PARA BRUTOS NO SE ESTUDIA! SE NACE
RM Rumbo de México
Rubén ?Lara León?
02/05/2007
Seis años llevó a los panistas entender cómo se legisla en México; al menos eso parece después del festejo por el gran “éxito” de las reformas a la Ley del ISSSTE. Escuchándolos, creen que inauguraron un nuevo modelo de concertación y redefinieron el papel de los actores en el proceso emisor de normas.
Esto no es cierto, un repaso a la historia reciente lo demuestra: hasta 1997 el PRI sacaba lo que quería de las Cámaras, no sólo por dominarlas numéricamente sino porque el ejecutivo tenía todo para preparar decretos, pagar estudios y construir buenas iniciativas y proyectos legislativos.
Casi todos ellos provenían del Presidente, no podía ser de otro modo, tenía grupos técnicos de élite, recursos y asesores especializados. Así, como sucede casi en todo el mundo, incluidos los sistemas parlamentarios, el gran promotor del trabajo de diputados y senadores es el ejecutivo, quien además posee la información de fondo que se requiere para sustentar las leyes.
Cuando en 1997 el PRI perdió la mayoría de diputados y en 2000 la de ambas cámaras, este escenario se modificó y creció exponencialmente el número de iniciativas preparadas por legisladores, disminuyendo dramáticamente la presencia del ejecutivo en este proceso hasta casi desaparecer.
En efecto, la abulia de Fox lo hizo abandonar el impulso de leyes que respaldaran su programa de gobierno; únicamente logró concretar la Ley del Servicio Civil de Carrera y la de Transparencia, si bien esta última fue empujada por la sociedad civil. Claro, ello sin contar el paquete económico anual que, dirían los clásicos, sale porque sale.
Hoy existen legisladores que presentan casi una iniciativa por semana, proviniendo muchas de partes interesadas (despachos, empresas, capital extranjero), son más de 4000 las iniciativas pendientes, entre las que hay ocurrencias, protagonismos y algunas viables. Su calidad es ínfima, y dado que las comisiones carecen de los recursos, infraestructura, datos e insumos que un trabajo legislativo serio requiere, el empantanamiento es la consecuencia.
Por eso la ley del ISSSTE salió sin problema; se trataba de una reforma estructural que sólo podía provenir del ejecutivo, llena de datos actuariales y cifras que ninguna Cámara posee; es exactamente equiparable a la posible reforma fiscal que tendría que emanar de Hacienda, nadie más tiene el acervo que requiere.
No nos engañemos, hoy vemos un ejecutivo que legisla, exactamente como lo hizo el PRI durante 70 años. Persisten las mismas prácticas aunque mal procesadas, no ha cambiado nada en el sistema político.
Mientras tanto, ocupados como están en ponderar su eficiencia, los panistas no se han dado cuenta que al término del primer período ordinario del Congreso, el decreto regulador de sueldos del Ejecutivo, aparente gran logro de Calderón, está congelado porque no fue aprobado. Tampoco han visto que la reforma del estado promovida desde el Congreso, quien otra vez le ganó el paso al Presidente, ha sido definida desde ahora por PRI y PRD, que anunciaron acuerdos para renovar en su totalidad el IFE, negativa a segunda vuelta y reelección de legisladores, disminución de tiempos de campaña y del financiamiento público.
No estoy haciendo un llamado a retomar el pasado, el activismo legislativo es plausible, para eso les pagamos, pero no nos presenten como novedad que el ejecutivo promueva avances normativos; así se había hecho siempre.