LOS FUNCIONARIOS DEL SEXENIO ESPURIO, UNA PARTIDA DE MENTIROSOS Y ALCOHOLICOS
“Reyes Heroles un Alcohólico”
Respuesta a un Salinista Mentiroso
Por Enrique González Ruiz
El que fuera gobernador de Aguascalientes por designación de Carlos Salinas de Gortari, Otto Granados, da su versión en el periódico Crónica del 22 de febrero de 2006, de una entrevista que ocurrió en 1983 entre el entonces secretario de Educación Pública Jesús Reyes Heroles y el firmante de esta nota, a la sazón rector de la Universidad Autónoma de Guerrero. En la visión ottista, me presenté a amenazar al iniciador de las políticas neoliberales en la educación con “graves conflictos” si no reintegraba el subsidio a la UAG, que había suspendido “hasta que exista Universidad”. El que fuera vocero del “liberalismo social” que nos recetó Salinas de Gortari considera que esa determinación fue porque impidió que yo ejerciera una suerte de chantaje para seguir “en la estafa educativa y el desastre administrativo”de la Institución.
Imposible dejar de referirme a semejantes “argumentos”. Y no sólo porque sirven de base para enderezar sus lanzas contra el SNTE (sin diferenciar entre los maestros y los directivos, que encabeza otra connotada salinista Elba Esther Gordillo), sino también porque contiene una grosera falsificación de la verdad histórica.
Aquí va mi verdad:
El Proyecto Universidad Pueblo que aplicamos en Guerrero, significó el mayor grado de profundización del esfuerzo por poner la educación al servicio de las mayorías. Constituyó un intento por modificar las anquilosadas estructuras educacionales del país, para formar seres libre con capacidad para transformar su entorno social. A pesar de que trajo un alto costo, fuimos muchos los que aportamos un grano de arena en esa labor.
La llegada de Reyes Heroles (a quien siempre vi bajo los efectos del alcohol, por lo que para mí no merece el “don” que muchos colocan antes de su nombre) a la SEP, se dio al inicio de la puesta en marcha del neoliberalismo. Nadie se dio cuenta en 1982 que era el Banco Mundial quien había dado la consigna de “revolucionar” la educación, y que eso fue acatado dócilmente por los gobiernos endeudados. Por eso, cuando el “liberal” promovió la “revolución educativa”, dio la impresión de continuar con la línea del sistema al que sirvió (al del Partido de Estado, al PRI-gobierno), pero lo cierto es que dio un giro de 180 grados y se alineó con las nuevas orientaciones emanadas de la globalización imperial. Fueron los tiempos en que los tecnócratas sustituyeron a los dinosaurios en el ejercicio del poder y el anciano no quería verse fuera de tono.
Para poder aplicar medidas tan extremas como las que trajo el neoliberalismo, había que desarticular los espacios de resistencia más sólidos, entre los cuales estaba la UAG. Ésta cuenta con una raigambre profunda en las necesidades de los guerrerenses, de modo que siempre la han visto como parte de su patrimonio social e histórico. Por eso era fuerte en ese tiempo.
Así que el “valiente” Reyes Heroles decidió suspenderle el subsidio, ante lo cual me inconformé. Me acusó de haberme robado los dineros de la Universidad para entregarlos a las guerrillas nicaragüense, guatemalteca y salvadoreña y trató de hacerme encarcelar. Por supuesto, fracasó en el intento, pero no dejó de causar enormes daños a la Casa de Estudios suriana.
Granados Roldán lo presenta como un paladín haciendo frente a mí, un individuo amenazante que, por añadidura, sólo blofea, pues los “graves conflictos” que según él anuncié nunca se presentaron. Lo cierto es que se trataba del segundo hombre más poderoso del país (sólo después del presidente en turno) y de un rector de una universidad de provincia, permanentemente acosada por el atrevimiento de desarrollar una propuesta educativa liberadora.
Si se ve con cuidado el texto de Otto, se le notará una inconsistencia de principio: dice que después de la suspensión del subsidio ordenada por “don” Jesús, “nunca hubo subsidio, ni tampoco conflictos: la Universidad siguió languideciendo y Guerrero está hoy al final de todos los indicadores económicos, sociales y educativos del país”. ¿Entonces, cuál fue el efecto de la medida que pondera como acertada? ¿Qué logró el iniciador del neoliberalismo con su “revolución educativa”? ¿No dice Granados que Reyes Heroles contestó a mis amenazas que los políticos están para resolver los problemas?.
Cuán fácilmente se puede falsear la historia. Basta ostentarse como periodista “de excelencia” para hacer trizar la verdad y elevar a los altares a cualquier alcohólico.
El debate por las ideas es fundamental para encontrarle rumbo a nuestra sociedad. Seguiremos dándolo en todos los terrenos donde nos ubique la vida.
Por Enrique González Ruiz
El que fuera gobernador de Aguascalientes por designación de Carlos Salinas de Gortari, Otto Granados, da su versión en el periódico Crónica del 22 de febrero de 2006, de una entrevista que ocurrió en 1983 entre el entonces secretario de Educación Pública Jesús Reyes Heroles y el firmante de esta nota, a la sazón rector de la Universidad Autónoma de Guerrero. En la visión ottista, me presenté a amenazar al iniciador de las políticas neoliberales en la educación con “graves conflictos” si no reintegraba el subsidio a la UAG, que había suspendido “hasta que exista Universidad”. El que fuera vocero del “liberalismo social” que nos recetó Salinas de Gortari considera que esa determinación fue porque impidió que yo ejerciera una suerte de chantaje para seguir “en la estafa educativa y el desastre administrativo”de la Institución.
Imposible dejar de referirme a semejantes “argumentos”. Y no sólo porque sirven de base para enderezar sus lanzas contra el SNTE (sin diferenciar entre los maestros y los directivos, que encabeza otra connotada salinista Elba Esther Gordillo), sino también porque contiene una grosera falsificación de la verdad histórica.
Aquí va mi verdad:
El Proyecto Universidad Pueblo que aplicamos en Guerrero, significó el mayor grado de profundización del esfuerzo por poner la educación al servicio de las mayorías. Constituyó un intento por modificar las anquilosadas estructuras educacionales del país, para formar seres libre con capacidad para transformar su entorno social. A pesar de que trajo un alto costo, fuimos muchos los que aportamos un grano de arena en esa labor.
La llegada de Reyes Heroles (a quien siempre vi bajo los efectos del alcohol, por lo que para mí no merece el “don” que muchos colocan antes de su nombre) a la SEP, se dio al inicio de la puesta en marcha del neoliberalismo. Nadie se dio cuenta en 1982 que era el Banco Mundial quien había dado la consigna de “revolucionar” la educación, y que eso fue acatado dócilmente por los gobiernos endeudados. Por eso, cuando el “liberal” promovió la “revolución educativa”, dio la impresión de continuar con la línea del sistema al que sirvió (al del Partido de Estado, al PRI-gobierno), pero lo cierto es que dio un giro de 180 grados y se alineó con las nuevas orientaciones emanadas de la globalización imperial. Fueron los tiempos en que los tecnócratas sustituyeron a los dinosaurios en el ejercicio del poder y el anciano no quería verse fuera de tono.
Para poder aplicar medidas tan extremas como las que trajo el neoliberalismo, había que desarticular los espacios de resistencia más sólidos, entre los cuales estaba la UAG. Ésta cuenta con una raigambre profunda en las necesidades de los guerrerenses, de modo que siempre la han visto como parte de su patrimonio social e histórico. Por eso era fuerte en ese tiempo.
Así que el “valiente” Reyes Heroles decidió suspenderle el subsidio, ante lo cual me inconformé. Me acusó de haberme robado los dineros de la Universidad para entregarlos a las guerrillas nicaragüense, guatemalteca y salvadoreña y trató de hacerme encarcelar. Por supuesto, fracasó en el intento, pero no dejó de causar enormes daños a la Casa de Estudios suriana.
Granados Roldán lo presenta como un paladín haciendo frente a mí, un individuo amenazante que, por añadidura, sólo blofea, pues los “graves conflictos” que según él anuncié nunca se presentaron. Lo cierto es que se trataba del segundo hombre más poderoso del país (sólo después del presidente en turno) y de un rector de una universidad de provincia, permanentemente acosada por el atrevimiento de desarrollar una propuesta educativa liberadora.
Si se ve con cuidado el texto de Otto, se le notará una inconsistencia de principio: dice que después de la suspensión del subsidio ordenada por “don” Jesús, “nunca hubo subsidio, ni tampoco conflictos: la Universidad siguió languideciendo y Guerrero está hoy al final de todos los indicadores económicos, sociales y educativos del país”. ¿Entonces, cuál fue el efecto de la medida que pondera como acertada? ¿Qué logró el iniciador del neoliberalismo con su “revolución educativa”? ¿No dice Granados que Reyes Heroles contestó a mis amenazas que los políticos están para resolver los problemas?.
Cuán fácilmente se puede falsear la historia. Basta ostentarse como periodista “de excelencia” para hacer trizar la verdad y elevar a los altares a cualquier alcohólico.
El debate por las ideas es fundamental para encontrarle rumbo a nuestra sociedad. Seguiremos dándolo en todos los terrenos donde nos ubique la vida.