DEL CORREO DEL BLOG
Víctor Raúl Huamán
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Las diferencias entre lo propio y extraño es lo que menos distinguimos en nuestro camino, el signo y el significante dirían los lingüistas. La película “Apocalypto” es la visión de otro mundo en relación a nuestra particularidad indoamericana. Ya no es la visión ibérica o europeizante, ahora la criatura es norteamericanizada.
Del esfuerzo de Mel Gibson habría que agradecer que no trasciende el límite de lo exclusivamente comercial de otros autores sobre temáticas históricas. El mensaje final involucra a modo de metáfora, los desarrollos culturales de la América en general y debería llegar a un mercado peruano con mayor rigor de la crítica: la historia de nuestros orígenes, la visión norteamericana reducida de la restante América y la esencia cultural que representamos.
La vital importancia de lo religioso, los mitos y las enseñanzas del pasado, que muchas veces nos negamos a observar, es el gran estímulo emocional de la película. La crueldad de la muerte del padre, lo más amado e invencible de tantas batallas por la sobrevivencia de su aldea; los sacrificios humanos a los dioses para que llueva; y, los ritos de “Garra de Jaguar”, escondiendo bajo el barro sus ídolos estando preso. Ese afán por lo divino es vital para la libertad. Por ello el aldeano Garra de Jaguar no teme a la muerte ni en el momento culminante de su sacrificio, cuando dice “no puedo morir”.
La lluvia, el Sol y la Luna, encierra el misterio de la vida para unos y la muerte para otros. Para el pueblo que lo tiene preso y lo lleva a su aldea para sacrificarlo, es vital que llueva ya que viven tiempos de sequía, en tanto Garra de Jaguar invoca a sus dioses para que no llueva. La vida de su hijo y su esposa embarazada depende de ello. No es su libertad individual y el derecho a la vida lo que le preocupa, sino la sobrevivencia de sus aldea y su familia.
La persecución por la frondosa selva evidencia la importancia de lo artesanal y los recursos que la naturaleza le brinda para defenderse de los guerreros que quieren matarlo - y es que Garra de Jaguar “no puede morir”. Se revela el miedo como cuando partía a una batalla el lugarteniente de Napoleón, Nelson: tiembla cuerpo maldito, tiembla, que no sabes hasta donde te voy a llevar. Lucha que se detiene al encontrarse, guerreros y Garra de Jaguar, sorpresivamente frente a unos seres gigantescos que se les van acercando desde el inmenso mar. Son las carabelas españolas que llegan a iniciar la conquista.
Hasta aquí lo más trascendente del mensaje de la película ya que como escenario histórico es una burla o, para ser generosos, un desenfrenado placer solitario de Mel Gibson. Y es que desde el año 900 la cultura Maya era una cultura decadente. Es decir, 600 años antes que se diera la invasión española, la cultura Maya se había desintegrado en ciudadelas menores. Sin embargo y pese a que el vestuario es Maya, el idioma es maya-yucateco y la fotografía de la pirámide Tikal, en Guatemala) donde se realizan los sacrificios también es Maya, Gibson responde que los escenarios no están basados en la cultura Maya y sí en “las costumbres y cultura de una aldea”.
Gibson defiende su obra a partir de su ignorancia histórica. Desde la perspectiva ideológica norteamericana, los anacronismos son irrelevantes. Es la más clara definición de lo nuestro por un mundo extraño al nuestro. Pero existen otro mensaje en la película de Gibson: la visión de las tres culturas más importantes de América (ninguna en territorio USA) se reduce a una sola, donde los sacrificios humanos son una orgía de sacerdotes carniceros.
Vayan a verla con la esperanza de que, algún día, podamos lograr la realización de una versión real de las “aldeas” del sur de norteamérica. Y es que para la generalidad de los críticos que comentan Apocalypto, lo más trascendente es la acción y la violencia final, el juego de cámaras y la garantía de un Made in Gibson. Vayan con la esperanza de que Apocalypto nos haga reflexionar en la necesidad de que en el Perú se organice el cine nacional para llevar la verdadera historia de las diversas culturas que florecieron en nuestro territorio peruano y la cosmovisión de lo indígena.
En este propósito es necesario mencionar los valiosos documentales que realizó el periodista Alejandro Guerrero. Intentemos que “en el mundo de hoy se integre para siempre el testamento espiritual del mundo de los incas”, pensamiento del artista peruano Felipe Cossio del Pomar, quien durante su exilio en México escribió el maravilloso libro “El Mundo de los Incas”, testimonio histórico y autor ignorado por muchos de nosotros.