Del Editorial de la Revista El Chamuco
Los funcionarios federales que cobran como si de veras gobernaran este país, ya lo dijeron muy claramente: NO SE VA A PRIVATIZAR PEMEX. Lo cual claramente significa que tienen toda la intención de privatizar Pemex. De hecho, tienen razón: no se va a llevar a cabo ninguna privatización energética, porque ésta ya comenzó desde hace varios sexenios. Desde que en Los Pinos despachaba un chaparro, peloncito (cualquier parecido con inquilinos actuales es una mera y fraudulenta coincidencia). Es más, desde antes de Salinas, ya se había echado a andar la privatización en el sexenio de un presidente gris y mediocre (cualquier semejanza con grisuras actuales es mera impotencia cromática).
Se está haciendo hasta lo imposible por convencer a todo el mundo de que Pemex padece una severa gastritis y que su muerte inminente sólo puede evitarse abriéndola a la inversión privada. Violación tumultuaria con fines humanitarios. Ni José Luis Soberanes podría objetar nada (y si quiere hacerlo, pues que objete).
La visión catastrofista del estado actual de la paraestatal, contrasta con las cuentas alegres que se presumen del estado actual del país: economía fuerte, creación de empleos, nada de recesión… cuando mucho, un catarrito. Ya si la realidad no concuerda con la versión oficial, muy su problema de la realidad.
Nosotros, en El Chamuco, vemos una realidad todavía más distorsionada. Con un gobierno que renuncia a gobernar y actúa como empresario, y unos empresarios que pretenden tomar decisiones de gobierno. Con unos intelectuales orgánicos, cuya acción más rebelde y contestataria es plegarse a los caprichos del poder. Con una izquierda que, de tan moderna, quiere rebasar a la derecha por donde sea.
Y mientras más grotesca, deforme y monstruosa es la manera en que la dibujamos, más se parece esta realidad a sí misma.