Gabinete ... Los cuates de Calderón
Revista Siempre
Pareciera que Felipe Calderón no acaba de entender qué es la política. Su llegada al poder ha sido cuestionada por al menos el PRD y desde entonces lo ha acosado una y otra vez, desde su toma de posesión hasta la designación de Juan Camilo Mouriño en Gobernación. Lo extraño es que el Presidente no viene de la pequeña empresa como Fox, es un político de tiempo completo y aunque es de filiación conservadora hizo promesas como la de rebasar a sus rivales por la izquierda y sacar al país del bache en que su antecesor lo metió. Otra tendría que ser su conducta y diferentes sus políticas.
Sin embargo, sus más cercanos colaboradores —su gabinete— no parecen ser las personas adecuadas para que el país avance. Es verdad, ha realizado pequeños ajustes pero más con un sentido de la amistad (frecuente en el sistema político mexicano) que pensando en el avance de México. Mouriño en Gobernación, quien llegó usando un tono amenazador, es un caso. Otros son: Josefina Vázquez Mota, tan distante de la educación pública nacional y del libro de texto gratuito y tan cerca de los libros de autoestima; y Sergio Vela, a quien la comunidad cultural encuentra a un amigo personal de Calderón y no al hombre que busca darnos una política cultural, a lo sumo utiliza el cargo para promoverse.
El asunto más escandaloso quizá de compromiso más que de amistad es Alberto Cárdenas, un hombre corrupto, inepto, de doble moral. Destruyó a la Semarnat, una delicada Secretaría que debe contar con expertos, como Hacienda, y no con personajes ajenos a la ecología y ligados a los negocios turbios. Sólo un caso.
En la dirección que vigila el buen uso de las playas del país, puso a una amiga cercana, Blanca Cielo Corona, que se dedicó a hacer fantásticos negocios con las concesiones a particulares. El asunto fue discutido en el Senado y el entonces senador del PRI, Oscar Cantón Zetina, denunció el vergonzoso caso.
Ahora vemos que ese mismo panista, ligado a la ultraderecha que comanda Manuel Espino y cuyo sostén económico es Lorenzo Servitje, hoy en líos con Venezuela, deshace la Sagarpa y ante los fracasos del TLCAN y las severas protestas de agricultores y ganaderos, opta por esconderse de los medios. El campo mexicano requiere de cirugía mayor y no de un político aldeano que apenas puede hablar en público y cuya ignorancia es ya proverbial.
Si en verdad el Presidente quisiera dar una imagen de buen gobierno, sería conveniente que se deshiciera de todos los lastres, como Alberto Cárdenas, que finalmente no es más que un resabio del foxismo, donde inició una lamentable carrera que le permitió ser precandidato panista y llevar a cabo una patética campaña que cuajó en su inclusión en el gabinete de Felipe Calderón.
Pareciera que Felipe Calderón no acaba de entender qué es la política. Su llegada al poder ha sido cuestionada por al menos el PRD y desde entonces lo ha acosado una y otra vez, desde su toma de posesión hasta la designación de Juan Camilo Mouriño en Gobernación. Lo extraño es que el Presidente no viene de la pequeña empresa como Fox, es un político de tiempo completo y aunque es de filiación conservadora hizo promesas como la de rebasar a sus rivales por la izquierda y sacar al país del bache en que su antecesor lo metió. Otra tendría que ser su conducta y diferentes sus políticas.
Sin embargo, sus más cercanos colaboradores —su gabinete— no parecen ser las personas adecuadas para que el país avance. Es verdad, ha realizado pequeños ajustes pero más con un sentido de la amistad (frecuente en el sistema político mexicano) que pensando en el avance de México. Mouriño en Gobernación, quien llegó usando un tono amenazador, es un caso. Otros son: Josefina Vázquez Mota, tan distante de la educación pública nacional y del libro de texto gratuito y tan cerca de los libros de autoestima; y Sergio Vela, a quien la comunidad cultural encuentra a un amigo personal de Calderón y no al hombre que busca darnos una política cultural, a lo sumo utiliza el cargo para promoverse.
El asunto más escandaloso quizá de compromiso más que de amistad es Alberto Cárdenas, un hombre corrupto, inepto, de doble moral. Destruyó a la Semarnat, una delicada Secretaría que debe contar con expertos, como Hacienda, y no con personajes ajenos a la ecología y ligados a los negocios turbios. Sólo un caso.
En la dirección que vigila el buen uso de las playas del país, puso a una amiga cercana, Blanca Cielo Corona, que se dedicó a hacer fantásticos negocios con las concesiones a particulares. El asunto fue discutido en el Senado y el entonces senador del PRI, Oscar Cantón Zetina, denunció el vergonzoso caso.
Ahora vemos que ese mismo panista, ligado a la ultraderecha que comanda Manuel Espino y cuyo sostén económico es Lorenzo Servitje, hoy en líos con Venezuela, deshace la Sagarpa y ante los fracasos del TLCAN y las severas protestas de agricultores y ganaderos, opta por esconderse de los medios. El campo mexicano requiere de cirugía mayor y no de un político aldeano que apenas puede hablar en público y cuya ignorancia es ya proverbial.
Si en verdad el Presidente quisiera dar una imagen de buen gobierno, sería conveniente que se deshiciera de todos los lastres, como Alberto Cárdenas, que finalmente no es más que un resabio del foxismo, donde inició una lamentable carrera que le permitió ser precandidato panista y llevar a cabo una patética campaña que cuajó en su inclusión en el gabinete de Felipe Calderón.