EN CARNE VIVA

El pecado inédito del PRI

Por: Guillermo Fárber

Dime un pecado del que no se haya acusado al PRI en 70 años de poder absoluto. Está difícil, ¿no? Corrupto, mentiroso, cínico, prepotente, soberbio, hipócrita, cruel, abusivo, falso, ladrón, engañoso, traidor, monopólico, vendepatrias, corporativo, autoritario, malicioso, incumplido, demagogo, tortuoso... y síguele al infinito. ¿Al infinito? No. Acabo de descubrir un pecado que tiene el PRI de hoy, y del que nadie antes lo había acusado jamás. Ese pecado es... ingenuidad. ¿¿¿Pero cómo, el PRI ingenuo??? Es una contradicción en términos, un oxímoron como piruja casta, Inteligencia militar o tecnocracia humanista.

Modestamente creo que este sorprendente descubrimiento mío merece el Premio anual Ana Rosa Payán a la perspicacia política. En fin, como se oye y aunque usted no lo crea: el PRI de los últimos 20 años ha pecado de ingenuo y precisamente esa es una de las (muchas) razones por las que lleva dos elecciones presidenciales haciendo un ridículo espantoso, está convertido en un patiño envejecido y patético, y tiende a la desaparición efectiva en el corto plazo del escenario político nacional. Esto quiere decir que, en efecto, al PRI lo sacaron de Los Pinos, pero no a patadas sino a chiflidos. Lo chamaquearon, pues.

Este pasmoso hallazgo me lo acaba de confirmar un destacado priísta, legislador por enésima ocasión, obviamente proporcional, quien menciona el hecho de que en los pasados comicios, debido a la redistritación hecha por el IFE, el PRI no ganó un solo distrito en su estado, a pesar de haber obtenido el 43 por ciento de la votación estatal. Sólo que el tipo, supuestamente colmilludo por definición, apunta ese extrañísimo hecho pero se queda ahí y omite señalar su causa obvia: el cogollo IFE-PAN-GOP (partido republicano de EU) l e aplicaron el viejísimo truco electoral llamado gerrymandering (este súper probado ardid está cumpliendo su segundo siglo).

Y no es por nada, pero también esta estratagema de prestidigitación electoral la señalé en su momento y en dos o tres artículos alusivos advertí clara y ampliamente del asunto a la opinión pública.

Otra vez modestamente, debo sugerir que esa oportuna llamada de atención mía merecería el Premio sexenal Mario Marín a la picaresca política. Igualmente debo señalar que mi grito de alarma mereció una respuesta formal y detallada del IFE, pero sólo obtuvo del PRI (y de todos los otros partidos, en realidad) el más olímpico desprecio. Con su PAN hubieron de comérselo.

Pero, ¿qué es el gerrymandering? A reserva de describirlo en algún próximo QUEHACER POLÍTICO (hay miles de referencias alusivas), por lo pronto quizá bastaría decir dos cosas. Una, el gerrymandering consiste básicamente en manipular las tendencias estadísticas zonales, de manera de maximizar las fuerzas propias y minimizar las del oponente; esto es, producir las cifras más mentirosas posible... respetando escrupulosamente en todo momento las formas y los tiempos, métodos y procedimientos. Y dos, está técnica de manipulación electoral de suma cero (lo que gana uno de los factores de la ecuación, lo pierde algún otro) no se da aisladamente; es parte de una mecanismo general diseñado dentro de toda una estrategia para inducir resultados electorales perfectamente legales, pero galácticamente desviados para favorecer específicamente a sólo una de las partes en la competencia, y perjudicar al resto.

Pero el punto central que busco de este art&ia! cute;culo es muy simple (y esto va con dedicatoria especial al! PRI y a l PRD): si ningún otro partido rival se pone las pilas y comienza a descubrir, denunciar y contrarrestar a esta tecnología electoral (ante la cual todos ellos se muestran abismalmente ingenuos), el PAN, que por ahora parece tener el monopolio absoluto, seguirá reeligiéndose una y otra vez hasta donde la vista alcanza: 2009, 2012, 2015, 2018, etcétera. Esa perspectiva, la verdad, no me preocupa mucho dado que todos los partidos me sacan ronchas, pero pienso que en ese caso el rejuego democrático se volvería demasiado aburrido Y eso sí ya calienta.