RENACE LA SANTA INQUISICION EN MEXICO
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La restauración de sus privilegios y sus fueros, el control de las conciencias a través del chantaje y la amenaza, del miedo, de la ignorancia, de las servidumbres, de la condenación eterna al fuego abrasador del Infierno por la vía de la excomunión a quienes contradigan sus santos designios, son las cartas que pretende jugar la Iglesia Católica para interferir en los asuntos del gobierno y tratar de imponer un modelo medieval de Estado Teocrático, por encima de la diversidad y de la libertad de conciencia.
Estimulada por el arribo de la ultraderecha al poder, que se ha enquistado en los más altos ámbitos de dirección del Partido Acción Nacional, la jerarquía dorada y privilegiada del clero católico pretende condicionar y postrar de rodillas a un Estado determinado por su espíritu laico y democrático, y para tal propósito pone especial énfasis en satanizar, amenazar y lapidar moralmente a los integrantes de la asamblea Legislativa del Distrito Federal, de los partidos PRD, PRI, Nueva Alianza y Alternativa, que respaldan la despenalización del aborto. Por eso es saludable recuperar algunos conceptos de la exposición de motivos que sustenta el dictamen de la actual Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, que le dio reconocimiento oficial a las iglesias y las comprometió a ajustar sus conductas al marco jurídico que establecen nuestras normas legales, elaborada por la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales el 2 de julio de 1992. La nueva Ley fue promulgada y entró en vigor el 15 de julio del mismo año.
"Si hay pluralidad ideológica y política, debe existir, también, en consecuencia, pluralidad religiosa. El Estado moderno debe protegerla y garantizarla. Esta es la esencia del laicismo del Estado. Este carácter laico no supone un ánimo contrario ni opuesto a la religión. Por el contrario: garantiza la aconfesionalidad del Estado y asegura con ello la libertad de cultos y la tolerancia religiosa".
Agrega: "A partir de estos principios se puede lograr por una parte, el respeto al sentimiento religioso de las personas y el ejercicio del culto público, en los términos señalados por la ley; y por la otra, se establece el marco adecuado de respeto y coexistencia entre las diversas iglesias y religiones y deja instituida también la base necesaria para la investigación, el desarrollo de la ciencia y el análisis de todos los asuntos que interesan al individuo en lo particular y en su vida en sociedad".
Explica: "Entre el Estado laico y la libertad religiosa existe, así, una relación dialéctica: la única entidad capaz de garantizar tal libertad es un Estado laico, y la existencia de la libertad en materia de cultos asegura que el Estado tenga ese carácter".
Recapitula: "Si derrotamos los privilegios, hoy luchamos por impedir que vuelvan a instaurarse [...] Una experiencia histórica rica y abundante en hechos aleccionadores, hizo posible llegar a la certeza de que el respeto escrupuloso de los ámbitos civil y religioso es requisito indispensable de la buena marcha del país".
Nadie puede ser objeto de alguna inquisición judicial o administrativa por la manifestación de ideas religiosas, pero tampoco es aceptable que, en el cumplimiento de sus responsabilidades como integrantes de un gobierno laico, los representantes populares o los funcionarios públicos sean víctimas de alguna inquisición religiosa.