FOX Y SU FRACASO EN MATERIA DE POLITICA EXTERIOR
Proceso: Rafael Velázquez Flores*
México, D.F., 5 de marzo (apro).- La política exterior de la administración de Vicente Fox puede dividirse en tres etapas: de su toma de posesión hasta el 11 de septiembre de 2001; de ésta última fecha a enero de 2003 cuando Jorge Castañeda renunció a la Secretaría de Relaciones Exteriores, y el periodo de Luis Ernesto Derbez, que abarca de principios de 2003 a noviembre de 2006.
La primera etapa se caracterizó por un marcado activismo en política exterior y una alta capacidad de negociación internacional producto, principalmente, del bono democrático obtenido con el triunfo electoral de 2000. En esta fase, el gobierno foxista se apuntó importantes éxitos diplomáticos, como el ingreso de México al Consejo de Seguridad de la ONU; la obtención de la sede para reuniones cumbres de alto nivel, y la cancelación del proceso de certificación de la lucha antidrogas, entre otros. La participación en el Consejo de Seguridad y la obtención de la sede de algunas cumbres dieron a México una mayor imagen internacional, le permitieron una mayor presencia en el escenario internacional y elevaron la estatura del país en los distintos foros.
En la segunda etapa, el rasgo principal fue una disminución en la capacidad de negociación internacional, debido a los siguientes factores: las políticas de Estados Unidos después de los ataques a la Torres Gemelas y al Pentágono; la desaceleración de la economía estadunidense; al enfrentamiento entre la administración de Fox con el Congreso y los medios de comunicación, y al sentir popular, de que las promesas de campaña no se habían cumplido. En este lapso, el gobierno de Fox ajustó su agenda de política exterior a los temas de seguridad nacional como consecuencia de los ataques a Nueva York y Washington.
La tercera etapa se caracteriza por una reducción del activismo de la política exterior de México luego de la renuncia de Jorge Castañeda, principal figura de los dos primeros años en materia de relaciones exteriores. A partir de entonces, la diplomacia mexicana se dedicó a cumplir los compromisos internacionales en puerta y hubo pocas iniciativas.
Una de las principales metas fue buscar un acuerdo con Estados Unidos sobre migración, pero nunca se concretó en estos cuatro años y medio debido, básicamente, al 11 de septiembre. En este periodo, algunos de los fracasos más significativos fueron la imposibilidad de profundizar el TLCAN y la fallida candidatura de Luis Ernesto Derbez a la secretaría general de la OEA. Sin embargo, el fiasco más notable fue la crisis diplomática con Cuba, la cual se debió a la falta de experiencia diplomática de los encargados de la política exterior de México.
En estos cuatro años, las características sobresalientes de la política exterior de la administración foxista han sido:
a) Un marcado continuismo con respecto de las administraciones anteriores. A pesar de que discurso oficialista insiste en un cambio en el rumbo de la política exterior a partir de la llegada de Vicente Fox, la verdad es que hay más elementos indicativos de un continuismo. Es cierto que la política exterior de México cambió, pero el giro vino a mediados de la década de los ochenta. El nuevo presidente mexicano continuó básicamente con la misma línea de política exterior de las últimas administraciones priístas. El cambio en el gobierno de Fox respecto de la política exterior fue de forma y no de fondo. Es decir, en su sexenio las cosas se hacían de diferente forma, pero los objetivos generales eran los mismos. El mérito de Fox fue haberle dado coherencia al discurso de política exterior, puesto que, en las administraciones priístas, había una contradicción entre lo que se decía y lo que se hacía en la materia. El continuismo de la política exterior de Fox se refleja en un creciente acercamiento a Estados Unidos y un gradual alejamiento a las posiciones tradicionalistas, especialmente respecto de Cuba.
b) Un alto conflicto entre el Ejecutivo y el Congreso respecto del proceso de toma de decisiones de política exterior. Al presidente mexicano le faltó negociar y buscar consensos con los actores políticos de México con respecto de las relaciones internacionales del país. El conflicto entre ambos poderes mermó la política exterior del presidente Fox puesto que hubo poca coincidencia de puntos de vista en los principales temas de la agenda. La división de opiniones se reflejó con mayor notoriedad principalmente en los temas de las relaciones con Estados Unidos y Cuba.
c) Una política exterior poco democrática. A pesar de la promesa del cambio democrático, las principales decisiones de la política exterior del presidente Fox siguen siendo tomadas por la élite política y económica de México. El Ejecutivo y las secretarías de Estado concentran el poder de decisión. El Congreso ha estado al margen de las principales decisiones de política exterior. Los actores no estatales y la sociedad civil han incrementado gradualmente su influencia en el proceso de formulación, pero aún no tienen el peso suficiente para incidir en el rumbo de la política exterior. Es evidente que los grupos de presión de los empresarios han sido los más influyentes en el diseño de la política exterior de México.
d) Una capacidad de negociación internacional menguada. Como ya se mencionó, la política exterior de Fox gozó de un amplio margen de negociación debido al triunfo electoral en 2000. Sin embargo, el “bono democrático” se diluyó debido principalmente a los ataques del 11 de septiembre y a los conflictos internos, como fueron el enfrentamiento con el Congreso y el caso del desafuero de Andrés Manuel López Obrador.
Alejamiento hacia la región
Es posible advertir algunas tendencias de la política exterior de México. En primer lugar, se observa un mayor acercamiento de México hacia los intereses y objetivos de Estados Unidos, especialmente después del 11 de septiembre. De manera general, el gobierno mexicano se está alineando a la política de seguridad de Estados Unidos. Con respecto de América Latina, se observa un alejamiento hacia la región. La crisis con Cuba y el caso de la fallida candidatura de Derbez son los ejemplos más claros al respecto.
Europa y Asia se mantienen como dos opciones de diversificación económica y de fuentes de financiamiento para el desarrollo, sin que hasta la fecha sean una realidad concreta, puesto que México continúa con una alta dependencia respecto del mercado de Estados Unidos.
Luego del triunfo en 2000, Fox tuvo en sus manos la oportunidad de democratizar la política exterior de México. Sin embargo, no lo logró plenamente. A pesar de que la democracia fue un punto fundamental de la agenda internacional de México, la política exterior siguió siendo poco democrática. La falta de consenso entre poderes, la arrogancia del primer secretario de Relaciones Exteriores, los desacuerdos por las distintas posiciones de México frente a Cuba y Estados Unidos, los desatinos diplomáticos, la poca tolerancia a la crítica, las recriminaciones entre los principales actores políticos y la falta de una verdadera consulta nacional para elaborar el PND en materia de política exterior, son algunas de las principales evidencias de esa falta de democracia.
El decreto de marzo de 2005 para garantizar la participación de la sociedad civil organizada en el proceso de toma de decisiones de la política exterior, fue un avance significativo. Sin embargo, todavía hace falta mucho por hacer.
* Director de la licenciatura en Ciencia Política y Relaciones Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE)