LA CASCARA DE LA HISTORIA
emeequis
En días pasados concluyó la primera de varias partes del proceso para seleccionar a los integrantes del Consejo Nacional del Partido Acción Nacional para los próximos tres años y que tendrá, entre otros objetivos, elegir al presidente nacional del PAN a partir del 2008 y acompañar al presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, en un tramo decisivo de su gobierno.
El primer filtro para competir consiste en presentar una evaluación sobre conocimientos de la historia, ideología y reglamentación del partido. Para presentar esta evaluación se solicitaba realizar un prerregistro por internet –proceso con serias complicaciones técnicas del formato– que incluía un cuestionario donde insistentemente se solicitaba que anotara si el presunto aspirante había sido candidato a lo que sea (desde presidente de colonia hasta presidente de la República).
Al término del acto aparecía una notificación donde se instruía la fecha y hora en que obligaba a asistir a las instalaciones del Comité Nacional en la Colonia del Valle (por cierto, hubo citas a las 03:00 hrs., se entendía pues que en realidad era a las 15:00 hrs.). Paralelamente se solicitaban una serie de documentos que aseguraran ser miembro activo con los derechos a salvo, credencial del PAN, fotografías, etc.
Independientemente de la sospechosa rigurosidad del examen, llaman la atención los resultados: de los 5,644 registrados se presentaron cerca de la mitad y de éstos, sólo aprobaron 1,490 en la modalidad de examen presencial, cerca de 40 por ciento. Por otro lado, de los 858 evaluados “en línea” aprobaron 854, ¡99.9 por ciento!
Según la Convocatoria, los militantes que tenían derecho a la evaluación “en línea” son: a) los que hayan sido consejeros nacionales; b) quienes hayan aprobado una evaluación anterior para consejero nacional de 2004; y c) tengan 15 años de militancia y sean consejeros estatales. Es decir, se da prioridad a los que ya tienen el mismo cargo, ya sea a nivel nacional o en sus estados.
Dicho proceso de evaluación –e incluso la convocatoria– fue realizado por el secretario de Doctrina y Formación, Salvador Abascal Carranza, hermano del ex secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza y actual secretario general adjunto del partido.
Sin embargo, llama la atención el activismo mediático del propio Carlos Abascal, principalmente para justificar las acciones del presidente nacional del partido y del ex presidente Vicente Fox. Esa actitud devela una estrategia para posesionarse como actor principal del panismo nacional en la opinión pública, pero principalmente adentro del partido. Recordemos que en el interior de Acción Nacional, Carlos Abascal no figuraba como dirigente panista de ningún nivel; era, tal vez, un militante más.
Ahora su dinamismo es inusitado, incluso mayor que el de Manuel Espino, lo que puede revelar una estrategia para ser considerado candidato a la dirigencia nacional o incluso como sustituto del señor Espino. Al fin y al cabo la primera parte del proceso está controlado por su hermano.
El proceso de renovación del Consejo Nacional está en curso, se vienen las asambleas municipales, estatales y la nacional, procesos de los cuales la mayoría están controlados por los grupos de poder local, muchos de los cuales tienen alianza con el proyecto político de Manuel Espino o de línea ultraconservadora.
Se indica también que los cambios al reglamento permiten ahora que los asistentes a las asambleas sean aleatorios de los que expresan su disposición a asistir y elimina la obligación de recopilar cinco firmas de militantes que avalaban el registro de otro militante, lo que se convertía en un verdadero tráfico de firmas y compromisos grupales. Esto puede ser un avance si no fuera porque ahora lo que se controla son las listas de candidatos.
La renovación de uno de los más importante órganos de decisión del PAN tiene el riesgo de ser controlado nuevamente por el grupo que llevó Manuel Espino a las estructuras locales y nacionales panistas. Por eso no es casual la aventurada revelación que Salvador Abascal hizo al diario Reforma a mediados de febrero, en el sentido de que 50 o 60 por ciento de los consejeros actuales serán reelectos.
El PAN tiene la oportunidad de reorientar el camino y atender los nuevos retos que implica ser gobierno y ser partido, pero sobre todo, ser un reflejo ciudadano. El reto requiere una nueva visión que no es, precisamente, la de la actual dirigencia.
En días pasados concluyó la primera de varias partes del proceso para seleccionar a los integrantes del Consejo Nacional del Partido Acción Nacional para los próximos tres años y que tendrá, entre otros objetivos, elegir al presidente nacional del PAN a partir del 2008 y acompañar al presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, en un tramo decisivo de su gobierno.
El primer filtro para competir consiste en presentar una evaluación sobre conocimientos de la historia, ideología y reglamentación del partido. Para presentar esta evaluación se solicitaba realizar un prerregistro por internet –proceso con serias complicaciones técnicas del formato– que incluía un cuestionario donde insistentemente se solicitaba que anotara si el presunto aspirante había sido candidato a lo que sea (desde presidente de colonia hasta presidente de la República).
Al término del acto aparecía una notificación donde se instruía la fecha y hora en que obligaba a asistir a las instalaciones del Comité Nacional en la Colonia del Valle (por cierto, hubo citas a las 03:00 hrs., se entendía pues que en realidad era a las 15:00 hrs.). Paralelamente se solicitaban una serie de documentos que aseguraran ser miembro activo con los derechos a salvo, credencial del PAN, fotografías, etc.
Independientemente de la sospechosa rigurosidad del examen, llaman la atención los resultados: de los 5,644 registrados se presentaron cerca de la mitad y de éstos, sólo aprobaron 1,490 en la modalidad de examen presencial, cerca de 40 por ciento. Por otro lado, de los 858 evaluados “en línea” aprobaron 854, ¡99.9 por ciento!
Según la Convocatoria, los militantes que tenían derecho a la evaluación “en línea” son: a) los que hayan sido consejeros nacionales; b) quienes hayan aprobado una evaluación anterior para consejero nacional de 2004; y c) tengan 15 años de militancia y sean consejeros estatales. Es decir, se da prioridad a los que ya tienen el mismo cargo, ya sea a nivel nacional o en sus estados.
Dicho proceso de evaluación –e incluso la convocatoria– fue realizado por el secretario de Doctrina y Formación, Salvador Abascal Carranza, hermano del ex secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza y actual secretario general adjunto del partido.
Sin embargo, llama la atención el activismo mediático del propio Carlos Abascal, principalmente para justificar las acciones del presidente nacional del partido y del ex presidente Vicente Fox. Esa actitud devela una estrategia para posesionarse como actor principal del panismo nacional en la opinión pública, pero principalmente adentro del partido. Recordemos que en el interior de Acción Nacional, Carlos Abascal no figuraba como dirigente panista de ningún nivel; era, tal vez, un militante más.
Ahora su dinamismo es inusitado, incluso mayor que el de Manuel Espino, lo que puede revelar una estrategia para ser considerado candidato a la dirigencia nacional o incluso como sustituto del señor Espino. Al fin y al cabo la primera parte del proceso está controlado por su hermano.
El proceso de renovación del Consejo Nacional está en curso, se vienen las asambleas municipales, estatales y la nacional, procesos de los cuales la mayoría están controlados por los grupos de poder local, muchos de los cuales tienen alianza con el proyecto político de Manuel Espino o de línea ultraconservadora.
Se indica también que los cambios al reglamento permiten ahora que los asistentes a las asambleas sean aleatorios de los que expresan su disposición a asistir y elimina la obligación de recopilar cinco firmas de militantes que avalaban el registro de otro militante, lo que se convertía en un verdadero tráfico de firmas y compromisos grupales. Esto puede ser un avance si no fuera porque ahora lo que se controla son las listas de candidatos.
La renovación de uno de los más importante órganos de decisión del PAN tiene el riesgo de ser controlado nuevamente por el grupo que llevó Manuel Espino a las estructuras locales y nacionales panistas. Por eso no es casual la aventurada revelación que Salvador Abascal hizo al diario Reforma a mediados de febrero, en el sentido de que 50 o 60 por ciento de los consejeros actuales serán reelectos.
El PAN tiene la oportunidad de reorientar el camino y atender los nuevos retos que implica ser gobierno y ser partido, pero sobre todo, ser un reflejo ciudadano. El reto requiere una nueva visión que no es, precisamente, la de la actual dirigencia.