DIAS EXTRAÑOS
Aunque Javier Lozano ya está pidiéndole al chino que le ofrezca una disculpa, la verdad sigue sin quedar claro por qué quiere que el chino se disculpe si ni siquiera lo ha mencionado. Es más, me da la impresión de que Lozano se autoimplicó en el asunto sin que el chino lo hubiera mencionado cabalmente. Después de todo el chino siempre dijo “Javier Alarcón” y Lozano salió al quite sin darle tiempo al mismo chino de desmentirse o de terminar de hacerse bolas.
Al verdadero implicado en este asunto que es Javier Alarcón nadie le ha dicho nada.
Y es que, ¿quién sospecharía de un conductor de noticieros deportivos? ¿Ah, verdad? Bueno, pero este hombre no parece un delincuente, como tampoco lo parece Lozano y lo peor del caso es que tampoco lo parece Zhenli Ye Gon.
De Javier Alarcón sólo he llegado a escuchar que es un poco... digamos, exquisito.
Hace un par de semanas en una cena con dueños de restaurantes uno de ellos se quejaba de este experto en futbol por haberle devuelto varias botellas de vino quesque porque tenían “unas manchitas en el corcho” y “no estaban bien”. El dueño del restorán mandó abrir las botellas y se las bebió una a una delante del afamado conductor nada más para mostrarle lo mal que estaban.
De Lozano he escuchado muchas cosas, pero pocas negativas, salvo la que me compete, es decir, que dizque nos parecemos. Hasta mi querido Carlos Loret de Mola no pudo resistir la tentación y en medio del escándalo del “coopelas o cuello” le recordó de nuestro innecesario parecido, un comentario que el secretario cortó por lo sano para dar rienda suelta a su furia contra el chino.
Por un lado me daría gusto que Lozano no estuviera implicado en el asunto porque sería una verdadera desgracia para este gobierno debutante y para todo el país vivir una debacle política de esa magnitud, pero por otro lado no me da gusto que no esté implicado porque ya hasta estaba escribiendo un show para estrenarlo este viernes con Marisol Gasé haciéndola del chino y, claro, yo de Javier Lozano... ¿Se imaginan? ¡Estoy a punto de convertirme en el Raquel Pankowsky de este sexenio!, todo depende de en qué termine este desmadre.
No vayan a pensar que le deseo el mal a nadie y menos a Javier Lozano. Ya el otro día me habló mi amiga Lizbeth y me dijo que no entiende por qué la gente me compara con Javier Lozano, “¡si Javier Lozano es guapísimo!”. Ah, vaya, muchas gracias, le dije, gracias por finalmente encontrar un punto diferencial entre nosotros, aunque éste vaya a costa de mi propia vanidad.
Sólo el diablo sabe en qué va a acabar este cuento chino con aspiraciones de tragedia griega. ¿Por qué llegó ese dinero a manos del chino? ¿Por qué no se utilizó durante la elección? ¿A dónde fue a dar ahora que fue requisado? ¿Por qué todos se hacen de la vista gorda? ¿Es capaz el Estado de volvérselo a embolsar sin saber siquiera si es dinero sucio procedente del narcotráfico? ¿Quién es “Luis”, quién es “Sánchez”, quién es “Javier Alarcón”, quién es Zhenli Ye Gon, el chino que se hizo mexicano? Y finalmente, ¿por qué está Javier Lozano metido en este embrollo?
Pronto lo sabremos, como que este es el año del cerdo para los chinos. Tarde o temprano les aseguro que la puerca va a torcer el rabo.