EL BOICOT A BIMBO
Jaime Avilés
Hay cosas que no entiendo: ayer a estas horas tenía 28 años y ahora resulta -mi pasaporte lo confirma- que la semana próxima cumpliré 53. ¿En qué momento pasó la vida? Cuando entré a la primaria, los Gansitos costaban 80 centavos, aunque pronto los subieron a un peso y, si no mal recuerdo, se quedaron en ese precio -cuando mucho les aumentaron 20 centavos más- hasta la devaluación de 1976, la primera que hubo en México desde 1954.
Para los juegos olímpicos de 1964, el osito Bimbo, que era la adoración de las nuevas generaciones de entonces, sacó un álbum que los niños llenábamos con estampas del barón Pierre de Coubertin y del globo de Cantoya y de los atletas que habían establecido récords en todos los deportes. Las estampas, impresas a colores, venían en unos sobres de color café, que salían embarrados de chocolate de los paquetes del Gansito o del propio pan de caja, y en la escuela intercambiábamos las repetidas, que abundaban por cientos.
En cambio, con tal de obtener la que nos faltaba apostábamos la única que le faltaba al niño que nos caía más gordo, en una extraña competencia llamada "tapados", que consistía en golpear la codiciada prenda con la mano extendida en posición cóncava, de tal suerte que, al ser chupada por el vacío que provocaba el impacto, la imagen se diera la vuelta en el aire ella sola, en cuyo caso pasaba a ser nuestra. De lo contrario...
Nadie podrá negar que crecimos adorando al osito Bimbo y a todas las sabrosas porquerías que simbolizaba ese emblema; cuando conocí al subcomandante Marcos en 1994 y le pregunté qué productos extrañaba más de la ciudad, sin pensarlo siquiera me dijo que los Gansitos. Hoy, sin embargo, ante el protagonismo político de los propietarios de Bimbo-Marinela, que monopolizan 99.99 por ciento del mercado de productos de harina de trigo, hay quienes piensan que es necesario responder con la serena frialdad de aquel personaje de Ernest Hemingway en El viejo y el mar, cuando luchando contra un gigante del océano musitaba con tristeza: "perdóname, pez, yo te amo, pero te voy a matar porque tengo que seguir viviendo".
En las nuevas condiciones que sufre nuestro país, pensando en los niños que vienen, quizá tengamos que decir en voz baja y poniendo manos a la obra: "perdóname, plantígrado de peluche, yo te amo, pero lo que están haciendo en tu nombre es un crimen: por una parte, quienes te explotan protegen a pederastas como el padre Maciel, y por la otra hicieron el fraude electoral de 2006 y son cómplices del golpe de Estado que llevó al poder a un inepto que está destrozando a México y no podemos permanecer con los brazos cruzados".
Algo más o menos así fue lo que desde octubre del año pasado se plantearon dos militantes de la resistencia civil pacífica. Maru y Manuela se tomaron muy en serio la idea de crear un pan de caja alternativo al de Bimbo y, ahora, como se puede apreciar en la foto que acompaña a este Desfiladero, ya lo tienen. Es muy tierno, pesa 750 gramos, huele a trigo, está hecho con harina blanca, leche, huevo y levadura, costará 15 pesos en la calle y su color es ligeramente amarillo porque no contiene blanqueadores artificiales como el del oso oprobioso.
Economía solidaria
Para crear este producto, Maru y Manuela empezaron por el principio. Al hablar con un sinfín de tahoneros establecidos supieron, por ejemplo, que Carlos Slim, el tercer hombre más rico del mundo, vendió la cadena de pastelerías El Globo a los hermanos Roberto y Lorenzo Servitje, dueños de Bimbo-Marinela, quienes en la actualidad, con esa franquicia en su poder, están abriendo sucursales de El Globo enfrente de todas las panaderías que pueden con la sana finalidad de hundirlas.
Averiguaron también que cuando un panadero hornea pan de caja y lo anuncia en sus vitrinas, lógicamente un poco más barato que Bimbo, a la puerta de su negocio se estaciona una camioneta repartidora de Bimbo, cuyos operadores, por medio de altoparlantes, ofrecen toda su mercancía a mitad de precio mediante la conocida fórmula de 2 x 1. Con esa política, los Servitje han absorbido todas, absolutamente todas las marcas que antes les hacían competencia.
Cuando la CND, en su asamblea del 16 de septiembre, acordó boicotear los productos de los empresarios que destruyeron las instituciones democráticas para imponerle al país un presidente espurio, la gente descubrió que Bimbo era invulnerable a menos que cada quien renunciara a sus patrones de consumo de toda la vida. En ese momento, Maru y Manuela comprendieron que la única salida para contrarrestar a ese monopolio que, por otra parte, viola fragrantemente la ley con su existencia, era crear un pan de caja alternativo.
Después de realizar incontables experimentos, acudieron a la Universidad Autónoma Chapingo, donde un comité de científicos de las más diversas disciplinas examinó los ingredientes propuestos por ellas y les dio consejos para añadirle más valores nutricionales a la receta. Así nació finalmente el Pan de Trigo Mi General, nombre que escogieron pensando en que en los estados del sur la etiqueta mostrará el retrato de Emiliano Zapata y en los del norte el de Pancho Villa.
Para empezar, sólo en la ciudad de México, hornearán 2 mil panes a la semana y venderán cada uno a 15 pesos, ofreciendo una comisión de 20 por ciento por pieza a quienes se interesen en distribuirlo; esto es el doble de lo que reciben los repartidores de Bimbo. No se trata, dijeron Maru y Manuela, de hacer un negocio dentro de la CND, sino de "darle continuidad a la campaña contra las empresas que monopolizan el mercado y el poder político y económico, y reducir la influencia de los empresarios de extrema derecha".
Además, "queremos incentivar al gremio panadero a generar otras ofertas con este tipo de productos, mejorando calidad y precio, y al mismo tiempo apoyar a la pequeña y mediana industria, articular un proyecto cooperativo, tejer una red de distribución, generar empleos, aumentar los ingresos de la gente, en fin, impulsar la economía solidaria, sin olvidar que este proyecto puede ser un bastión del gobierno legítimo del licenciado Andrés Manuel López Obrador".
El viernes próximo, a las seis de la tarde, Maru y Manuela ofrecerán una conferencia en Benjamín Franklin 84, Tacubaya, junto al Metro Patriotismo, a las personas interesadas en hacer suya esta iniciativa política. Y tienen el correo electrónico boicompro@yahoo.com.mx abierto a quienes deseen ponerse en contacto con ellas. Su proyecto, la verdad sea dicha, no era lo que esperaba esta columna, pero no deja de ser el principio de algo que puede llegar lejos. Después, habrá que pensar en el boicot a la Kellogs, principal consumidora del maíz transgénico de Monsanto. Pero, bueno, por lo pronto, el pan Mi General empezará a ser masticado masivamente a partir del 21 de los corrientes, durante la asamblea de la CND.
Me sumo con una más entusiasta recepción ante estas mujeres porque éstas son las acciones que deben tomarse para crear un mercado alterno que presente opciones para que el boicot tome fuerza. ¡Bravo compañeras!