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miércoles, 2 de abril de 2008

¡Hey Yanquis!, ¡No Cuenten Con MÉXICO!

Indice Político

EN WALL STREET hay un muy justificado escepticismo. La reforma energética prometida "a los mercados" por el señor Felipe Calderón no’más no avanza y, todo así lo indica, "parece estar condenada al fracaso".

A los estrategas del señor Calderón debería preocuparles que sea ni más ni menos que The Wall Street Journal el que lo sentencie en su edición de hace dos días.

Y le preocupación sería justificada si, sobremanera, se toma en cuenta que ningún otro diario –incluidos, claro, los mexicanos— han influido tanto en la política interna de México, cual en la historia reciente lo ha hecho el periódico de la empresa Dow Jones.

A un editorial de este diario estadounidense publicado la mañana del 29 de agosto de 1991, en efecto, se debe la obligada renuncia del ¿aún priísta? Ramón Aguirre Velázquez a la gubernatura de Guanajuato, justo unas horas después de que en Nueva York se publicara un duro editorial en contra de la sui generis democracia mexicana en la era salinista.

Carlos Medina Plasencia de por medio, el WSJ abrió así la puerta --¿o caja de Pandora?-- para que Vicente Fox iniciara campaña que llevaría nueve años después, en el 2000, al PAN la Presidencia de la República.

¿Y qué más dice el WSJ? Pues en pocas palabras, que son más efectivas que cuando se escriben muchas, que el ocupante de Los Pinos quedó entrampado entre la oposición de "dos fuerzas inamovibles de la realidad mexicana: el nacionalismo y el capitalismo compinche", de la autóctono y muy folclórica clase empresarial.

Para David Lunhow, corresponsal del WSJ, no sólo la resistencia civil pacífica abanderada por el señor Andrés Manuel López Obrador opone resistencia, sino que se ha presentado ya otro factor "más complejo: el legado de capitalismo '’compinche'’ de México", compuesto por la dominancia que sobre la economía tienen las "empresas familiares que desde hace mucho controlan varias industrias, aplastando la competencia y cobrándoles a los consumidores altos precios. Recurren a amigos en el gobierno para conseguir leyes y contratos favorables, no son muy dadas a la filantropía y tienen fama de evadir impuestos."

Por esa imagen de nuestra comodina IP, dicen el rotativo basado en Nueva York, "a muchos mexicanos no les gusta mucho la industria privada ni creen que el capitalismo sea algo tan positivo. Las encuestas revelan que los mexicanos rechazan casi por igual el capital privado mexicano en el sector energético que el capital extranjero."

Y como ejemplo citan al controversial Carlos Slim, quien es prototipo del creso beneficiario de la privatización: monopólico y cobrador de las tarifas telefónicas más caras del mundo.

En las tenazas de ambas pinzas, pues, dice el WSJ se ajustó el fracaso de la reforma energética o lo que vaya a resultar.

Y la advertencia "a los mercados" es clara por parte del diario que presume ser la mejor fuente de información para los hombres de negocios del planeta:

"En vista de la escalada en los precios del petróleo, cualquier reserva de crudo disponible le vendría bien al mundo. Pero será mejor no contar con México."

Porque la reforma energética, considera el diario, fracasó.