EN EL AJO
Tatiana Maillard y Eduardo Limón
No se diga más: los marchistas tienen la culpa de todos los males que aquejan al Distrito Federal. Son un peligro para la ciudad y la nación, tienen las manos sucias (¿pues dónde se las van a lavar, si se la viven plantadotes en la calle?, guácala), y peor aún: son unos asesinos cuya siguiente víctima podría ser usted. O por lo menos, así lo revelan los caros spots televisivos del PAN capitalino, creados a fin de buscar la aprobación de la iniciativa que pretende reglamentar las marchas.
Alertados y sumamente preocupados por las revelaciones sobre la alta peligrosidad de los marchistas hechas por nuestros esmerados funcionarios blanquiazules, en emeequis nos hemos dado a la tarea de buscar todos los actos criminales de los cuales son responsables estos sicópatas delincuentes. No se deje engañar por sus exigencias de justicia, detrás de los marchosos hay un plan tan negrísimo como las plantas de sus pies (las de los marchosos, no las de usted, querido lector). Tenga miedo, mucho miedo.
Los derrumbes en Iztapalapa
Si el suelo de Iztapalapa es una trampa mortal, no se debe a otra cosa que a las marchas. Nomás imagine los pies de cientos de marchistas golpeando al mismo tiempo la tierra. Científicos calificados han descubierto que esta acción produce una vibración que alcanza las capas más profundas de la tierra y viaja a través de ellas hasta los puntos más alejados del centro de la ciudad (o sea: Iztapalapa), donde la tierra se reblandece, se abre y se traga todo lo que hay a su paso.
La explosión de ductos de PEMEX
Qué EPR ni qué el sereno. Si alguien debería ser debidamente detenido y procesado por las explosiones de los últimos días, son esa bola de pendencieros que se la viven cerrando las calles del DF. Quizá ellos no hayan participado en los supuestos ataques contra las instalaciones de Petróleos Mexicanos, pero segurito ya se enteraron y en sus mentes llenas de maldad planean hacer algo similar en su próxima manifestación. La ciudad de México está en peligro de arder como Troya. Y ellos podrían ser los responsables.
La derrota de la(s) Selección(es) Nacional(es) de Futbol (es… ah, ¿verdad?) frente a Argentina
No le reclamen a Hugo, ni a ningún otro estratega nacional. No los acusen de haberse equivocado de estrategia. No se decepcionen de la actuación de nuestras delanteras. ¿Cómo esperaban que la(s) selección(es) y su(s) entrenador(es) se concentraran en la cancha cuando saben que el destino de la ciudad capital de su país se encuentra en las mugrosas manos de los marchistas? El sólo pensarlo provoca un miedo terrible. Y por supuesto, desconcentración.
La drogadicción
¿Cómo no se van a drogar nuestros jóvenes? Si los marchistas no permiten el libre tránsito de los vehículos por las avenidas, nuestra pobre y desamparada juventud buscará otros métodos para… este… desplazarse… aunque sea de una realidad tangible a otra más sicodélica. Malditos. El pobre conductor, panzón padre de familia que trae a un lado a la esposa con dolor de cabeza, atrás a los niños chillando y nomás se la pasa toque y toque el claxon para que ya por su madre lo dejen pasar los de la marcha, ¿cómo le va a hacer para relajarse al llegar a casa una vez pasado el trance?, ¿sólo con una cervecita? Por favor, pobre hombre.
Faltas a la estética
Ya lo dicen los spots: los marchistas son gente fea. Todavía si Los 400 Pueblos estuvieran conformados por güeritos (y güerotas) buenotes(as) como los que aparecen en Bay Watch, estaríamos agradecidos de que se encueraran en las calles. Pero cada que pasamos por Reforma y nos encontramos a estos desconsiderados campesinos, somos testigos de una gravísima falta, ¿a la moral? Neeeel: ¡a la estética! Ay, qué horror.