Los nuevos conquistadores de la Vieja España
Revista Siempre
Gallegos y catalanes, por medio de su rey insisten en reuniones denominadas: iberoamericanas, para mantener a América Latina como las tierras que, a sangre y fuego, conquistaron.
En México, para continuar el saqueo disfrazado de inversiones con todas las facilidades, del foxismo al calderonismo, y apoderarse de Pemex a través de los capitales nativos prohispanos (El País y Excélsior, sus vasos comunicantes mediáticos).
Y de los demás empresarios cuya avanzada son los Mouriño y uno de estos: Juan Camilo, hasta la cocina de la sucesión presidencial (poder tras el trono tambaleante de Calderón).
Se trata de imponer, antes del 2012, si prospera lo del interinato-provisional-sustituto, o después, al Virrey, para cuidar los cuantiosos intereses de gallegos y catalanes, rivales entre sí, pero dispuestos a repartirse el botín, de regreso, ya no con Cortés ni Pedro de Alvarado, pero sí con Mouriño, en complicidad-alianza con Peña Nieto (el del asalto al PRI) y Ebrard dispuesto éste a continuar la traición a López Obrador.
Se trata de negocios. De corrupción política. El libre comercio y el libre mercado no tienen patria ni nacionalidad. Y a España, en el reparto del capitalismo, los europeos le escrituraron, entre otros países latinoamericanos, lo que para ellos sigue siendo la Nueva España.
El sistema parlamentario-monárquico de Rodríguez Zapatero es más de centro que socialista, mientras su expansión comercial es abiertamente derechista y vorazmente capitalista, según los cánones del capitalismo salvaje.
Los nuevos conquistadores tienen en los panistas sus mejores cómplices y compañeros del saqueo más los neoliberales incrustados en los medios de comunicación. La contrarreforma energética de Los Pinos favorece inversiones gallegas, mientras los catalanes ya compraron playas y otros centros turísticos con el visto bueno del calderonismo. Ambos quieren a uno de los suyos en la Presidencia de la República como virrey de la corona de España.
Pero no cuentan con el malestar de la población que por todo el país espera los festejos oficiales para recordar las Revoluciones de 1810 (“¡mueran los gachupines, traducción: mueran los gallegos y los catalanes!”) y de 1910, un levantamiento por hambre contra el mal gobierno, ahora contra Calderón... y el PAN de los Mouriño.
Y el PAN, el Yunque y los foxistas-calderonistas facilitan la conquista a través de sus bancos, sus inversiones y la compra de la sucesión presidencial para el naturalizado campechano-mexicano y español peninsular.
Gallegos y catalanes, por medio de su rey insisten en reuniones denominadas: iberoamericanas, para mantener a América Latina como las tierras que, a sangre y fuego, conquistaron.
En México, para continuar el saqueo disfrazado de inversiones con todas las facilidades, del foxismo al calderonismo, y apoderarse de Pemex a través de los capitales nativos prohispanos (El País y Excélsior, sus vasos comunicantes mediáticos).
Y de los demás empresarios cuya avanzada son los Mouriño y uno de estos: Juan Camilo, hasta la cocina de la sucesión presidencial (poder tras el trono tambaleante de Calderón).
Se trata de imponer, antes del 2012, si prospera lo del interinato-provisional-sustituto, o después, al Virrey, para cuidar los cuantiosos intereses de gallegos y catalanes, rivales entre sí, pero dispuestos a repartirse el botín, de regreso, ya no con Cortés ni Pedro de Alvarado, pero sí con Mouriño, en complicidad-alianza con Peña Nieto (el del asalto al PRI) y Ebrard dispuesto éste a continuar la traición a López Obrador.
Se trata de negocios. De corrupción política. El libre comercio y el libre mercado no tienen patria ni nacionalidad. Y a España, en el reparto del capitalismo, los europeos le escrituraron, entre otros países latinoamericanos, lo que para ellos sigue siendo la Nueva España.
El sistema parlamentario-monárquico de Rodríguez Zapatero es más de centro que socialista, mientras su expansión comercial es abiertamente derechista y vorazmente capitalista, según los cánones del capitalismo salvaje.
Los nuevos conquistadores tienen en los panistas sus mejores cómplices y compañeros del saqueo más los neoliberales incrustados en los medios de comunicación. La contrarreforma energética de Los Pinos favorece inversiones gallegas, mientras los catalanes ya compraron playas y otros centros turísticos con el visto bueno del calderonismo. Ambos quieren a uno de los suyos en la Presidencia de la República como virrey de la corona de España.
Pero no cuentan con el malestar de la población que por todo el país espera los festejos oficiales para recordar las Revoluciones de 1810 (“¡mueran los gachupines, traducción: mueran los gallegos y los catalanes!”) y de 1910, un levantamiento por hambre contra el mal gobierno, ahora contra Calderón... y el PAN de los Mouriño.
Y el PAN, el Yunque y los foxistas-calderonistas facilitan la conquista a través de sus bancos, sus inversiones y la compra de la sucesión presidencial para el naturalizado campechano-mexicano y español peninsular.