La clase pudiente del servicio exterior
Rumbo de México
Pertenecer al servicio exterior mexicano no es cualquier cosa, pues solamente llegan quienes pertenecen al círculo cercano del poder. Así se ha estilado en el sistema político mexicano, pues las embajadas fueron y siguen siendo una salida digna para quienes por alguna causa han dejado de ser útiles a la política del momento, o al régimen en turno. También representan una valiosa oportunidad para esperar tiempos mejores, pues como dicen algunos: “en política hay tiempos para sobrevivir y tiempos para crecer”. Pascual Ortiz Rubio llegó desde la embajada mexicana en Brasil para ser candidato a la Presidencia de la República. Francisco Labastida Ochoa fue otro caso excepcional, pues a su salida de la gubernatura de Sinaloa se le envió al servicio exterior para protegerlo de las amenazas del narco, después regresaría para integrarse al gabinete y ser candidato presidencial de su partido. Anteriormente quien adquiría un cargo como embajador lo detentaba de por vida, pero a la llegada de Vicente Fox las cosas cambiaron, y cambiaron para mal, porque si algo resultó desastroso fue la política exterior.
Un embajador también forma parte de la clase política porque al fin y al cabo se representa al país ante un gobierno extranjero, y eso también genera privilegios que ni los propios funcionarios gubernamentales de alto rango alcanzan. Es más, no cualquiera se daría el lujo de despreciar una oferta para convertirse en cónsul, que es el rango inmediato inferior de la representación diplomática porque se cobra en dólares, se les pagan gastos de representación, de vivienda y menaje de casa. No estoy en contra de ello porque finalmente no se puede escatimar la dignidad de la representación de nuestro país en el exterior, pero también se dan excesos que me parecen atentatorios de la dignidad de todos los mexicanos porque al fin y al cabo somos quienes aportamos el dinero para pagarlos.
Si las representaciones diplomáticas no fueran tan generosas no habría la pretensión de la Cancillería de impulsar un programa de retiro voluntario entre nuestros diplomáticos.- La medida obedece a la escasez de plazas en el servicio exterior mexicano, lo que ha provocado congestionamientos en algunas áreas para favorecer una mejor movilidad en el mismo, de forma que con la medida se puedan aprovechar esas nuevas plazas para la apertura de espacios. Hasta agosto de 2007 la Cancillería contaba con mil 117 elementos, y aunque la edad promedio es de 46 años de edad, se calcula que al menos el veinte por ciento del personal está por cumplir 60 años. Vuelvo a repetir, si no existieran esos privilegios a los que me he referido, muchos ya hubieran desertado del honor de representar al país.
Por otra parte, se anuncia que la Cancillería gastará este año algo así como 15 millones de pesos para la renovación del parque vehicular en las embajadas, ya que el 47 por ciento de dicho parque fue adquirido entre 1990 y 1999, y en el sexenio pasado se compraron 147 vehículos además de algunos colchones extras y toallas de lujo. Pero también sale a la luz pública que la Embajada de México en Guatemala tiene un Volvo 2005 que utiliza el embajador; la Embajada de Australia tiene un BMW, con valor de 914 mil pesos; en Egipto hay un Mercedes Benz que constó 775 mil 546 pesos; en Finlandia un Mercedes Benz de 843 mil 786 pesos; Las representaciones en Cuba, Marruecos, Rumania, Sudáfrica, Turquía y Uruguay, tienen autos cuyo valor oscila entre los 400 mil y los 550 mil pesos.
Creo que este tipo de excesos son los que a la postre desvirtúan esa representatividad de nuestro país en el exterior, pues resulta harto ofensivo que los embajadores, por muy embajadores que sean, gasten indiscriminadamente tanto dinero en un vehículo nada más para sostener un status tan alto como el que se acostumbra, cuando en el territorio nacional tenemos más del cincuenta por ciento de la población en situación de pobreza, y a la cuarta parte en pobreza extrema. Este tipo de disparidades no pueden seguir presentándose cuando no encontramos la manera de paliar, que ya no erradicar, esta situación de postración de nuestros connacionales.
Ayer se reunieron algunos legisladores con el cuerpo de embajadores y cónsules en el exterior, a quienes presentaron la agenda legislativa 2008 y en la que presuntamente se abordaron temas torales como la migración. Creo que es la hora de que los representantes del país se pongan a trabajar en serio a favor de aquellos a los que representan, porque esa representación del país no es otra cosa más que velar por aquellos ciudadanos que lo integran. Me enteré que también los harán promotores de la exportación de productos mexicanos y de inversiones extranjeras para nuestro país, pero eso es algo que debe formar parte de la naturaleza del encargo y no contentarse solamente con gastar excesivamente dinero que no les cuesta a ellos.
Creo también que es la hora de que los legisladores le entren al tema de la migración y de la actuación de nuestros representantes, porque cualquier embajador puede trasladarse en un automóvil mediano y no por ello perder dignidad. Los lujos y los excesos no representan a los mexicanos, quienes esperan que al menos sean más activos en defender los derechos de nuestros migrantes, y de aquellos que por alguna causa se quedan a la deriva en cualquier parte del mundo. La agenda legislativa 2008 debe incluir este tipo de reclamos y otros que seguramente saldrán a la vista si se realiza una revisión a conciencia. Al tiempo.
Pertenecer al servicio exterior mexicano no es cualquier cosa, pues solamente llegan quienes pertenecen al círculo cercano del poder. Así se ha estilado en el sistema político mexicano, pues las embajadas fueron y siguen siendo una salida digna para quienes por alguna causa han dejado de ser útiles a la política del momento, o al régimen en turno. También representan una valiosa oportunidad para esperar tiempos mejores, pues como dicen algunos: “en política hay tiempos para sobrevivir y tiempos para crecer”. Pascual Ortiz Rubio llegó desde la embajada mexicana en Brasil para ser candidato a la Presidencia de la República. Francisco Labastida Ochoa fue otro caso excepcional, pues a su salida de la gubernatura de Sinaloa se le envió al servicio exterior para protegerlo de las amenazas del narco, después regresaría para integrarse al gabinete y ser candidato presidencial de su partido. Anteriormente quien adquiría un cargo como embajador lo detentaba de por vida, pero a la llegada de Vicente Fox las cosas cambiaron, y cambiaron para mal, porque si algo resultó desastroso fue la política exterior.
Un embajador también forma parte de la clase política porque al fin y al cabo se representa al país ante un gobierno extranjero, y eso también genera privilegios que ni los propios funcionarios gubernamentales de alto rango alcanzan. Es más, no cualquiera se daría el lujo de despreciar una oferta para convertirse en cónsul, que es el rango inmediato inferior de la representación diplomática porque se cobra en dólares, se les pagan gastos de representación, de vivienda y menaje de casa. No estoy en contra de ello porque finalmente no se puede escatimar la dignidad de la representación de nuestro país en el exterior, pero también se dan excesos que me parecen atentatorios de la dignidad de todos los mexicanos porque al fin y al cabo somos quienes aportamos el dinero para pagarlos.
Si las representaciones diplomáticas no fueran tan generosas no habría la pretensión de la Cancillería de impulsar un programa de retiro voluntario entre nuestros diplomáticos.- La medida obedece a la escasez de plazas en el servicio exterior mexicano, lo que ha provocado congestionamientos en algunas áreas para favorecer una mejor movilidad en el mismo, de forma que con la medida se puedan aprovechar esas nuevas plazas para la apertura de espacios. Hasta agosto de 2007 la Cancillería contaba con mil 117 elementos, y aunque la edad promedio es de 46 años de edad, se calcula que al menos el veinte por ciento del personal está por cumplir 60 años. Vuelvo a repetir, si no existieran esos privilegios a los que me he referido, muchos ya hubieran desertado del honor de representar al país.
Por otra parte, se anuncia que la Cancillería gastará este año algo así como 15 millones de pesos para la renovación del parque vehicular en las embajadas, ya que el 47 por ciento de dicho parque fue adquirido entre 1990 y 1999, y en el sexenio pasado se compraron 147 vehículos además de algunos colchones extras y toallas de lujo. Pero también sale a la luz pública que la Embajada de México en Guatemala tiene un Volvo 2005 que utiliza el embajador; la Embajada de Australia tiene un BMW, con valor de 914 mil pesos; en Egipto hay un Mercedes Benz que constó 775 mil 546 pesos; en Finlandia un Mercedes Benz de 843 mil 786 pesos; Las representaciones en Cuba, Marruecos, Rumania, Sudáfrica, Turquía y Uruguay, tienen autos cuyo valor oscila entre los 400 mil y los 550 mil pesos.
Creo que este tipo de excesos son los que a la postre desvirtúan esa representatividad de nuestro país en el exterior, pues resulta harto ofensivo que los embajadores, por muy embajadores que sean, gasten indiscriminadamente tanto dinero en un vehículo nada más para sostener un status tan alto como el que se acostumbra, cuando en el territorio nacional tenemos más del cincuenta por ciento de la población en situación de pobreza, y a la cuarta parte en pobreza extrema. Este tipo de disparidades no pueden seguir presentándose cuando no encontramos la manera de paliar, que ya no erradicar, esta situación de postración de nuestros connacionales.
Ayer se reunieron algunos legisladores con el cuerpo de embajadores y cónsules en el exterior, a quienes presentaron la agenda legislativa 2008 y en la que presuntamente se abordaron temas torales como la migración. Creo que es la hora de que los representantes del país se pongan a trabajar en serio a favor de aquellos a los que representan, porque esa representación del país no es otra cosa más que velar por aquellos ciudadanos que lo integran. Me enteré que también los harán promotores de la exportación de productos mexicanos y de inversiones extranjeras para nuestro país, pero eso es algo que debe formar parte de la naturaleza del encargo y no contentarse solamente con gastar excesivamente dinero que no les cuesta a ellos.
Creo también que es la hora de que los legisladores le entren al tema de la migración y de la actuación de nuestros representantes, porque cualquier embajador puede trasladarse en un automóvil mediano y no por ello perder dignidad. Los lujos y los excesos no representan a los mexicanos, quienes esperan que al menos sean más activos en defender los derechos de nuestros migrantes, y de aquellos que por alguna causa se quedan a la deriva en cualquier parte del mundo. La agenda legislativa 2008 debe incluir este tipo de reclamos y otros que seguramente saldrán a la vista si se realiza una revisión a conciencia. Al tiempo.