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lunes, 12 de marzo de 2007

ASI LO MANDEN A SIBERIA, IGUAL ABRIRA SU BOCOTA, DICIENDO PURAS NETAS A LOS PANUCHOS

Un alto al boquiflojo Fox
Félix Fuentes

La decisión de Lázaro Cárdenas de desterrar a Plutarco Elías Calles no fue por capricho, ni Echeverría envió a Gustavo Díaz Ordaz a la embajada de México en España por prurito. Tampoco López Portillo mandó a Echeverría al otro lado del mundo, a las Islas Figi, para el disfrute de las aguas cálidas del Pacífico Sur.

En los tres casos hubo razones de Estado, cada presidente procedió en su estilo, para la buena conducción de la República. Elías Calles intentó el “maximato” y Cárdenas, conocido su férreo carácter, lo impidió. De nada valió a Calles la calidad de reconstructor de la República y sus estrellas de general.

Díaz Ordaz se signific\ó por autoritario e intentó cancelar la candidatura de Echeverría cuando éste invocó en la Universidad Nicolaita a las víctimas de Tlatelolco. Luis Echeverría supuso que su antecesor le malograría el trabajo de presidente y lo envió a España.

Echeverría se enamoró tanto del poder que lo ejerció hasta el último minuto de su sexenio y esto hizo temer a López Portillo alguna intervención de su ex amigo. Por ello, lo mandó a las Islas Figi.

Jolopo terminó defenestrado y no fue problema para Miguel de la Madrid, quien se disciplinó a Salinas de Gortari y éste huyó del país en cuanto fue detenido su hermano Raúl, quien durante 10 años estuvo encarcelado por el homicidio de José Francisco Ruiz Massieu.

Cada jefe del Ejecutivo advirtió peligros de peso político en la conducción del país, ante la posible intervención de los antecesores, pero el líder panista, Manuel Espino, supone que “sería vergonzoso” modificar los estatutos de su partido y acallar a Vicente Fox, como lo hizo el PRI, con sus mandatarios.

Es decir, justifica cuanto ha dicho el boquiflojo guanajuatense, de que ganó los comicios del 2006 e incluso vengó su derrota ante López Obrador con el asunto del desafuero.

Lo expresado por Espino sería irrelevante si el presidente Calderón no compartiera semejante criterio. Sorprendió el jefe del Ejecutivo cuando afirmó que Vicente Fox “se ha conducido con respeto hacia mi persona y hacia los mexicanos, lo cual aprecio”. Queda claro que está de acuerdo con su antecesor.

En su última conferencia, realizada en Canadá, Vicente Fox habría dicho, según versiones periodísticas: “¡Este presidente no se va a callar!”. O sea, todavía se siente con mando y el derecho, según dice, de combatir a la demagogia y el populismo, cuando él ha sido el gran populista de todos los tiempos, por encima de Luis Echeverría, quien era prototipo en eso.

No se trata de caprichos. En Estados Unidos se le llama “presidente” a quien dejó de serlo. Pero en México está claramente arraigada la cultura de que sólo hay un presidente y, si a Fox no le es cerrada tamaña boca, un día de éstos le van a preguntar a Felipe Calderón quien manda aquí o que impide poner en su lugar al guanajuatense.

A final de cuentas, lo que pretende la mayoría de mexicanos es un gobierno fuerte, sin sombra de dudas y se proceda contra los “hijos” incómodos de Fox, con mayor razón si la Suprema Corte de Justicia de la Nación negó el amparo que interpusieron los Bribiesca-Sahagún y podrán ser investigados por la Cámara de Diputados.