SUBCOMANDANTE MARCOS, CHARLATA O LIDER INDIGENA?
Vladimir Galeana
07/05/2007 12:11:16 a.m.
Con todo y que para muchos se ha convertido en una leyenda romántica, para otros en un paladín de las causas indígenas, y para los más en un representante de una izquierda dispersa que no ha sido capaz de cohesionar su perfil ideológico, para mi el señor que se esconde tras una capucha y que se ha hecho identificar durante trece años como el Subcomandante Marcos, no es más que un charlatán irresponsable que debería estar tras las rejas con una sentencia de muchos años. Con esta opinión seguramente ganaré muchas animadversiones entre aquellos que lo admiran y veneran, pero no puedo dejar de considerar en este juicio de valor que emito la infinidad de ilícitos que ha cometido. Cualquiera que tenga diferencias políticas con un gobierno tiene el derecho de luchar en el campo que le venga en gana, incluso en la rebeldía armada, pero no por ello tiene el derecho de aprovecharse de la necesidad de la gente y arrastrarlos a una muerte segura como lo hizo en los albores de 1994.
Si mal no recuerdo, y lo pongo en la mesa de la discusión, el presunto líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional declaró la guerra al Ejército Mexicano y provocó sangrientos enfrentamientos armados en diversos lugares de Chiapas. Después de las primeras escaramuzas la opinión pública conoció que un gran número de combatientes zapatistas estaban armados solamente con rifles de madera, es decir, quien los encabezaba los empujó a una muerte segura a sabiendas de que el Ejército Mexicano respondería la agresión utilizando toda su capacidad bélica.
Por eso digo que Marcos es un charlatán irresponsable, ya que el precio de sangre que tuvieron que pagar los indígenas resultó muy alto para que el encapuchado adquiriera notoriedad en todo el mundo. Si bien es cierto que el olvido y la postración de muchos años eran injustos, ninguna aspiración política personal es más valiosa que la vida de uno sólo de los mexicanos, y Marcos se valió de la vida de muchos indígenas para construirse ese halo de reivindicador de sus causas. Lo que construyó en el territorio que aún sigue dominando ha sido otra clase de postración, con la diferencia que ahora esos indígenas son rehenes de sus designios personales. Los apoyos gubernamentales no han llegado en su totalidad por la renuencia del afamado líder a dejar que los encargados gubernamentales de los programas sociales transiten libremente por la zona.
La guerra a la que se acostumbró en los siguientes años fue de papel, de tinta como alguna vez la calificara José Angel Gurría, y la intensidad de su combativa palabra fue su arma más poderosa magnificada por la utilización del internet. Nunca le gustó el gobierno de los priístas, tampoco la propuesta de los perredistas, pero con estupor observamos que ahora ha sentenciado a la destrucción al de Felipe Calderón hinojosa, con lo que el espectro ideológico se nos agotó a los mexicanos y no tenemos otra fórmula que ofrecerle para satisfacer sus ansias de orientador de la conciencia colectiva de los más de ciento cinco millones de mexicanos que habitamos este país.
Vicente Fox cometió el disparate de permitirle que recorriera todo el territorio nacional aún cuando pesaban diversas órdenes de aprehensión en su contra, y eso lo envalentonó tanto que ahora piensa que cuenta con la impunidad suficiente como para levantar en armas a cuanto grupo inconforme se le ponga enfrente. Parece que Marcos ya dejó en el cajón de los olvidos a los indígenas y traslada su lucha al campo urbano. La reciente marcha que encabezó con los “macheteros de Atenco” por la avenida más importante de la Ciudad de México, le permitió medir la disposición del gobierno perredista que encabeza Marcelo Ebrard para tomar la plaza como base de su nueva cruzada reivindicadora. Solamente quiero decir que si a mi u otro ciudadano común y corriente se nos ocurre sacar un cuchillo de mesa y blandirlo amenazadoramente por las calles de la ciudad, seguramente recibiéremos como respuesta una andanada de toletazos y una consignación como reos de alta peligrosidad, pero él es Marcos, el encapuchado al que todo se le tiene que permitir porque su protesta es contra el Gobierno Federal, ese al que se le sigue negando el reconocimiento pero que cuando se requiere de su auxilio no tienen empacho en solicitarlo y exigirlo.
El sábado pasado el tal Marcos se permitió otra gran estupidez cuando al realizar un mítin en las afueras del Penal de Almoloya de Juárez donde están recluidos once de los responsables del delito de secuestro y retención contra funcionarios del Gobierno del Estado de México, y por los cuales un juez les dictó una sentencia de 67 años de prisión, quizá excesiva pero no por ello deja de ser legal, en una más de sus poéticas arengas aseguró a sus seguidores que liberará a Ignacio del Valle, Héctor Galindo y Felipe Alvarez, antes de que culminen su sentencia de 67 años porque este sistema no va a durar 60 años, y antes de eso, las cárceles se van a abrir y solamente permanecerán en ellas Vicente Fox, Enrique Peña Nieto y Eduardo Medina Mora. Después de ello siguió el jolgorio con bandas de rock. Por eso afirmo que es un charlatán irresponsable, porque ahora pretende convertirse en paladín de una lucha en la que seguramente orillará a los “macheteros de Atenco” a cometer ilícitos para obligar a las autoridades a responder y seguir en su papel de mártir. Creo que al igual que aquel que pulula por todo el territorio nacional prometiendo el paraíso terrenal después de destruir lo que tanto esfuerzo nos ha costado construir, Marcos merece el olvido, aunque haga todo por evitarlo. Ya pueden esperar sentados Del Valle, Galindo y Alvarez a que pasen esos sesenta años. México necesita consensos para avanzar y no disensos estúpidos. Al tiempo.