Gobernación no es ya el trampolín presidencial
Revista Siempre
El nuevo y destacado papel que debe cumplir la Secretaría de Gobernación está en la prevención y la atención de los desastres naturales, asegura, en entrevista con Siempre!, el historiador José Manuel Villalpando César, autor, junto con Alejandro Rosas Robles, de Los presidentes de México 1821-2000/La historia de los gobernantes de la nación narrada para los lectores de hoy (Planeta).
El abogado y catedrático de la Escuela Libre de Derecho, guionista de las telenovelas El vuelo del águila y La antorcha encendida, afirma que, en el nuevo México, las secretarías de Estado ya no son un trampolín para aspirar a la Presidencia.
En un análisis sobre la transformación de esa dependencia, el especialista indica que el cambio de titular de Gobernación no debe sorprender, porque sus tareas están más allá de la seguridad nacional y, aunque no se trate de un tigre de la política, cuenta con el respaldo presidencial.
Instrumento político-jurídico
Antonio Cerda Ardura (A.C.A.).- ¿Cuál es el papel que la Secretaría de Gobernación ha jugado en México, desde que se instauró, en el gobierno de Guadalupe Victoria?
José Manuel Villalpando César (J.M.V.C.).- Desde que México es independiente, la Secretaría de Gobernación o su antecedente, que fue el Despacho Universal de Relaciones Exteriores e Interiores, tiene a su cargo la política interna. Técnicamente hablando, maneja las relaciones entre los poderes federal y estatales, o las relaciones entre el Poder Ejecutivo con el Legislativo y el Judicial, o, igualmente, las relaciones entre la federación y los municipios. En principio, éste es su gran e importante campo de acción, que va más allá de lo que en otros países realiza el Ministerio del Interior. Al haber asumido la condición federal, es decir, el respeto de la libertad y la autonomía de las diversas entidades federativas, México requirió de un instrumento político-jurídico, que es la Secretaría de Gobernación, que mantuviera estas relaciones. A partir del siglo XIX, se convirtió en la secretaría o ministerio más importante del gabinete presidencial, hasta el periodo de Luis Echeverría. El secretario de Gobernación cumplía, además de ese papel jurídico, una serie de tareas adjudicadas por la práctica política mexicana: la preservación del orden interno y el control, inclusive, de los grupos opositores, primero, o subversivos, después.
A.C.A.- Coordinaba la inteligencia para preservar el Estado.
J.M.V.C.- La inteligencia de Estado. Sus facultades se fueron acrecentando hasta manejar temas como el de migración o, en cierto momento, el de las penitenciarías federales. En la actualidad ya no lo hace, pero lo hizo. Llegó a controlar a las instituciones de seguridad pública, de las que también ya se separó. Pero fue creciendo, siempre con la característica de que el secretario de Gobernación, en el siglo XIX, era el hombre fuerte del gabinete, el de las confianzas del Presidente y, por lo tanto, el sabedor o conocedor de los grandes secretos del Estado. Un ejemplo: un presidente con una gran visión de las cosas, que sabía delegar, fue Porfirio Díaz. Durante buena parte de su gobierno, Díaz tuvo como secretario de Gobernación a su suegro, don Manuel Romero Rubio, que se responsabilizaba de que el país marchara a gusto del mandatario, para que el Ejecutivo pudiera dedicarse a gobernar. Fue una presencia fuerte y clave, y lo sería así durante mucho tiempo en la vida política mexicana. Los ciudadanos nos acostumbramos, incluso, a que durante un tiempo, a partir del gobierno de Manuel Avila Camacho, y hasta el de Echeverría, la sucesión presidencial se resolvía vía el secretario de Gobernación. Indudablemente ocurría por la calidad de la cercanía de ese funcionario con el presidente en turno, como su hombre de confianza. Y en segundo lugar, porque la suma de conocimientos y saberes políticos, y de secretos y características de manejo que el secretario de Gobernación acumulaba, lo hacían heredero natural a la Presidencia.
A.C.A.- Esto pudo ocurrir desde Juárez. El fue ministro de Gobernación. También lo fue Calles.
J.M.V.C.- Sí. Pero el ministro de Gobernación de Juárez fue, durante algunos años, Sebastián Lerdo de Tejada. Sólo que él no heredó la Presidencia por esa vía. La heredó a través de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Plutarco Elías Calles también fue secretario de Gobernación. Pero a partir de Manuel Avila Camacho ocurrió que la sucesión presidencial se centró en la figura del secretario de Gobernación. Miguel Alemán fue secretario de Gobernación de Avila Camacho. Después, Adolfo Ruiz Cortines lo fue de Miguel Alemán. Y ahí hubo un rompimiento: el secretario del Trabajo, Adolfo López Mateos, se convirtió en Presidente de la República. Pero el orden de la sucesión, vía la Secretaría de Gobernación, se volvió a restablecer con Gustavo Díaz Ordaz y después con Echeverría. Sin embargo, a estas alturas hubo un giro repentino: los factores políticos pasaron a segundo término y se adelantaron los factores económicos. Así, llegaron a la Presidencia José López Portillo, que era secretario de Hacienda, o Miguel de la Madrid, que era titular de Programación y Presupuesto. Y, finalmente, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, llegaron al poder desde las áreas financieras del Estado. De manera que, según los signos de los tiempos, la preponderancia e importancia del secretario de Gobernación fue cambiando. Hoy la Secretaría de Gobernación no deja de ser importante. Al contrario: es más que nunca, e históricamente, la dependencia de mayor abolengo entre la población. Y es donde está el hombre fuerte, el que maneja las relaciones entre los poderes y las entidades.
A.C.A.- Hay muchos episodios en la historia de México en los que el secretario de Gobernación fue crucial.
J.M.V.C.- ¡Por supuesto! A propósito de la noticia sobre Fidel Castro, hubo uno muy importante. El presidente López Mateos estaba fuera de México. Había ido a Japón y, de regreso, se encontraba en Hawai cuando se desató la Crisis de los Misiles de Cuba. El gobierno de Estados Unidos pidió al de México su postura oficial al respecto de que si apoyaría o no el bloqueo continental que estaba tratando de establecer para evitar la llegada de los navíos rusos que transportaban misiles a Cuba. El secretario de Gobernación fue el que resolvió. Y lo hizo manejando este curioso sistema dual mexicano, de que, por una parte, mantiene el respeto a la soberanía de los pueblos, pero, por otra, no se pelea con los Estados Unidos. Así logramos salir airosos. Cuando fue posible, el secretario de Gobernación puso al tanto al presidente López Mateos. Y cuentan que fue tan afortunada la intervención del secretario, Gustavo Díaz Ordaz, que en el avión, cuando López Mateos volvía de Hawai, le dijo a un empresario: “Díaz Ordaz se acaba de ganar la Presidencia”. De manera que la labor del secretario es crucial e importantísima.
A.C.A.- Hay quienes piensan que, dadas las actuales condiciones del país y la cantidad de problemas, las facultades que mantiene la Secretaría de Gobernación son demasiadas.
J.M.V.C.- Sí y no. Efectivamente, parecen demasiadas, aunque las responsabilidades de seguridad pública las trasladaron a la secretaría del ramo. Por ejemplo, el asunto de los sorteos es muy tradicional. Hay ciertas acciones de gobierno que son, digamos, las originales, las que se hacen en cualquier Estado, como la supervisión de juegos y sorteos. Calificar los libros y revistas, o manejar las cuestiones religiosas o de migración, son atribuciones básicas del Estado que, por tradición, están sumidas en la propia Secretaría de Gobernación. Son parte de los ejercicios de control del Estado, que, simplemente, fueron creciendo.
A.C.A.- Este cambio de prioridades nacionales y del enfoque político dictados, aparentemente, por la economía y la globalización, ¿podrían en realidad representar o tener origen en fallas del sistema?
J.M.V.C.- No lo vería como fallas. Recordemos que el México democrático implica también un cambio de muchas formas de pensar. Las secretarías de Estado, por ejemplo, ya no son un trampolín directo para aspirar a la Presidencia de la República. La Secretaría de Gobernación tiene ahora un reto mayúsculo, que está enfrentando, y que está más allá de la seguridad nacional: la prevención de los desastres naturales.
A.C.A.- Si el sexenio de Fox se caracterizó porque no hubo Gobernación, hay quienes creen que el primer tropiezo de Calderón ha sido la utilización de sus amigos en esa dependencia.
J.M.V.C.- No lo veo como tropiezo. En el proceso natural histórico del ejercicio del poder presidencial, los presidentes tardan cierto tiempo en tomar las riendas en sus manos. Me queda claro que el primer año es el de los acomodos, en el que se vislumbra hacia dónde va el equipo y se califica. Tal vez esta característica se evidenció un poco en el asunto de Tabasco, pero es seguro que el Presidente tiene la convicción de atender la prevención de desastres de manera mucho más profesional.
En un México nuevo
A.C.A.- Se escuchan voces que impugnan el nombramiento de Juan Camilo Mouriño en Gobernación. J.M.V.C.- Lo que pasa es que México ya cambió. Estábamos acostumbrados a secretarios de Gobernación fuertes y de gran peso y prestigio políticos. Antes, a esa secretaría llegaba un tigre de la política o un hombre dotado de mucho colmillo. ¡Díaz Ordaz era un supersecretario de Gobernación! Pero hoy, simplemente, hay una forma distinta de ver las cosas. Lo importante es que llegue con el respaldo presidencial, que es lo único que le pide la Constitución: ser designado por el Presidente. No se habla de experiencia ni de que sea un viejo lobo de mar.
A.C.A.- Se comienza a decir que en Gobernación se apuntala ya al próximo Presidente.
J.M.V.C.- Sí. Es demasiado temprano. Pero la sucesión ya no depende de la voluntad del Presidente. Depende de muchos otros factores. El propio Calderón, si nos atenemos a lo que se decía, no era el candidato de Vicente Fox. Las cosas cambian porque México cambió, y porque la democracia campea ya hasta en ese tipo de decisiones.
El nuevo y destacado papel que debe cumplir la Secretaría de Gobernación está en la prevención y la atención de los desastres naturales, asegura, en entrevista con Siempre!, el historiador José Manuel Villalpando César, autor, junto con Alejandro Rosas Robles, de Los presidentes de México 1821-2000/La historia de los gobernantes de la nación narrada para los lectores de hoy (Planeta).
El abogado y catedrático de la Escuela Libre de Derecho, guionista de las telenovelas El vuelo del águila y La antorcha encendida, afirma que, en el nuevo México, las secretarías de Estado ya no son un trampolín para aspirar a la Presidencia.
En un análisis sobre la transformación de esa dependencia, el especialista indica que el cambio de titular de Gobernación no debe sorprender, porque sus tareas están más allá de la seguridad nacional y, aunque no se trate de un tigre de la política, cuenta con el respaldo presidencial.
Instrumento político-jurídico
Antonio Cerda Ardura (A.C.A.).- ¿Cuál es el papel que la Secretaría de Gobernación ha jugado en México, desde que se instauró, en el gobierno de Guadalupe Victoria?
José Manuel Villalpando César (J.M.V.C.).- Desde que México es independiente, la Secretaría de Gobernación o su antecedente, que fue el Despacho Universal de Relaciones Exteriores e Interiores, tiene a su cargo la política interna. Técnicamente hablando, maneja las relaciones entre los poderes federal y estatales, o las relaciones entre el Poder Ejecutivo con el Legislativo y el Judicial, o, igualmente, las relaciones entre la federación y los municipios. En principio, éste es su gran e importante campo de acción, que va más allá de lo que en otros países realiza el Ministerio del Interior. Al haber asumido la condición federal, es decir, el respeto de la libertad y la autonomía de las diversas entidades federativas, México requirió de un instrumento político-jurídico, que es la Secretaría de Gobernación, que mantuviera estas relaciones. A partir del siglo XIX, se convirtió en la secretaría o ministerio más importante del gabinete presidencial, hasta el periodo de Luis Echeverría. El secretario de Gobernación cumplía, además de ese papel jurídico, una serie de tareas adjudicadas por la práctica política mexicana: la preservación del orden interno y el control, inclusive, de los grupos opositores, primero, o subversivos, después.
A.C.A.- Coordinaba la inteligencia para preservar el Estado.
J.M.V.C.- La inteligencia de Estado. Sus facultades se fueron acrecentando hasta manejar temas como el de migración o, en cierto momento, el de las penitenciarías federales. En la actualidad ya no lo hace, pero lo hizo. Llegó a controlar a las instituciones de seguridad pública, de las que también ya se separó. Pero fue creciendo, siempre con la característica de que el secretario de Gobernación, en el siglo XIX, era el hombre fuerte del gabinete, el de las confianzas del Presidente y, por lo tanto, el sabedor o conocedor de los grandes secretos del Estado. Un ejemplo: un presidente con una gran visión de las cosas, que sabía delegar, fue Porfirio Díaz. Durante buena parte de su gobierno, Díaz tuvo como secretario de Gobernación a su suegro, don Manuel Romero Rubio, que se responsabilizaba de que el país marchara a gusto del mandatario, para que el Ejecutivo pudiera dedicarse a gobernar. Fue una presencia fuerte y clave, y lo sería así durante mucho tiempo en la vida política mexicana. Los ciudadanos nos acostumbramos, incluso, a que durante un tiempo, a partir del gobierno de Manuel Avila Camacho, y hasta el de Echeverría, la sucesión presidencial se resolvía vía el secretario de Gobernación. Indudablemente ocurría por la calidad de la cercanía de ese funcionario con el presidente en turno, como su hombre de confianza. Y en segundo lugar, porque la suma de conocimientos y saberes políticos, y de secretos y características de manejo que el secretario de Gobernación acumulaba, lo hacían heredero natural a la Presidencia.
A.C.A.- Esto pudo ocurrir desde Juárez. El fue ministro de Gobernación. También lo fue Calles.
J.M.V.C.- Sí. Pero el ministro de Gobernación de Juárez fue, durante algunos años, Sebastián Lerdo de Tejada. Sólo que él no heredó la Presidencia por esa vía. La heredó a través de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Plutarco Elías Calles también fue secretario de Gobernación. Pero a partir de Manuel Avila Camacho ocurrió que la sucesión presidencial se centró en la figura del secretario de Gobernación. Miguel Alemán fue secretario de Gobernación de Avila Camacho. Después, Adolfo Ruiz Cortines lo fue de Miguel Alemán. Y ahí hubo un rompimiento: el secretario del Trabajo, Adolfo López Mateos, se convirtió en Presidente de la República. Pero el orden de la sucesión, vía la Secretaría de Gobernación, se volvió a restablecer con Gustavo Díaz Ordaz y después con Echeverría. Sin embargo, a estas alturas hubo un giro repentino: los factores políticos pasaron a segundo término y se adelantaron los factores económicos. Así, llegaron a la Presidencia José López Portillo, que era secretario de Hacienda, o Miguel de la Madrid, que era titular de Programación y Presupuesto. Y, finalmente, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, llegaron al poder desde las áreas financieras del Estado. De manera que, según los signos de los tiempos, la preponderancia e importancia del secretario de Gobernación fue cambiando. Hoy la Secretaría de Gobernación no deja de ser importante. Al contrario: es más que nunca, e históricamente, la dependencia de mayor abolengo entre la población. Y es donde está el hombre fuerte, el que maneja las relaciones entre los poderes y las entidades.
A.C.A.- Hay muchos episodios en la historia de México en los que el secretario de Gobernación fue crucial.
J.M.V.C.- ¡Por supuesto! A propósito de la noticia sobre Fidel Castro, hubo uno muy importante. El presidente López Mateos estaba fuera de México. Había ido a Japón y, de regreso, se encontraba en Hawai cuando se desató la Crisis de los Misiles de Cuba. El gobierno de Estados Unidos pidió al de México su postura oficial al respecto de que si apoyaría o no el bloqueo continental que estaba tratando de establecer para evitar la llegada de los navíos rusos que transportaban misiles a Cuba. El secretario de Gobernación fue el que resolvió. Y lo hizo manejando este curioso sistema dual mexicano, de que, por una parte, mantiene el respeto a la soberanía de los pueblos, pero, por otra, no se pelea con los Estados Unidos. Así logramos salir airosos. Cuando fue posible, el secretario de Gobernación puso al tanto al presidente López Mateos. Y cuentan que fue tan afortunada la intervención del secretario, Gustavo Díaz Ordaz, que en el avión, cuando López Mateos volvía de Hawai, le dijo a un empresario: “Díaz Ordaz se acaba de ganar la Presidencia”. De manera que la labor del secretario es crucial e importantísima.
A.C.A.- Hay quienes piensan que, dadas las actuales condiciones del país y la cantidad de problemas, las facultades que mantiene la Secretaría de Gobernación son demasiadas.
J.M.V.C.- Sí y no. Efectivamente, parecen demasiadas, aunque las responsabilidades de seguridad pública las trasladaron a la secretaría del ramo. Por ejemplo, el asunto de los sorteos es muy tradicional. Hay ciertas acciones de gobierno que son, digamos, las originales, las que se hacen en cualquier Estado, como la supervisión de juegos y sorteos. Calificar los libros y revistas, o manejar las cuestiones religiosas o de migración, son atribuciones básicas del Estado que, por tradición, están sumidas en la propia Secretaría de Gobernación. Son parte de los ejercicios de control del Estado, que, simplemente, fueron creciendo.
A.C.A.- Este cambio de prioridades nacionales y del enfoque político dictados, aparentemente, por la economía y la globalización, ¿podrían en realidad representar o tener origen en fallas del sistema?
J.M.V.C.- No lo vería como fallas. Recordemos que el México democrático implica también un cambio de muchas formas de pensar. Las secretarías de Estado, por ejemplo, ya no son un trampolín directo para aspirar a la Presidencia de la República. La Secretaría de Gobernación tiene ahora un reto mayúsculo, que está enfrentando, y que está más allá de la seguridad nacional: la prevención de los desastres naturales.
A.C.A.- Si el sexenio de Fox se caracterizó porque no hubo Gobernación, hay quienes creen que el primer tropiezo de Calderón ha sido la utilización de sus amigos en esa dependencia.
J.M.V.C.- No lo veo como tropiezo. En el proceso natural histórico del ejercicio del poder presidencial, los presidentes tardan cierto tiempo en tomar las riendas en sus manos. Me queda claro que el primer año es el de los acomodos, en el que se vislumbra hacia dónde va el equipo y se califica. Tal vez esta característica se evidenció un poco en el asunto de Tabasco, pero es seguro que el Presidente tiene la convicción de atender la prevención de desastres de manera mucho más profesional.
En un México nuevo
A.C.A.- Se escuchan voces que impugnan el nombramiento de Juan Camilo Mouriño en Gobernación. J.M.V.C.- Lo que pasa es que México ya cambió. Estábamos acostumbrados a secretarios de Gobernación fuertes y de gran peso y prestigio políticos. Antes, a esa secretaría llegaba un tigre de la política o un hombre dotado de mucho colmillo. ¡Díaz Ordaz era un supersecretario de Gobernación! Pero hoy, simplemente, hay una forma distinta de ver las cosas. Lo importante es que llegue con el respaldo presidencial, que es lo único que le pide la Constitución: ser designado por el Presidente. No se habla de experiencia ni de que sea un viejo lobo de mar.
A.C.A.- Se comienza a decir que en Gobernación se apuntala ya al próximo Presidente.
J.M.V.C.- Sí. Es demasiado temprano. Pero la sucesión ya no depende de la voluntad del Presidente. Depende de muchos otros factores. El propio Calderón, si nos atenemos a lo que se decía, no era el candidato de Vicente Fox. Las cosas cambian porque México cambió, y porque la democracia campea ya hasta en ese tipo de decisiones.