallas prendidas a su chaqueta militar en recompensa a su valor, cualidades que les escamoteó a los dos muchachos que lo interpelaron sobre su condición de gobernante ilegítimo.
Más aún, por haber sido aprehendidos y desaparecidos por elementos del EMP, Calderón les dio trato de criminales, sobre todo a Gómez, quien por sus propios méritos obtuvo el premio y en esa condición ingresó a Los Pinos, a diferencia de Calderón, un intruso a sus 23 años de edad y también ahora.
De sobra conocida su conducta irascible y vengativa, no extraña que Calderón haya dejado pasar un acto de grandeza: En vez de convalidar la represión cometida frente a él por elementos castrenses, y aun ufanarse de ella llamando "espectáculo" a las interpelaciones, debió enfrentar, como en cualquier democracia auténtica, esas acciones reprobatorias y, si se quiere, insolentes, como él mismo las cometió hace más de dos décadas.
Esto es lo que contó Calderón a Aristegui en Uno de dos. 2006 en la encrucijada, en la protesta que, junto con su actual mujer, hizo en Los Pinos y, después, ante Bartlett.
"Yo estaba en la cajuela. Ciertamente Margarita entró en otro coche. Por cierto, éramos como ocho muchachos".
--¿Qué edad tenías ahí?
--En 1986 debí haber tenido 23.
--Entonces saliste de la cajuela con una manta. ¿Te acuerdas qué decía la manta?
--Sí, algo así de que... era el lema de la campaña de Chihuahua, de la resistencia civil: "La democracia pasa por Chihuahua".
--¿Y qué pasó después de la manta?
--Después de la manta el Estado Mayor Presidencial nos sitió, no nos dejó ir al baño ni a comer ni nada. Y bueno, ya por la tarde-noche, tuve que ir a un foro del IFE.
En realidad, el IFE sería creado hasta 1991. Calderón fue, sí, a un foro de la Comisión Federal Electoral encabezada por Bartlett:
"Me tocó exponer sobre la democracia en el DF, pero lo que no puede evitar fue decirle a Bartlett, que era el que conducía la mesa ahí, que me daba vergüenza estar sentado en la mesa de los asesinos de la democracia. Y me acuerdo que le brincó el cachete y se le hacía un agujerito aquí muy fuerte."
--¿Y te dijo algo?
--Quien salió a la defensa fue el "Búho" (Eduardo) Valle. Imagínate, representante entonces del PSUM o del PMS, no me acuerdo. En fin, y quien me apoyó ahí y me arropó, porque sí me sentí hostigado, amenazado por la gente de Gobernación. Fue una cosa brutal, me sacaron del salón y cosas así.
--¿Te sacaron del salón?
--... Fue una mujer del PRD, del PSUM, que murió por cierto de cáncer y siempre quise, Rosalía Carrasco.
--Ah, gran mujer.
--Sensacional, siempre la quise. Bueno...
--¿Pero ella por qué te ayudó?
--Porque ella también fue ponente y se dio cuenta de cómo se pusieron las cosas de tensas.
--O sea, cuando tú dijiste lo que dijiste a Bartlett, que viste que le brincaba el cachete, ¿ahí qué iba a pasar?
--La hostilidad de la gente. Se te acercaban y te decían: "Insolente" y "majadero".
--En el IFE.
--Era el Gobernación. En fin, y ella fue, me apapachó, me acompañó, yo le di un raid al coche, en fin.
--¿Cuál era la idea central de aquel discurso que pronunciaste?
--La ponencia original que traía era sobre el estado 32 y la necesidad de declarar la instauración del estado del valle de México, el estado de Anáhuac, que es lo que prevé la Constitución. Pero, bueno, mi intervención fue totalmente dirigida al autoritarismo y a la antidemocracia, al fraude de Chihuahua y al asesino de la democracia, que era entonces Bartlett.
Por cierto, la creación del estado 32, que tanto entusiasmaba a Calderón en sus años juveniles, ahora le revienta a él y a todos los panistas, quizá porque la mayoría de los capitalinos los desprecian.
MEXICO, D.F., 6 de octubre (apro).- Oculto en la cajuela del automóvil de un diputado federal, el muchacho burló la vigilancia del Estado Mayor Presidencial (EMP) y penetró, clandestinamente, a la residencia oficial de Los Pinos para manifestar su repudio al Presidente de la República y al régimen autoritario.
Junto con él, también en las cajuelas y como pasajeros de dos coches más, iban otros jóvenes que, ya dentro de Los Pinos, en el acceso que da al despacho presidencial, comenzaron su exigencia de democracia.
"Bajamos de súbito y colocamos mantas de protesta a la entrada de las puerta. Éramos unos 10 ó 12 compañeros, uno de ellos Margarita", narra el protagonista principal de este lance contra el autoritarismo. "Después de la manta, el Estado Mayor nos sitió. No nos dejó ir al baño ni a comer ni nada."
Ese muchacho, de 23 años de edad, cometió otra osadía, por la tarde del mismo día: En un foro público, sobre reforma política, evadió el tema de la deliberación, se dijo avergonzado de sentarse a la mesa con el secretario de Gobernación y le lanzó la acusación: "¡Traidor a la democracia!"
Tras tal desafío, "me sentí hostigado y amenazado por la gente de Gobernación. Fue una cosa brutal. Me sacaron del salón y cosas así".
El protagonista de ambos lances es nada menos que Felipe Calderón, a quien Andrés Gómez Emilsson, de 18 años de edad, le gritó "espurio" y Marco Virgilio Jiménez, de 24, le reprochó --también en su cara, el viernes 3-- la falta de libertad en México: "¡Cuál libertad! ¡No hay libertad!", gritó mientras era inmovilizado por elementos del EMP.
A 22 años de distancia, y cuando supuestamente tiene vigencia la democracia en México, Calderón resultó más represor y vengativo que Miguel de la Madrid y Manuel Bartlett Díaz, presidente y secretario de Gobernación, los dos funcionarios que padecieron al "insolente y majadero" panista, pero que él calificaría de "espectáculo".
Calderón cuenta el episodio de Los Pinos muy de refilón en su libro El hijo desobediente, en la parte de su noviazgo con Margarita Zavala, quien también participó en esa protesta de 1986, motivada por la negativa del gobierno a darle audiencia a Blanca Magrassi, esposa de Luis H. Alvarez, en huelga de hambre por el fraude en Chihuahua.
Curiosamente en ese volumen, el único que ha escrito en su vida, Calderón omite el señalamiento de "traidor a la democracia" a Bartlett, pero ambos episodios los narró a Carmen Aristegui para Uno de dos, el libro de la periodista en el que también habla Andrés Manuel López Obrador.
Por la forma como cuenta los detalles, para Calderón esos lances son como dos medallas prendidas a su chaqueta militar en recompensa a su valor, cualidades que les escamoteó a los dos muchachos que lo interpelaron sobre su condición de gobernante ilegítimo.
Más aún, por haber sido aprehendidos y desaparecidos por elementos del EMP, Calderón les dio trato de criminales, sobre todo a Gómez, quien por sus propios méritos obtuvo el premio y en esa condición ingresó a Los Pinos, a diferencia de Calderón, un intruso a sus 23 años de edad y también ahora.
De sobra conocida su conducta irascible y vengativa, no extraña que Calderón haya dejado pasar un acto de grandeza: En vez de convalidar la represión cometida frente a él por elementos castrenses, y aun ufanarse de ella llamando "espectáculo" a las interpelaciones, debió enfrentar, como en cualquier democracia auténtica, esas acciones reprobatorias y, si se quiere, insolentes, como él mismo las cometió hace más de dos décadas.
Esto es lo que contó Calderón a Aristegui en Uno de dos. 2006 en la encrucijada, en la protesta que, junto con su actual mujer, hizo en Los Pinos y, después, ante Bartlett.
"Yo estaba en la cajuela. Ciertamente Margarita entró en otro coche. Por cierto, éramos como ocho muchachos".
--¿Qué edad tenías ahí?
--En 1986 debí haber tenido 23.
--Entonces saliste de la cajuela con una manta. ¿Te acuerdas qué decía la manta?
--Sí, algo así de que... era el lema de la campaña de Chihuahua, de la resistencia civil: "La democracia pasa por Chihuahua".
--¿Y qué pasó después de la manta?
--Después de la manta el Estado Mayor Presidencial nos sitió, no nos dejó ir al baño ni a comer ni nada. Y bueno, ya por la tarde-noche, tuve que ir a un foro del IFE.
En realidad, el IFE sería creado hasta 1991. Calderón fue, sí, a un foro de la Comisión Federal Electoral encabezada por Bartlett:
"Me tocó exponer sobre la democracia en el DF, pero lo que no puede evitar fue decirle a Bartlett, que era el que conducía la mesa ahí, que me daba vergüenza estar sentado en la mesa de los asesinos de la democracia. Y me acuerdo que le brincó el cachete y se le hacía un agujerito aquí muy fuerte."
--¿Y te dijo algo?
--Quien salió a la defensa fue el "Búho" (Eduardo) Valle. Imagínate, representante entonces del PSUM o del PMS, no me acuerdo. En fin, y quien me apoyó ahí y me arropó, porque sí me sentí hostigado, amenazado por la gente de Gobernación. Fue una cosa brutal, me sacaron del salón y cosas así.
--¿Te sacaron del salón?
--... Fue una mujer del PRD, del PSUM, que murió por cierto de cáncer y siempre quise, Rosalía Carrasco.
--Ah, gran mujer.
--Sensacional, siempre la quise. Bueno...
--¿Pero ella por qué te ayudó?
--Porque ella también fue ponente y se dio cuenta de cómo se pusieron las cosas de tensas.
--O sea, cuando tú dijiste lo que dijiste a Bartlett, que viste que le brincaba el cachete, ¿ahí qué iba a pasar?
--La hostilidad de la gente. Se te acercaban y te decían: "Insolente" y "majadero".
--En el IFE.
--Era el Gobernación. En fin, y ella fue, me apapachó, me acompañó, yo le di un raid al coche, en fin.
--¿Cuál era la idea central de aquel discurso que pronunciaste?
--La ponencia original que traía era sobre el estado 32 y la necesidad de declarar la instauración del estado del valle de México, el estado de Anáhuac, que es lo que prevé la Constitución. Pero, bueno, mi intervención fue totalmente dirigida al autoritarismo y a la antidemocracia, al fraude de Chihuahua y al asesino de la democracia, que era entonces Bartlett.
Por cierto, la creación del estado 32, que tanto entusiasmaba a Calderón en sus años juveniles, ahora le revienta a él y a todos los panistas, quizá porque la mayoría de los capitalinos los desprecian.