INDICE POLITICO

FRANCISCO RODRÍGUEZ


LIDER RICO, PERO ENFERMO

JOEL AYALA ALMEIDA tiene años de saltar de una a otra cámara del Congreso de la Unión. Durante un lapso aún mayor ha encabezado el sindicato de la Secretaría de Salud –aún lo hace, a través de interpósita persona: su sobrino— y a un tiempo encabeza a la cada vez más menguada Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado a la que se conoce por sus impronunciables siglas: FSTSE.

Y digo menguada porque cada vez son más los gremios de las dependencias del gobierno federal que migran hacia la Federación que los maestros del SNTE han formado, dándole carácter de democrática. Ahí están ya la mayoría de las representaciones de los burócratas.

Y durante todo este tiempo de legislador y líder "charro", Ayala ha conseguido amasar una considerable fortuna, merced a la creación de constructoras que consiguen contratos con secretarías del despacho presidencial y empresas paraestatales que funcionan merced a los recursos que aportamos los contribuyentes. Todo a cambio de someter los derechos de sus dizque representados.

Ayala Almeida, sin embargo, no es un favorito de la diosa Fortuna. Alea no lo discrimina y le inflige sufrimientos como a cualquier otro mortal.

Lamentablemente y de manera directamente proporcional a su enriquecimiento inimaginable, don Joel ha caído víctima de una enfermedad a la que la Organización Mundial de la Salud ha calificado cual "progresiva, crónica y mortal". Pobre. Pobre rico pobre.

Que ¿por qué le platico de ello este día?

Pues porque apenas este último miércoles, el diputado Ayala –refiere el diario El Centro en su edición correspondiente al jueves—hizo sonar las alarmas del no tan sólido sistema bancario mexicano –al que todos los días, todos, "se le cae el sistema"--, al acudir a la sucursal de Banorte ubicada en el Palacio Legislativo de San Lázaro a depositar un millón 400 mil pesos. Sí, leyó usted bien. Casi millón y medio de "morlacos".

Como usted seguro sabe, el sistema bancario no acepta depósitos mayores a los 100 mil pesos (en las sucursales, ¿quién sabe si recibe cantidades mayores en las oficinas de los altos directivos?), si no están documentados cual producto de una transacción comercial, para lo cual se requiere presentar las facturas y demás documentación respectiva.

Así que sonaron las campanas. Y a lo mejor ahí, con el ruidazo, don Joel salió de su sopor.

"¿De qué se extrañan?", debió pensar. Un líder como él maneja esas sumas, y aún mayores, del mismo modo que usted y yo contamos pesos y monedas para pagar gasolina, el taxi o un camión.

¡Ah que don Joel tan… intoxicado!

Seguro que esa "lana" la acababa de recibir por algún negocio de esos que no dan ni piden factura. O a lo mejor es lo que los burócratas le dan para sus dulces, jarabes y pinoles. Mal pensado que soy, usted me conoce, quizá no es sino parte de la "paga" por haber empujado la Ley del ISSSTE.

Aunque, un millón 400 mil son pocos pesos.

El verdadero pago estarìa por llegar.

Ojala no lo deposite en una sucursal bancaria. Mejor será que vaya a la dirección de alguno de "nuestros" bancos, ¿no cree usted?