Parto de los Montes
Indice Político
OBLIGADO POR LA incisiva toma de posición de los priístas encabezados por Manlio Fabio Beltrones, el señor Felipe Calderón envió a la palestra --¿o al cadalso?— a sus encargados de Energía y Petróleos Mexicanos a revelar un diagnóstico sobre la situación de la primera empresa paraestatal que, lástima, resultó peor que un fiasco, pues salieron solamente a asustar con el petate del muerto.
No sólo eso. Ambos funcionarios fueron quienes arriaron las velas de la nave en la que, se suponía, el señor Calderón y su petimetre Juan Camilo Mouriño saldrían a buscar un tesoro en las profundidades del océano proceloso. Incapaces de encontrar siquiera el mapa –que seguro pensaron hallar en la caja del cereal mañanero—, ahora pretenden que sean los legisladores quienes les hagan la tarea.
Diagnóstico de Pemex más que esperado. Y a la hora de la verdad, apenas un refrito del que, sin bombo ni platillo, presentó el 23 de agosto de 2001 el entonces director general Raúl Muñoz Leos (*):
- Pemex obtiene excelentes utilidades de operación en exploración y producción de hidrocarburos, que en el 2000 superaron los 25 mil millones de (aquellos) dólares.
- En cuanto a inversiones en exploración y producción de petróleo y gas natural, en 2001 Pemex se ubicaba por debajo de Exxon/Mobil, BP/Amoco y Royal Dutch/Shell.
- En materia de reservas probadas de crudo y condensados, Pemex ocupaba el séptimo sitio en el mundo.
- En contraste, en reservas probadas de gas natural seco, la posición de la empresa caía al lugar 19.
- En producción de crudo, en 2001, era la tercera empresa y la novena en producción de gas natural. Décima en capacidad de refinación. En activos en libros, en noveno lugar.
- La utilidad de operación por alrededor de 30 mil millones de dólares reportados en el 2000, empero, se diluyó en su totalidad por concepto de impuestos y derechos, cuyo monto en el mismo año significó 37 por ciento del total de los ingresos presupuestales del gobierno federal.
Ya desde entonces, Muñoz Leos preconfiguraba el escenario de un colapso en la llamada primera industria nacional.
¿Y qué hizo el entonces director general de Pemex? Se puso a trabajar.
Politizada en exceso, la empresa presentaba –peor todavía— un escenario complicado con el sindicato petrolero, en aquel momento rehén de la disputa PAN Vs. PRI por el llamado Pemexgate.
Muñoz Leos remontó todo aquello. Se planteó, en primer lugar, elevar la producción hasta 4 mil millones de barriles de crudo diarios a final del sexenio, lo que casi consigue pues a su salida de la dirección general ya estaba a unos cuantos cientos de miles de alcanzar la meta.
Y junto con otras medidas administrativas y financieras –entre otras un intento de dar autonomía fiscal a la paraestatal--, invertir por primera vez en casi tres sexenios en exploración, a los que se destinaron 4 mil millones de dólares.
Lo presentado el domingo, pues, fue un refrito de lo que muchos conocíamos ya desde 2001. Parto de los montes, pues.
La única novedad –ya no tan novedosa—, si acaso, es que la Administración del señor Calderón arrió las velas de su naufragante embarcación.
(*) Muñoz Leos, Raúl; "Pemex en la Encrucijada / Recuento de una gestión" / Nuevo Siglo, Aguilar / 2006"
OBLIGADO POR LA incisiva toma de posición de los priístas encabezados por Manlio Fabio Beltrones, el señor Felipe Calderón envió a la palestra --¿o al cadalso?— a sus encargados de Energía y Petróleos Mexicanos a revelar un diagnóstico sobre la situación de la primera empresa paraestatal que, lástima, resultó peor que un fiasco, pues salieron solamente a asustar con el petate del muerto.
No sólo eso. Ambos funcionarios fueron quienes arriaron las velas de la nave en la que, se suponía, el señor Calderón y su petimetre Juan Camilo Mouriño saldrían a buscar un tesoro en las profundidades del océano proceloso. Incapaces de encontrar siquiera el mapa –que seguro pensaron hallar en la caja del cereal mañanero—, ahora pretenden que sean los legisladores quienes les hagan la tarea.
Diagnóstico de Pemex más que esperado. Y a la hora de la verdad, apenas un refrito del que, sin bombo ni platillo, presentó el 23 de agosto de 2001 el entonces director general Raúl Muñoz Leos (*):
- Pemex obtiene excelentes utilidades de operación en exploración y producción de hidrocarburos, que en el 2000 superaron los 25 mil millones de (aquellos) dólares.
- En cuanto a inversiones en exploración y producción de petróleo y gas natural, en 2001 Pemex se ubicaba por debajo de Exxon/Mobil, BP/Amoco y Royal Dutch/Shell.
- En materia de reservas probadas de crudo y condensados, Pemex ocupaba el séptimo sitio en el mundo.
- En contraste, en reservas probadas de gas natural seco, la posición de la empresa caía al lugar 19.
- En producción de crudo, en 2001, era la tercera empresa y la novena en producción de gas natural. Décima en capacidad de refinación. En activos en libros, en noveno lugar.
- La utilidad de operación por alrededor de 30 mil millones de dólares reportados en el 2000, empero, se diluyó en su totalidad por concepto de impuestos y derechos, cuyo monto en el mismo año significó 37 por ciento del total de los ingresos presupuestales del gobierno federal.
Ya desde entonces, Muñoz Leos preconfiguraba el escenario de un colapso en la llamada primera industria nacional.
¿Y qué hizo el entonces director general de Pemex? Se puso a trabajar.
Politizada en exceso, la empresa presentaba –peor todavía— un escenario complicado con el sindicato petrolero, en aquel momento rehén de la disputa PAN Vs. PRI por el llamado Pemexgate.
Muñoz Leos remontó todo aquello. Se planteó, en primer lugar, elevar la producción hasta 4 mil millones de barriles de crudo diarios a final del sexenio, lo que casi consigue pues a su salida de la dirección general ya estaba a unos cuantos cientos de miles de alcanzar la meta.
Y junto con otras medidas administrativas y financieras –entre otras un intento de dar autonomía fiscal a la paraestatal--, invertir por primera vez en casi tres sexenios en exploración, a los que se destinaron 4 mil millones de dólares.
Lo presentado el domingo, pues, fue un refrito de lo que muchos conocíamos ya desde 2001. Parto de los montes, pues.
La única novedad –ya no tan novedosa—, si acaso, es que la Administración del señor Calderón arrió las velas de su naufragante embarcación.
(*) Muñoz Leos, Raúl; "Pemex en la Encrucijada / Recuento de una gestión" / Nuevo Siglo, Aguilar / 2006"