Con elogios a Calderón
Las estupideces de ZedilloAlvaro Cepeda Neri
Soltó la idiotez de que la Constitución deja claro que el Ejército puede ser utilizado como lo ha venido haciendo Calderón.
No sólo Fox dice estupideces. También Zedillo, el profesor de Yale. Y disparates de a kilo. Se fue a España a disertar sobre derechos humanos, no obstante cargar con los genocidios de Acteal, Aguas Blancas y El Charco. Algunos jóvenes españoles lo cuestionaron y los guardaespaldas zedillistas, que han de ser los soldados que lo cuidan, pisoteando esos derechos humanos, los expulsaron violentamente en la nariz del juez Baltasar Garzón y de Felipe González quienes arroparon al ex presidente.
Quien no titubeó en sentarse en la silla ensangrentada por el crimen político de Colosio, dándoselas de “constitucionalista” y abanderado del Estado de derecho, soltó la idiotez de que “la Constitución (obviamente la mexicana de 1917) deja claro que el Ejército, bajo ciertas circunstancias, puede ser utilizado como lo ha venido haciendo Calderón Hinojosa”. Y en el colmo lo calificó como “jurista”. ¡Y es Calderón el que demanda un código único penal, desconociendo al Estado federal y confundiéndolo con un Estado unitario, centralista.
Pero, ¿señor Zedillo (o Zedillín, como le decimos los cuates), en qué parte de la Constitución dice que “bajo ciertas circunstancias” se puede utilizar al Ejército?
El artículo 29 constitucional, que Zedillo y Calderón no conocen, uno por “jurista” y el otro por “economista”, nada dice al respecto y para movilizar a los soldados se necesita suspender los derechos y la garantías individuales. En cuanto a la fracción VI, del art. 89, ha de supeditarse al art. 29 de la misma ley.
Zedillo, bilioso y enfurecido por las interrupciones a su disertación, perdió los estribos y soltó ese disparate. Y eso explica que haya utilizado al Ejército para sitiar Chiapas, permitido la organización de paramilitares y otorgado impunidad a quienes cometieron los homicidios contra los indígenas de esa entidad y en Guerrero. Se quiso poner irónico cuando un asistente le pidió cuentas de su pertenencia la PRI (aunque más bien fue del PAN) y le negó el derecho a la libertad de expresión, para que, en complicidad con los españoles, expulsaran de la sala a quien se atrevió a exhibirlo como un autoritario.
Las idioteces de Zedillo demuestran que, además de elogiar a Calderón servilmente, fue un presidente más del montón.
