SIGUE EL GOBIERNO USURPADOR CON SU GUERRA SUCIA CONTRA EL PRESIDENTE LEGITIMO
Propaganda negra contra López Obrador
Miguel Angel Ferrer
Desde los albores del sexenio de Vicente Fox, cuando la oligarquía tomó clara conciencia de la inmensa popularidad de Andrés Manuel López Obrador y su proyecto alternativo de nación, no han cesado los ataques, sobre todo mediáticos, contra el tabasqueño. Pero a seis años del comienzo del hostigamiento y a doce meses del fraude electoral que le robó al tabasqueño la Presidencia, esos poderes fácticos, esa auténtica mafia no ha podido destruir el enorme movimiento social y al líder popular que exigen progreso y verdadera democracia.
Todo hasta ahora ha fallado: las calumnias, la guerra sucia, el desafuero, la conspiración de los medios ligados al poder. Ya hacía falta, sin duda, intentar algo nuevo. ¿Qué tal ligar a López Obrador y al PRD con alguna oscura fuerza supuesta o realmente guerrillera?
Esto ya se ha hecho en el pasado con cierta dosis de éxito. Recuérdese que un poco antes de las elecciones de julio de 1994, la propaganda negra de la oligarquía acusó al PRD de ser el “brazo político” del EZLN.
Pérfidamente, ya se insinúa, sobre todo entre periodistas afines al sistema, la posible participación de López Obrador en los atentados dinamiteros contra Pemex en Guanajuato y Querétaro.
Y ya también se mezcla en ese sórdido asunto al EZLN. Y en el rosario de calumnias no podía faltar la presencia, como participantes en los sospechosos atentados, de la indoblegable Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, la Sección 22 del sindicato de maestros, la CNTE y, desde luego, el dinero, la orientación y las armas y explosivos supuestamente venidos del gobierno de Hugo Chávez.
Nada de qué extrañarse. Así son la guerra sucia y la propaganda negra. Pero si el caso no es para extrañarse, sí es para preocuparse. Sobre todo las personas, los movimientos y las organizaciones sociales y populares dedicadas a la lucha política pacífica.
Esos atentados del Bajío tienen todas las señas de estar siendo utilizados para ir creando en la opinión pública la convicción de que los autores son justamente las personas, organizaciones y movimientos que mantienen la lucha contra pobreza y exclusión neoliberales y en favor de una verdadera democracia.
Si finalmente el fantasmagórico Ejército Popular Revolucionario es o no una agencia de la oligarquía para montar provocaciones, el asunto, siendo importante, pasa a segundo término. Lo central por ahora es comprender la lógica de la propaganda negra puesta en curso contra la lucha social pacífica con esos tan sospechosos atentados.