LA TENSA VIDA MEXICANA
José M. Murià
Guadalajara.- Durante más de seis años, de vez en cuando, me di vuelo con frecuencia manifestando mi animadversión en contra del señor Vicente Fox Quesada. De hecho, creo que es uno de los peores presidentes que ha padecido nuestro país —en México no hay malo que sobrepase un sexenio—, tal y como lo constatan los balances que se están haciendo desde que tuvimos el gusto de que traspasara la banda presidencial.
De hecho, en muy buena medida, las complejas condiciones en que Felipe Calderón la recibió se deben a la nefasta gestión política, económica y social de su antecesor.
En consecuencia, celebré en estas mismas páginas, con un alegre “El último y nos vamos” el día de su último informe a la nación y cuando, finalmente, dejó de ser presidente de México.
De ahí que me molestara sobremanera cuando se empeñó en seguir dando nota de su persona y haciéndonos quedar en ridículo. Creo que, en beneficio de su imagen, el ex presidente desperdició magníficas oportunidades de quedarse callado. ¿Qué le vamos a hacer?
También me molestó entonces saber por tercera persona, no muy cuidadosa al leer, que Carlos Monsiváis, a quien admiro y respeto, se había manifestado, en un medio de comunicación al que no suelo recurrir, en favor de que Fox siguiera expresándose públicamente de la manera que lo estaba haciendo.
Me dio tanta muina que fui en pos del periódico de marras para leer el comentario de Monsi, para darme cuenta de que, según su modo de ser, lo que estaba haciendo era pitorrearse del prócer guanajuatense.
Pensé que Carlos tenía toda la razón. Hay que normar en tales casos nuestra conducta con aquel precepto de alta filosofía que él mismo ha manejado magistralmente, aun sin hacerlo explícito: “Si no puedes callarlo, búrlate de él”.
“Tiene la boca llena de razón”, dirían de Monsiváis los alteños de Jalisco. En vez de tratar de callarlo, quienes escribimos de vez en cuando para algún medio masivo de comunicación, deberíamos de alentar a Fox para que no cejara en desarrollarse en su nueva profesión mixta de ordeñador y conferencista, pues con toda seguridad que nos dará sobrados motivos de diversión para nuestros queridos lectores.
Se está poniendo tan densa la vida mexicana —en buena medida gracias al propio Fox— que tener una buena botana no dejará de distender un tanto las tensas relaciones entre los muy diferentes bandos en pugna. De tal manera, quisiera que el señor Espino supiera que cuenta con mi respaldo para dotar a Fox de una posición de relevancia para que se le siga escuchando, sin peligro de que la sociedad acabe por lanzar su recuerdo al bote de la basura.