JUICIO POLITICO A AL PROzac
Alvaro Cepeda Neri
“Perro que ladra, no muerde”, pero como toda regla tiene su excepción, se da el caso que Fox ladra y muerde. Sus últimas salidas, intentando continuar su desastroso protagonismo, con su manager el Rasputín de Manuel Espino, han servido para que lengua suelta, le haga “el caldo gordo” a Calderón y quiera cobrarle los favores prestados para quedarse en el trono. Y, traicionado por su subconsciente, a voz en cuello sostuvo que hubo mano negra en el pasado y cuestionado proceso electoral. Según Fox todo fue una venganza contra López Obrador y así el IFE, el Trife y la Corte, con su factor común: Televisa, ayudaron para imponer a Calderón.
Durante su mal gobierno antirrepublicano, el esposo de Mart(h)a, además de la pavorosa corrupción a través de los fideicomisos, el manejo discrecional de las fabulosas ganancias petroleras y manos libres a los Bribiesca, el señor Fox se dedicó a ladrar y morder atenido a que en este país no podemos deshacernos “sin derramamiento de sangre” de un presidente, aun contando con los recursos constitucionales para destituirlo. Un rosario de traiciones al Estado, a la sociedad y al gobierno, desde su toma de posesión hasta sus desafíos al Congreso General, lo hacen candidato al juicio político acusado de traición a la patria.
Pero les tiembla la mano a diputados federales y senadores para constituirse en Jurado, y llamar a cuentas a un Presidente de la República. Se la llevan en dimes y diretes, controversias constitucionales y arreglos por debajo de la mesa, como modalidad política de la corrupción. Y la nación, desilusionada, no tiene más que una alternativa: resistir sin actuar o ganar la calle para ejecutar su “inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”, como la autoriza nuestra Constitución que a la mejor quieren reformar para limarle los filos de la democracia directa, porque en la democracia indirecta o de representantes todos se arreglan allá arriba.
Acaba de ladrar Fox y muerde a Calderón y al Estado de partidos, haciendo alarde de que ganó dos elecciones: la suya y la calderonista. Esta última para llevar a cabo una venganza. Es demasiado enseñar los dientes y morder como para que, todavía dentro del año para ser llevado a juicio político hasta por ordenar encubrir los homicidios de los mineros, nadie se atreva a sentarlo en el banquillo de los acusados. ¿Querrán que el pueblo haga uso de su derecho para enjuiciar a los malos gobernantes y destituirlos?
Y como cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde; Calderón muestra heridas