FIN DE FIESTA EN LOS PINOS
Habla Anabel Hernández
“Es tiempo de decir ya basta”
Por: David Casco Sosa
La periodista y autora del libro Fin de fiesta en Los Pinos detalla los avatares de su investigación, donde exhibe a la llamada familia presidencial y su pléyade de empresarios beneficiados
Anabel Hernández no duda un segundo: “La ciudadanía no debe resignarse a ver los excesos y abusos de la clase gobernante, y le debe exigir al presidente electo Felipe Calderón que sancione los excesos de Vicente Fox, Marta Sahagún y familia. Estamos ante una película que se recicla sexenalmente. Es tiempo de decir ya basta”.
La periodista, quien en 2001 destapara una cloaca de corrupción tras publicar que en Los Pinos se adquirieron toallas de cuatro mil 25 pesos, dio a conocer el año pasado, en coautoría con Arelí Quintero, el libro La familia presidencial. El gobierno del cambio bajo sospecha, y ahora presenta su más reciente obra: Fin de fiesta en Los Pinos (Random House Mondadori, 2006), donde narra con lujo de detalles los excesos en que incurrió la llamada pareja presidencial y sus respectivas familias.
“Mi libro está perfectamente documentado, y por ello, al igual que el ! anterior, no he recibido amenazas o demandas. El Estado no puede cuestionar mi trabajo, porque todo está documentado y sustentado. Yo no cuestiono a la pareja (Fox-Sahagún), sino que cito ejemplos del abuso del poder presidencial”, afirma.
En entrevista con QUEHACER POLÍTICO, la autora explica que después de presentar la primera obra, mucha gente la buscó para aportarle más información sobre tráfico de influencias, negocios dudosos y redes de corrupción que se manejaban desde la casa presidencial.
“Parte de la información que ahora publico en este libro, la había escuchado a manera de rumores, mismos que más tarde, por medio de entrevistas, testimonios y documentos, pude confirmar y cotejar”, asevera.
Anabel Hernández precisa que nunca pensó en frenar las investigaciones que dieron forma a Fin de fiesta en Los Pinos, pero sí fue frustrante encontrarse ante negat! ivas u ocultamiento de información oficial por parte de! secreta rias y dependencias oficiales.
“Por ejemplo, en las peticiones que hice, vía el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), las secretarías de la Defensa Nacional y Marina, así como Fonatur, me ocultaron información, a pesar de que mis solicitudes fueron específicas”, lamenta.
Cuenta que para documentar el caso de las casas de descanso presidencial –ubicadas en San Miguel de Allende, Guanajuato; Cancún, Quintana Roo, y Acapulco, Guerrero–, donde diversas fuentes por separado le detallaron las bacanales que ahí organizaban integrantes de la familia presidencial, solicitó a las dependencias citadas información precisa sobre la existencia de estos inmuebles, así como la lista de visitantes, fechas y gastos de mantenimiento.
Sin embargo, las instancias falsearon la información al responderle a la reportera, específicamente la Secretaría de Marina, en referencia a l! a casa de Icacos, según se lee en el documento anexo al libro: “La Marina no tiene casa para visitantes, por lo que no es posible responder a su solicitud relativa a la ubicación de ésta, el costo de su mantenimiento, bitácoras o cualquier otro documento en el que hayan quedado registradas las visitas a dichas casas, ni los trámites que se deben cumplir para que personas ajenas a esta institución se hospeden en ellas”.
Sobre este punto, Anabel narra que la casa de Icacos, tan sí existe, que ella pudo burlar la seguridad e ingresar a ella, con lo que la respuesta oficial se derrumba por sí sola, además de que contó con testimonios de personas que estuvieron ahí como invitadas.
Y se pregunta: “¿Por qué ese afán de las dependencias en ocultarnos este tipo de información, si su mantenimiento se paga con recursos públicos; qué otros personajes públicos han! pernoctado o sido invitados a estas casas?”.
A pregunta ex! presa, m enciona que en estos casos, la ley contempla que la Secretaría de la Función Pública sancione a las instancias federales que falseen u oculten información. Empero, la realidad es otra.
TEMAS MÁS QUE ESPINOSOS
La reportera y escritora, misma que también ha escrito sobre los gastos onerosos en el vestuario de Marta Sahagún, asegura que el capítulo 1 de su libro es el que más trabajo le costó, por el tema: “Focos rojos en Estados Unidos”.
Detalla que para escribir sobre los presuntos nexos de Vicente Fox con el narcotráfico, específicamente con el cártel del Golfo, se entrevistó con diversas fuentes, desde familiares directos del presidente, hasta funcionarios del Cisen, del Gobierno de Estados Unidos e integrantes de la organización delictiva.
“Con ellos me reuní en varias ocasiones, les preguntaba una y otra vez lo mismo en diferentes citas y por! separado, y todos coincidían en lo esencial. Por ser un asunto tan delicado, cuidé mucho la redacción de este capítulo”, expone.
Otro asunto espinoso que la autora toca en Fin de fiesta en Los Pinos, es el referente a la muerte de Ramón Martín Huerta, secretario de Seguridad Pública hasta su muerte, acaecida hace poco más de un año al desplomarse el helicóptero en que viajaba con varios colaboradores.
“Aquí recopilé dos versiones sobre su fallecimiento. Una, entre familiares, viudas a raíz de ese accidente y amigos cercanos del funcionario federal. Uno de sus más cercanos colaboradores, sin tapujos, me afirmó que a Ramón Martín Huerta lo mandó matar el narcotráfico. Y otro testimonio es que poco antes de su muerte, el funcionario habría hablado con Vicente Fox sobre los negocios que los hijos de Marta Sahagún tenían! . Escribí dichos testimonios tal cual me los contaron. ! Son dos versiones más que se contraponen de alguna manera a la oficial”, que indicó que en realidad se trató de un accidente.
–De los temas que tratas en tu libro, ¿cuál fue el que te causó más asombro o indignación?
–Indudablemente el de la línea aérea Avolar, por el descaro e impudicia de algunos miembros de la familia presidencial. Estamos ante una aerolínea que, de acuerdo a los documentos que obtuve, y que incluyo en el libro, están metidos un hijo y un hermano de Marta Sahagún. Hablamos de muchos millones de dólares, y la pregunta es ¿de dónde salió tanto dinero?
Anabel Hernández dice que, curiosamente, en días pasados la periodista Carmen Aristegui comentó en su programa noticioso un adelanto del capítulo referente a la línea aérea Avolar, y llamó a una gente que trabaja con George Antonio Nehme Name, supuesto due&n! tilde;o de esta empresa, para deslindarse de la familia presidencial.
“Aristegui le concedió derecho de réplica, pero se rompió el contacto con ellos, quienes incluso amagaron con demandarme. Lo raro de todo este asunto de Avolar es que no se sabe a qué precio George Nehme es el prestanombres, pues en Puebla, donde se supone que es empresario textilero, no lo conocen. Y ahora aparece esta persona con mucho dinero comprando aviones. Si antes hubiera tenido recursos, no habría pasado desapercibido en el gremio textil”, sentencia.
No solamente la periodista habla de los abusos de la familia presidencial, sino también de la pléyade empresarial, misma que llama “los seductores del sexenio, quienes deben ser castigados”.
Anabel cita nombres en su libro de empresarios que presuntamente se vieron favorecidos en este agonizante sexenio, ya sea por prebendas, concesiones, permisos, etcétera. “Esta oligarquía empr! esarial es cómplice de un saqueo, en este retrato sexen! al que h ago”, acusa.
La comunicadora no quita el dedo del renglón, y afirma que seguirá, desde las trincheras periodísticas, denunciando la corrupción que impera en la clase gobernante. “No importa qué color o siglas tenga la corrupción, nuestro deber como reporteros es investigar y dar a conocer estas historias; sólo así la sociedad abrirá los ojos y se castigará a los funcionarios corruptos”.
Agrega que este cáncer –la corrupción– está muy extendido y la impunidad es grave, sin que pase nada. Ella misma pregunta y contesta: “¿Por qué no pasa nada? Porque arriba les ponen el ejemplo, multiplicándose así la impunidad”.
Finalmente, revela que seguirá investigando los temas del binomio poder-corrupción, sin temor alguno. “Ellos, los corruptos, son los que deben tener miedo”.
“Es tiempo de decir ya basta”
Por: David Casco Sosa
La periodista y autora del libro Fin de fiesta en Los Pinos detalla los avatares de su investigación, donde exhibe a la llamada familia presidencial y su pléyade de empresarios beneficiados
Anabel Hernández no duda un segundo: “La ciudadanía no debe resignarse a ver los excesos y abusos de la clase gobernante, y le debe exigir al presidente electo Felipe Calderón que sancione los excesos de Vicente Fox, Marta Sahagún y familia. Estamos ante una película que se recicla sexenalmente. Es tiempo de decir ya basta”.
La periodista, quien en 2001 destapara una cloaca de corrupción tras publicar que en Los Pinos se adquirieron toallas de cuatro mil 25 pesos, dio a conocer el año pasado, en coautoría con Arelí Quintero, el libro La familia presidencial. El gobierno del cambio bajo sospecha, y ahora presenta su más reciente obra: Fin de fiesta en Los Pinos (Random House Mondadori, 2006), donde narra con lujo de detalles los excesos en que incurrió la llamada pareja presidencial y sus respectivas familias.
“Mi libro está perfectamente documentado, y por ello, al igual que el ! anterior, no he recibido amenazas o demandas. El Estado no puede cuestionar mi trabajo, porque todo está documentado y sustentado. Yo no cuestiono a la pareja (Fox-Sahagún), sino que cito ejemplos del abuso del poder presidencial”, afirma.
En entrevista con QUEHACER POLÍTICO, la autora explica que después de presentar la primera obra, mucha gente la buscó para aportarle más información sobre tráfico de influencias, negocios dudosos y redes de corrupción que se manejaban desde la casa presidencial.
“Parte de la información que ahora publico en este libro, la había escuchado a manera de rumores, mismos que más tarde, por medio de entrevistas, testimonios y documentos, pude confirmar y cotejar”, asevera.
Anabel Hernández precisa que nunca pensó en frenar las investigaciones que dieron forma a Fin de fiesta en Los Pinos, pero sí fue frustrante encontrarse ante negat! ivas u ocultamiento de información oficial por parte de! secreta rias y dependencias oficiales.
“Por ejemplo, en las peticiones que hice, vía el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), las secretarías de la Defensa Nacional y Marina, así como Fonatur, me ocultaron información, a pesar de que mis solicitudes fueron específicas”, lamenta.
Cuenta que para documentar el caso de las casas de descanso presidencial –ubicadas en San Miguel de Allende, Guanajuato; Cancún, Quintana Roo, y Acapulco, Guerrero–, donde diversas fuentes por separado le detallaron las bacanales que ahí organizaban integrantes de la familia presidencial, solicitó a las dependencias citadas información precisa sobre la existencia de estos inmuebles, así como la lista de visitantes, fechas y gastos de mantenimiento.
Sin embargo, las instancias falsearon la información al responderle a la reportera, específicamente la Secretaría de Marina, en referencia a l! a casa de Icacos, según se lee en el documento anexo al libro: “La Marina no tiene casa para visitantes, por lo que no es posible responder a su solicitud relativa a la ubicación de ésta, el costo de su mantenimiento, bitácoras o cualquier otro documento en el que hayan quedado registradas las visitas a dichas casas, ni los trámites que se deben cumplir para que personas ajenas a esta institución se hospeden en ellas”.
Sobre este punto, Anabel narra que la casa de Icacos, tan sí existe, que ella pudo burlar la seguridad e ingresar a ella, con lo que la respuesta oficial se derrumba por sí sola, además de que contó con testimonios de personas que estuvieron ahí como invitadas.
Y se pregunta: “¿Por qué ese afán de las dependencias en ocultarnos este tipo de información, si su mantenimiento se paga con recursos públicos; qué otros personajes públicos han! pernoctado o sido invitados a estas casas?”.
A pregunta ex! presa, m enciona que en estos casos, la ley contempla que la Secretaría de la Función Pública sancione a las instancias federales que falseen u oculten información. Empero, la realidad es otra.
TEMAS MÁS QUE ESPINOSOS
La reportera y escritora, misma que también ha escrito sobre los gastos onerosos en el vestuario de Marta Sahagún, asegura que el capítulo 1 de su libro es el que más trabajo le costó, por el tema: “Focos rojos en Estados Unidos”.
Detalla que para escribir sobre los presuntos nexos de Vicente Fox con el narcotráfico, específicamente con el cártel del Golfo, se entrevistó con diversas fuentes, desde familiares directos del presidente, hasta funcionarios del Cisen, del Gobierno de Estados Unidos e integrantes de la organización delictiva.
“Con ellos me reuní en varias ocasiones, les preguntaba una y otra vez lo mismo en diferentes citas y por! separado, y todos coincidían en lo esencial. Por ser un asunto tan delicado, cuidé mucho la redacción de este capítulo”, expone.
Otro asunto espinoso que la autora toca en Fin de fiesta en Los Pinos, es el referente a la muerte de Ramón Martín Huerta, secretario de Seguridad Pública hasta su muerte, acaecida hace poco más de un año al desplomarse el helicóptero en que viajaba con varios colaboradores.
“Aquí recopilé dos versiones sobre su fallecimiento. Una, entre familiares, viudas a raíz de ese accidente y amigos cercanos del funcionario federal. Uno de sus más cercanos colaboradores, sin tapujos, me afirmó que a Ramón Martín Huerta lo mandó matar el narcotráfico. Y otro testimonio es que poco antes de su muerte, el funcionario habría hablado con Vicente Fox sobre los negocios que los hijos de Marta Sahagún tenían! . Escribí dichos testimonios tal cual me los contaron. ! Son dos versiones más que se contraponen de alguna manera a la oficial”, que indicó que en realidad se trató de un accidente.
–De los temas que tratas en tu libro, ¿cuál fue el que te causó más asombro o indignación?
–Indudablemente el de la línea aérea Avolar, por el descaro e impudicia de algunos miembros de la familia presidencial. Estamos ante una aerolínea que, de acuerdo a los documentos que obtuve, y que incluyo en el libro, están metidos un hijo y un hermano de Marta Sahagún. Hablamos de muchos millones de dólares, y la pregunta es ¿de dónde salió tanto dinero?
Anabel Hernández dice que, curiosamente, en días pasados la periodista Carmen Aristegui comentó en su programa noticioso un adelanto del capítulo referente a la línea aérea Avolar, y llamó a una gente que trabaja con George Antonio Nehme Name, supuesto due&n! tilde;o de esta empresa, para deslindarse de la familia presidencial.
“Aristegui le concedió derecho de réplica, pero se rompió el contacto con ellos, quienes incluso amagaron con demandarme. Lo raro de todo este asunto de Avolar es que no se sabe a qué precio George Nehme es el prestanombres, pues en Puebla, donde se supone que es empresario textilero, no lo conocen. Y ahora aparece esta persona con mucho dinero comprando aviones. Si antes hubiera tenido recursos, no habría pasado desapercibido en el gremio textil”, sentencia.
No solamente la periodista habla de los abusos de la familia presidencial, sino también de la pléyade empresarial, misma que llama “los seductores del sexenio, quienes deben ser castigados”.
Anabel cita nombres en su libro de empresarios que presuntamente se vieron favorecidos en este agonizante sexenio, ya sea por prebendas, concesiones, permisos, etcétera. “Esta oligarquía empr! esarial es cómplice de un saqueo, en este retrato sexen! al que h ago”, acusa.
La comunicadora no quita el dedo del renglón, y afirma que seguirá, desde las trincheras periodísticas, denunciando la corrupción que impera en la clase gobernante. “No importa qué color o siglas tenga la corrupción, nuestro deber como reporteros es investigar y dar a conocer estas historias; sólo así la sociedad abrirá los ojos y se castigará a los funcionarios corruptos”.
Agrega que este cáncer –la corrupción– está muy extendido y la impunidad es grave, sin que pase nada. Ella misma pregunta y contesta: “¿Por qué no pasa nada? Porque arriba les ponen el ejemplo, multiplicándose así la impunidad”.
Finalmente, revela que seguirá investigando los temas del binomio poder-corrupción, sin temor alguno. “Ellos, los corruptos, son los que deben tener miedo”.